J. R.
Fue empleado de la Dirección de Alumbrado Público de la Municipalidad de Paraná, consiguió un cargo en el sindicato cuando sus compañeros le quisieron dar inmunidad gremial, luego de un altercado con la policía durante el gobierno municipal de Mario Moine. Con esos antecedentes se convirtió en el principal referente del Sindicato Único de Obreros y Empleados Municipales, y desde ahí negoció con el oficialismo provincial un lugar en la lista de diputados que habrán de asumir el 10 de diciembre. Hugo Vázquez es la viva imagen del gremialista compinche de los oficialismos. Tras aplicar la política del desgaste a la actual gestión municipal -tal como sucediera con el conflicto de los basureros en semanas recientes-, se aseguró una banca legislativa desde donde ahora pretende negociar una cuota de poder ante el futuro gobierno de Sergio Urribarri, sin marcos ni límites, tal como siempre se ha manejado. Jugó políticamente con Sergio Varisco y con Jorge Busti, y estuvo detrás del escandaloso festival de designaciones y recategorizaciones que acordó con el intendente saliente Julio Solanas.
“Roma no paga traidores”. La frase mitológica no podría aplicarse para el caso porque los protagonistas no dan la talla. No hay tal caudillo Viriato, y la traición no pasa de ser una operacionzuela burda y vil. De todos modos la frase salta a la memoria, pretenciosa y magnificada, cuando se echa un vistazo sobre los movimientos de algunos dirigentes del oficialismo. Es que en el Partido Justicialista -fuerza que como ninguna usufructuó la palabra “lealtad”- la cosa viene de traición. Hoy con Sergio Urribarri (PJ), ayer con Jorge Busti (PJ), anteayer con Sergio Varisco (UCR), alguna aventura suelta con Julio Solanas (PJ)... la situación sirve para adentrarse al perfil del titular del Sindicato Único de Obreros y Empleados Municipales (SUOYEM) y diputado provincial electo Hugo Vázquez (PJ-Paraná).
En defensa del gremialista podría sacarse a relucir la frase aquella que indica: “El que avisa no traiciona”. Porque a nadie puede tomar por sorpresa que este dirigente esté hoy acá, mañana allá y pasado quién sabe dónde. Su zigzagueante trayectoria política es toda una muestra de coherencia, si vamos al caso.
Aunque no dé la talla para alusiones mayores, el caso de Vázquez constituye un fenómeno lo suficientemente llamativo para abordarlo. Sindicalista sin batallas, legislador electo, lugarteniente al servicio de varios jefes, su figura concentra la sabia de estos tiempos políticos en que se premia el desgaste hacia los adversarios más que la construcción a la que, en teoría, aspira la política.
Poco antes de convertirse en candidato a diputado provincial por el bustismo, Vázquez se había dejado ver junto al intendente Julio Solanas en los momentos preliminares de su candidatura a gobernador. Hizo amagues claro cuando en el acto de recordación del fallecimiento de Juan Domingo Perón, en 2006, se pronunció en favor de la postulación del intendente paranaense, delegado de la patronal a cuyos empleados él representa.
“Hemos tenido nuestras diferencias con Julio, pero aquí estamos apoyando al compañero que siempre dio la cara, y no como algunos que se esconden detrás de las barricadas”, lanzó aquella tarde frente al monumento situado en la esquina de Laurencena y Ramírez, de la capital entrerriana. Quienes por esas horas se encolumnaban en las filas del oficialismo bustista fueron al acto paralelo que el gobierno provincial, con Sergio Urribarri como candidato, realizó en la ciudad de San Benito.
De eso ha pasado un año. En el invierno de 2006, el sindicalista municipal todavía aseguraba que no iba a ser candidato a diputado “porque para eso se necesita mucha plata”. Hoy, el Hugo ya tiene su lugar asegurado bajo la apacible sombra oficialista de la futura Cámara Baja.
Es probable que Busti no haya perdido el sueño por no contar con el aval de quien se atribuye la representatividad de “todos los municipales de la provincia”. Al fin y al cabo recordará el mandatario que en su propia campaña a la Gobernación sacó a Vázquez de las garras del entonces intendente de Paraná y su principal contrincante, el radical Sergio Varisco. Sin embargo, lo sedujo y lo sumó a su ruedo para las elecciones del 18 de marzo último.
A Varisco el sindicalista nunca lo molestó como sí lo hizo con Solanas, aunque no pocos recuerdan la forma en que presionaba. “Cada tanto, en plena madrugada, le golpeaba la puerta a alguno de los encumbrados funcionarios de Varisco para ver cómo negociaban tal o cual situación. Y había que atenderlo y solucionarle en el momento la problemática, por más que fueran las 3 de la mañana”, recuerdan algunos. Si jugó a favor de Busti en 2003 fue porque así son los negocios. Negoció cuanto pudo con el dirigente radical y a semanas de los comicios de 2003 compartió palco con Busti en un acto del interior.
Durante la gestión de Julio Solanas -fiel a sus costumbres de jugar de oficialista-, el sindicalista ofició de amigo del poder comunal. Recuerdan aún hoy los empleados del área de Limpieza cuando el secretario general de SUOYEM ingresó a negociar con el actual intendente un aumento salarial. Un ruidoso e inquieto número de trabajadores esperaba cortando la calle por una buena nueva. Sin embargo, cuando Hugo Vázquez salió de la Intendencia, no tuvo más que palabras paraoficialistas para con sus muchachos y lanzó la oferta oficial que consideraba como “aceptable”: un aumento de 20 pesos al sueldo municipal. Trató de desembarazarse del momento con un seco “bueno muchachos, me voy” y echó a andar. Al llegar a la altura de la Catedral, los malhumorados trabajadores lo zamarrearon y lo llevaron a empujones hasta el despacho de Solanas para que se siente a negociar nuevamente, pero esta vez pensando en el conjunto.
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