Jorge Riani
Reclamos salariales, un nuevo mapa entre las dirigencias sindicales dispuestas a sacudir la modorra de los últimos tiempos, pesadísimas deudas y las internas que siembran recelos y distancia son los ingredientes de un tiempo que asoma como muy preocupante para quienes asuman el 10 de diciembre la misión de gobernar. Sergio Urribarri deberá afrontar, como gobernador, el incremento en el gasto de salarios lejos de haberse alcanzado el añorado crecimiento de partidas que llegan por la coparticipación federal de impuestos. También tendrá que eludir los golpes de una deuda de 3.000 millones de pesos que suma intereses al ritmo de la inflación. Mientras tanto, el electo intendente de Paraná, José Carlos Halle, trata de tender puentes directos con Buenos Aires para conseguir el oxígeno sin el cual se hace difícil todo. Deberá responder por el festival de recategorizaciones y pases a planta con un presupuesto desfasado y con la atención puesta en una deuda de 105 millones de pesos. Diciembre, tradicional mes de fiestas, se avizora en el horizonte abromado por nubarrones amenazantes.
Alguien se animó a decir la palabra polvorín cuando se refirió al futuro administrativo de la provincia y de la principal comuna entrerriana en términos de extensión y población. La verdad de los números es la puerta contra la que chocan los discursos políticos, las justificaciones, los argumentos. Ni siquiera sirve mucho saber si fue buena, mala o regular una gestión cuando se habla de pronósticos económicos porque la contundencia de las ciencias exactas no repara en evaluaciones ni calificativos a las gestiones.
Lo cierto es que se avecina un tiempo de reclamos, y en ese estado de situación es que arribarán los nuevos gobernantes a cumplir con el mandato que la sociedad les dio el 18 de marzo. El mapa se ha movido bastante, por cierto, y no para traer tranquilidad.
Porque casi coincidente con la gestión de Sergio Urribarri desembarcará una electa conducción de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) que se impuso en las elecciones internas bajo la consigna de “llevar las banderas a la calle del reclamo y no a los actos políticos”. Y en la Municipalidad de Paraná podría pasar algo similar: José Carlos Halle estará asumiendo la conducción comunal mientras entre los obreros comienza a edificarse una nueva conducción gremial que buscará ocupar los vacíos y las claudicaciones que abrieron los negocios políticos de la actual conducción del Sindicato Único de Obreros y Empleados Municipales (SUOYEM).
Interna gremial o mal saldada interna del partido del gobierno, lo cierto es que la transición ha sido tan prolongada y convulsionada que cualquier autoridad electa bien podría encontrar argumentos para empezar a inquietarse.
Otro dato que no es menor es el largo trecho de un calendario sin elecciones que despierten el interés del gobierno nacional tras las presidenciales de octubre. El temor de que los grifos se regularán tras los comicios existe.
La situación entrerriana
El tramo Urribarri encontrará a poco de andar los compromisos del pago de una deuda astronómica. Unos 3.000 millones de pesos de deuda de la que -según fuentes emparentadas al mismísimo gobierno- es poco lo que se ha pagado. La carrera inflacionaria hace que se diluya el pago de los intereses de esa deuda. “Con una inflación del 10 por ciento anual que está dando el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC), uno se encuentra con que la deuda no se ha pagado si se considera que esa inflación hace crecer en unos 300 millones de pesos anuales la masa de lo que se debe”, reflexionó la fuente consultada.
Por otra parte, la instrucción que dio el gobernador Jorge Busti a los legisladores nacionales de que comiencen a abrir el debate sobre la coparticipación nacional de impuestos federales no tiene ningún éxito asegurado. La intención del mandatario -respaldado por el escenario político en el que él ha ganado en Entre Ríos lo que todavía Néstor Kirchner no ganó en la Nación- es que a las arcas provinciales llegue más dinero para afrontar los aumentos en los salarios.
Hoy, con la propuesta salarial oficial el gasto público sufriría un incremento del orden de los 6 millones de pesos mensuales: tres millones más para los docentes e igual cantidad para los estatales. “Nadie -como quiera que se llame o con la identificación que exhiba- que se siente en el sillón calentito que deje Jorge Busti, estará libre de tal empresa. Será tiempo, además, de hacer frente real al pesado lastre del pago de sueldos que añade unos 250 millones de pesos por los últimos aumentos salariales. La justicia de los incrementos salariales o las condiciones discutibles en que se otorgaron nada significan en cuanto al duro peso que significará para la próxima gestión”, decía este semanario en la nota de anuncio de las últimas elecciones. Sin embargo, todavía no había llegado el tiempo de endurecimiento de los reclamos, ni el cambio en el mapa de la dirigencia sindical, ni la palabra “salario” cobraba la vitalidad que hoy se advierte en cuantas declaraciones se vea.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
