El domingo, LT 14 Radio General Urquiza de Paraná cumplirá 62 años. Su instalación marcó un hito en la sociedad local e inició un proceso de transformación de una ciudad con más dinámica. Para acompañar los festejos, la actual dirección de la radio lanzará una publicación que rescata gran parte de la historia de esta emisora que el 8 de julio de 1945 comenzó una inagotable comunicación con el público. ANALISIS anticipa en forma exclusiva un fragmento del libro La radio de la gente, que será presentado en pocos días.

El día de la inauguración

Todavía existen testigos de aquel suceso, de los comienzos mágicos en que la radio hacía volar la imaginación de quienes quedaban atrapados bajo su encanto. El 8 de julio de 1945, LT 14 Radio General Urquiza de Paraná inauguró su transmisión con una ceremonia oficial desde sus estudios, para luego dar curso a la primera transmisión de exteriores desde el Teatro 3 de Febrero. Al día siguiente también se inauguró LT 15 Radio Concordia y ambas emisoras se sumaron de esta manera a la Cadena Argentina de Broadcasting, cuya cabecera era LR3 Radio Belgrano de Buenos Aires. La apertura de LT 14 fue un hecho novedoso y por esta razón vino a Paraná una delegación de artistas porteños a participar de la fiesta. De este grupo, la soprano lírica Dora Peyrano tuvo el privilegio de interpretar el Himno Nacional Argentino antes de que se escuchasen las palabras de las autoridades. También conformó la delegación Lola Johnson de Acebal, la cantante lírica que, más tarde, en el Teatro 3 de Febrero, fue acompañada por la orquesta de alumnos de la Escuela Provincial de Bellas Artes en la interpretación de la obra Madame Butterfly, de Puccini. También fue de la partida la figura de Héctor Gagliardi (llamado El Poeta Triste), un recitador formidable. Según un anuncio publicado en El Diario de Paraná, la ceremonia comenzó a las 21 y al día siguiente los artistas porteños volvieron a repetir sus actuaciones ante los micrófonos de LT 14, en distintos horarios y con otros repertorios. Así, se sumaron de paso a los festejos patrióticos del 9 de Julio.

En la noche del domingo 8 de julio del 45, al acto oficial concurrieron autoridades provinciales, municipales, militares y eclesiásticas. Enrique Del Ponte, Oscar Nicolini, Raúl Rosales (primer director organizador de la emisora), el general José Humberto Sosa Molina (interventor provincial) y Jaime Yankelevich dieron sus discursos. Mientras que por LT 15 hablaron Mario Justiniano y Héctor Conte Grand. A partir de ese momento LT 14 comenzó una diaria y permanente tarea de servicio, información y entretenimiento. Con este comienzo para la gente, LT 14, con sus programas y voces de vasta trayectoria, es motivo de muchos recuerdos personales e íntimos, sencillamente porque la radio entró en el corazón de cada hogar.

La primera programación de la emisora otorgaba espacio a tres sectores gravitantes de la sociedad: al popular, a la iglesia y al militar, que por esos años detentaba el poder a nivel nacional en la figura del general Edelmiro J. Farrell; y en la provincia a través de una Intervención Federal. Es por eso que por aquellos primeros días las transmisiones se abrían y cerraban con marchas militares. Una vez terminada la tarea organizativa de Rosales, la dirección pasó pronto a Roberto Deprisco.

La época de los artistas y las orquestas en vivo

Desde sus comienzos la emisora, en su sede de Avenida Rivadavia 126, contó con un amplio auditorio. Es decir que la música en vivo a través de las orquestas, los solistas y músicos estables de la radio fueron números centrales de la programación a los que incluso, la gente podía presenciar en vivo en éste ámbito pensado para la asistencia de público. Grupos teatrales, recitadores y declamadores de poesía se sumaron a los números que se podían ver en vivo y escuchar por el aparato de radio a la vez.

Para rescatar esa época vale la pena recorrer el testimonio de Celestino Viola, protagonista y testigo privilegiado de aquellos años. Fue el pianista estable de LT 14 durante 21 años. El propio Jaime Yankelevich le tomó la prueba de ingreso. Celestino Viola tenía 24 años, estaba casado y necesitaba trabajar, por eso probó suerte al año de haberse inaugurado la radio, ofreciendo sus servicios. Lo primero que le dijo a Yankelevich era que él tocaba cualquier cosa. “Bueno, si toca la Polonesa Heroica, el puesto es suyo”, le respondió el directivo y recordado impulsor de la radiofonía y la televisión en la Argentina. Viola conocía la pieza, por lo que accedió al empleo. Ocupó la vacante que había dejado Laureano Sosa, otro pianista que por entonces había pasado a LT 9 de Santa Fe. “La radio era mi otra casa. Mi trabajo era acompañar a todas las orquestas y solistas que actuaban en la radio. Iba cuatro veces por día a trabajar porque no había turnos fijos para las presentaciones. De esta forma, toqué con muchos conjuntos y vocalistas nacionales e internacionales. Entre los locales, me deslumbraron la orquesta de jazz de Tito Luna y las que lideraron Beto Rosa, Rubén Bordato y Tito Brandán. En aquel entonces teníamos números artísticos de todas las clases, que actuaban todos los días entre las 9 y las 13 para retomar a las 17. Terminaban a las 24. Los fines de semana había más cantidad, las actuaciones de artistas locales por supuesto ocupaban la mayoría de los espacios”, recordó Viola.

En aquellos primeros años, el público concurría a los estudios a ver personalmente a los distintos exponentes mostrando su arte ante los micrófonos. También tocaban para las transmisiones en directo desde el Teatro 3 de Febrero o desde algún escenario montado en la vía pública. La radio era una vidriera auditiva por excelencia. “No había un solo conjunto ni número artístico que no cobrara su actuación. Yo fui secretario general del Sindicato de Músicos en ese tiempo y junto con mis compañeros hacíamos convenios con Radio Belgrano de Buenos Aires (la emisora cabecera), donde inclusive conseguíamos pagos retroactivos y mejoras salariales. Hasta hubo una ocasión en que llegó una circular de Buenos Aires diciendo que la emisora del interior que diera ganancias tenía derecho a destinar el 10 por ciento de ellas para distribuirlos en partes iguales entre todos los empleados. Fue como un pequeño aguinaldo pero estuvo vigente un año, nada más. Lo que quiero decir es que la radio daba ganancias, a la publicidad la conseguía el jefe de la sección Musical mientras que el jefe de Artística seleccionaba los números”.

En los primeros años de la radio, según el testimonio de Viola, se descubrió el papel fundamental de los artistas, de las bandas en vivo, junto con el protagonismo de las voces pioneras de los informativos, las propagandas y los radioteatros. Para quien fue pianista estable de LT 14, esas temporadas inolvidables y llenas de mística empezaron a mostrar un declive en la década del ‘60. “Todo esto terminó en los años ‘60 con lo que denominamos La Nueva Ola, la llegada de los grupos de música joven que tocaban gratis. Qué más querían los directivos de aquellos tiempos. Más tarde las sesiones de números artísticos en vivo fueron recortadas poco a poco hasta desaparecer. Mi función como pianista estable ya estaba de más, a punto tal que a mediados de los ‘70 me reubicaron en la discoteca de la radio junto a Ángel Niz, que luego sería director de la emisora”, rememoró el músico. Sabiendo que ya no volvería al puesto que más le gustaba y por el cual ingresó, cuando desde Buenos Aires por razones presupuestarias exigieron que se despidiera a dos personas, que tendrían su correspondiente indemnización, trató de que una de ellas fuera él. De esta forma terminó su carrera en 1978. También se jubiló como profesor de la Escuela Alberdi. Y ahora vive en compañía de su esposa, en una casa llena de recuerdos: fotos, recortes, cuadros y varios aparatos de radio distribuidos en distintas habitaciones, sintonizadas en LT 14. Este músico ganó en 1969 el primer concurso municipal “Una canción a Paraná”, junto a Rey Dardo Álvarez, autor de la letra.

Canción paranaense es una pieza entrañable que cada 25 de junio, fecha en que se festeja el cumpleaños de la capital entrerriana, demuestra que mantiene la vigencia de su mensaje poético.

El auditorio nació con la radio, pero cabe destacar que fue reacondicionado y reinaugurado el 25 de mayo de 1956. En la actualidad ya no existe debido a las reformas que se le realizaron al edificio, modernizando sus estudios e instalando oficinas administrativas. Pero su evocación es la marca indeleble de aquellos años en que la programación se armaba mayoritariamente con artistas y orquestas en vivo.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)