Sandra Miguez
Debajo de las oficinas de Salud se escondían grandes cantidades de remedios, jeringas, sueros y soluciones medicinales, que fueron “descartadas”. La rotura de un caño anegó el subsuelo de la Secretaría de Salud y estropeó los lotes de medicamentos que allí se guardaban. El operativo para deshacerse de todos estos insumos se llevó a cabo en el más estricto silencio en la madrugada del 11 de mayo, a través de la asistencia de camiones de Vialidad Provincial que transportaron alrededor de 12 toneladas de medicamentos para ser incinerados. Así, el secretario de Salud, José María Legascue, creía desentenderse de otro tema que generaría escándalo público. Por eso optó por el operativo “descarte”, pergeñado para sortear un nuevo frente de conflicto.
El sótano se llenó de agua. La rotura de un caño inundó el subsuelo que funciona como una suerte de depósito de elementos de la Dirección de Odontología, de expedientes fuera de circuito, de muebles, ficheros y camillas en desuso e insumos varios. La escueta alusión al depósito inundado logró poner en alerta a José María Legascue, que aún se desempeñaba como secretario de Salud de la provincia por esos días.
La frase parecía inofensiva, como se si tratara de una simple medida de precaución para decidir qué se hacía con lo que estaba allí. Había que llamar a los Bomberos para desagotar el sótano que se ubica por debajo del estacionamiento y de las oficinas con sede en 25 de Mayo.
Sin embargo, fue el propio Legascue quien recordó que allí se amontonaban miles de kilos de medicamentos e insumos que habían llegado hasta la Secretaría cuando él se desempeñaba como director de Atención Médica.
La sorpresa fue mayúscula. Medicamentos, antibióticos, soluciones para el tratamiento de enfermedades respiratorias, sachets de suero, anticonceptivos, cientos de jeringas para el tratamiento de insulino-dependientes, descartadores de agujas, heladeras de telgopor, todo estaba bajo el agua, amontonado en medio de la suciedad, estropeado, aun cuando tenían vencimiento en 2008.
Las cajas se desarmaban producto de la acción del agua, los frascos se esparcían por el suelo y también los trozos de telgopor que sirven de soporte para su traslado.
Inmediatamente se montó un operativo bajo el más estricto silencio. Había que deshacerse rápidamente de todas las cajas y medicamentos, y evitar así un nuevo escándalo, en una semana donde la cartera de salud había llegado a un punto de máxima tensión.
Para no llamar la atención, evitar el asedio periodístico y el consiguiente bochorno público, se decidió que la maniobra se realizara por la noche.
Fue así que Legascue, junto a dos de sus más estrechos colaboradores, planeó el operativo “descarte” en la madrugada del viernes 11 de mayo, alrededor de las 2 de la mañana. Antes de ese horario era imposible pensar en movilizar nada sin generar alguna mirada cuestionadora.
La zona céntrica se ha convertido en un área concurrida los jueves a la noche; los estudiantes hacen la previa a las peñas universitarias en los bares del lugar, los remises se estacionan en las esquinas esperando la salida de los asiduos al Bingo y la gente va y viene por una transitada 25 de Mayo.
Por eso, lo mejor era esperar hasta entrada la madrugada. A las 2 menos cinco de la mañana empezó el procedimiento. El primero en llegar fue un Ford Falcon gris, dominio UMZ 651, perteneciente a la Dirección General de Rentas (DGR), con cuatro personas a bordo. Dos de ellas permanecieron dentro del vehículo mientras otras dos bajaron para acercase hasta el ingreso de la Secretaría de Salud.
Un hombre hacía guardia en la vereda, mientras otro ingresaba a la repartición para salir unos minutos después. Todo estaba dentro de lo previsto, podían dar luz verde para que los camiones comenzaran a llegar. En pocos minutos más un camión de carga, patente FBD 029, perteneciente a la Dirección Provincial de Vialidad (DPV) se estacionó en el portón de ingreso al garage y esperó la orden para empezar la carga.
Lo llamativo es que según consta en la inscripción de los vehículos, el dominio FBD 029 correspondería a un tractor de la DPV, sin embargo es la matrícula que llevaba uno de los camiones que se utilizaron en el operativo. La otra cuestión que ciertamente llamó la atención es que el mismo camión de carga con la patente FBD 029, correspondiente al tractor de Vialidad, tenía en su puerta lateral la leyenda de la Municipalidad de Paraná, en una suerte de gatopardismo, para generar más dudas.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)