Silvio Méndez
(desde Gualeguaychú)

Una nueva y masiva movilización se llevó adelante el domingo en rechazo a la instalación de la fábrica de celulosa Botnia en la costa del río Uruguay, frente a la ciudad de Gualeguaychú. En una manifestación que sólo tiene como precedente la del año pasado, unas 150.000 personas se acercaron al Puente General San Martín, que une la localidad entrerriana con la uruguaya de Fray Bentos. La convocatoria a la protesta contó con una organización precisa, así como una amplia y heterogénea participación. Cuando el año pasado, a fines de abril, unas 100.000 personas se concentraron para el segundo “abrazo al río Uruguay”, nadie hacía prever que esta cantidad de personas podría superarse en número 12 meses después.

Mucha agua ha corrido bajo el puente, y a pesar de los avatares, el reclamo por la erradicación de la pastera finlandesa de la cuenca del río Uruguay sigue intacta, o lo que es más interesante, con mayores ímpetus.

En una inédita experiencia de acción colectiva, la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú ha vuelto a demostrar el poder de apelación en la iniciativa política. Ha sosteniendo el corte de la ruta 136 a la altura de Arroyo Verde -cortado desde el 20 noviembre de 2006-, pero sin atarse a él ha emprendido distintas intervenciones. La marcha del fin de semana fue la demostración de una de ellas con alta participación social.

De distintas localidades de Argentina y países vecinos, organizaciones políticas, estudiantiles, movimientos sociales, ecologistas, familias, grupos de amigos, particulares de niños a ancianos, llegaron de distintas formas al puente. El tramo de la carretera donde se encuentra el piquete, unos kilómetros antes, fue abierto en horas tempranas a la mañana del domingo. Allí, un anciano y un niño izaron una enseña de la Asociación Ambientalista. Luego, poco a poco, fueron acercándose los manifestantes que llegaron a constituir en un momento una caravana de 15 kilómetros de vehículos. Los autos, combis y colectivos se estacionaron a la vera de la ruta hasta inmediaciones del puesto aduanero, a unos tres kilómetros de la cabecera del puente.

Allí estaba instalado un escenario, y de ahí en más, el recorrido era a pie. En una caminata lenta, distendida, con un sol de otoño inigualable, una masa humana enorme se desplazaba como en una gran ronda que iba y volvía hasta unos metros dentro del paso hacia el Uruguay. A las 12.30 se celebró una ceremonia religiosa, con pastores de las iglesias católica, luterana y evangélica. También participaron vecinos que se oponen a la construcción de la papelera española Ence en la localidad Conchilla, en tierras orientales. A las 15 comenzó el acto, con la entonación de los himnos argentino y uruguayo y la lectura de un documento, donde se reiteró la exigencia del retiro de Botnia.

La marcha continuaba en un constante movimiento de gente, mientras a las 16 comenzaron los números musicales que se extendieron toda la tarde. En lo largo de la columna se vieron carteles que expresaban distintas luchas por el medio ambiente. En el trayecto, como la vez anterior, fueron distribuidos baños químicos, cestos para la basura y equipos de audio para reproducir la transmisión oficial, así como se dispuso gratuitamente agua mineral para los más agotados.

Ya a las 17 comenzó la desconcentración, tan apacible como se había iniciado. Entró el sol del domingo y una fila casi continua de vehículos emprendió el regreso, marcando el fin de una nueva marcha legendaria.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)