Abriendo brechas

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Espacio alternativo de expresión en una escuela media paranaense

Silvio Méndez

A partir de las actividades de debate e intervención de estudiantes de distintos establecimientos secundarios de la ciudad que se dieron el año pasado en el Foro Social Juvenil, se creó en la escuela Neuquén de Paraná un novedoso ámbito de participación de jóvenes. Bajo el nombre de Lucharte, alumnos de la institución conformaron, fuera del horario escolar, un espacio que les permite desarrollar trabajos e iniciativas extra curriculares. Con el apoyo de los docentes, producen escritos colectivos, publican sus obras en material reciclado y componen distintos materiales artísticos. Tratando de buscarle otro sentido al colegio, el grupo busca alternativas de expresión que no encuentran en otro lugar. Entusiasmados con las posibilidades de crecimiento de la propuesta y la incertidumbre que les depara el egreso en un futuro, ya planean un viaje a la República Oriental del Uruguay para intercambiar experiencias.

“Lucharte es otro mundo; hacer otro mundo”, contesta Jhona algo fastidiado por la pregunta que trata de indagar en torno a una definición precisa de lo que hace el grupo. Responde medianamente convencido. Mira de reojo a sus compañeros que quedan callados. Tal vez ninguno se preguntó nunca profundamente qué hacen en la escuela, cuando no están obligados a estar en ella, cuando bien podrían huir de esa institución que muchas veces parece una carga para la mayoría de los adolescentes. “Es un espacio de libertad. Nadie te puede decir nada, nadie te corrige. Pero no estoy diciendo que es cualquiera”, trata de aclarar Juan, un poco más locuaz pero no más convencido.

La inquisitoria, en rigor, coloca a los estudiantes en un lugar que nunca pensaron tratar de explicar. Lo complejo, tal vez, es advertir que un espacio de educación, norma y disciplinamiento como la escuela, les permite a su vez “evadirse” como lo cuentan o, en realidad, refugiarse en la posibilidad de creación artística de las condiciones brutalmente hostiles para una buena proporción de jóvenes en la periferia paranaense. Lucharte es así, no hay una reseña acabada. Sus contornos se figuran por su corta historia, los chicos y chicas que participan, lo que hacen, lo que proyectan.

En una charla en la que también participó una de las docentes coordinadoras del espacio, Yamila, narró como idea que “son épocas de contrastes, o mejor dicho, de recalar en los conflictos que son, desde luego, las diversidades históricas, las desigualdades sociales. La propuesta es trabajar sobre los contrastes, detenerse en ellos para profundizarlos, recrear desde la tensión que contrasta. Hacer pie en los contrastes y modelar desde allí alguna forma que tenga el ímpetu de modificarnos y modificar. Por eso en principio nos planteamos cómo podemos construir una escuela que deje afuera la exclusión, y también el desafío central es si la escuela que queremos forma un espacio de resistencia, poder luchar para que las condiciones se den de la mejor manera posible. Lucharte pertenece a aquello que se amasa por lo bajo. Destruye para poder construir. El potencial está en sentir a las dificultades, a las carencias, no como limitaciones sino como la textura base sobre la que se trabaja, sobre lo que se hace. Conforma una estética, que es en realidad, una ética. Un programa de acción. Como respuestas, el taller surge en agosto de 2006”, rememoró.

En otro plano que también refirió Yamila, Lucharte es parte de los ecos y movida que ha desencadenado el Foro Social Juvenil, que desde hace dos años organiza en Paraná un colectivo de profesores de nivel medio llamado Docentes por la Memoria. A partir de su convocatoria, donde se realizan jornadas con actividades de debate, reflexión y participación sobre problemáticas contemporáneas junto con los estudiantes, se han generado diversas propuestas en distintos establecimientos de la ciudad. Precisamente, en la Escuela Provincia del Neuquén nació este ámbito donde alumnos de noveno año voluntariamente se agruparon fuera del horario del cursado para realizar trabajos e iniciativas expresivas. Se reúnen martes y jueves, cuando terminan las actividades del Polimodal a la tarde, con uno de los días pensados para la escritura y otro programado para la plástica y la pintura.

Aportando otras precisiones al respecto, Yamila agregó que “los chicos que concurren al taller conforman un grupo muy diverso que no podemos encerrar en una categoría, es un grupo muy heterogéneo que incluso podemos decir que si no hubiera sido en este espacio ni siquiera se hubieran conocido ya que, a pesar de que forman parte de la misma institución son de distintos cursos y divisiones, y en otros planos hay ciertas rivalidades que aquí no se dieron”. De todas maneras, no dejó de ser llamativo el dato de que se trata de una actividad fuera del horario de clases, donde incluso concurrían “chicos que tenían dificultades dentro del aula. Cuando se tenía que realizar la muestra, ahí estaban quedándose hasta tarde a la noche, fuera de clases. Lo que me llama más la atención como docente es que no había un proyecto definido detrás. Muchas veces se preparan cosas muy interesantes, que se piensa que pueden gustarle a los chicos, pero en realidad uno no sabe después. Por ahí, en algunas escuelas, se plantean pautas, proyectos, y los directivos eligen según eso que se escribió, pero no quiere decir que eso les va a llegar”, reflexionó.

En torno a mayores definiciones sobre la dinámica que los anima, la coordinadora apuntó que “en cuanto al objetivo principal del grupo es que cada uno pueda encontrar un ‘espacio y tiempo’ en relación con lo artístico ya sea a través de la pintura, la escritura o la música, y que a su vez pueda ir construyendo su identidad a partir de sus potencialidades y pueda favorecer el desarrollo de la autoconfianza y concluya en una práctica productiva en relación con el contexto en el que vive y pueda establecer un compromiso con esa realidad”. En este sentido, también se acotó que el taller nació sin una pauta previa, sino que brotó por las iniciativas e inquietudes sobre lo que querían hacer los participantes. Como ejemplo, se toma el escribir o pintar, siendo muy interesante algunas producciones colectivas, como poemas que se iban componiendo a partir de una palabra que alguno planteaba.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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