Jorge Riani
Tiene una oficina frente al edificio municipal, en la sede del Partido Justicialista, donde sigue haciendo la vida de un intendente en función. Así pasa los días en el llano Domingo Daniel Rossi, alejado de la actividad oficial una vez ratificado el fallo que lo condenó por haberse enriquecido ilícitamente. En su nuevo bunker se lo ve rodeado de su cofradía cortesana y de las autoridades policiales del pueblo. Está distanciado de su mujer, la diputada electa Patricia Díaz, y ante ello optó por mudarse a una finca que pertenecía al complejo del frigorífico y hoy está bajo la órbita municipal. El oficialismo rossista parece apostar al caos y por eso los primeros días del alejamiento del intendente se resintió el servicio de recolección de residuos y se pusieron trabas para repartir los planes de asistencia social. Aunque terminó acatando la obligación de dejar el cargo, Rossi no cumple con la parte del fallo que le ordena hacer trabajos no remunerados en favor de una institución de bien público. El discurso oficial de Santa Elena ha sumado una nueva ficción: la supuesta reunión de Rossi, Busti y Kirchner en la Casa Rosada para buscar una especie de amnistía una vez pasadas las elecciones de octubre. De eso hablan en Santa Elena las lenguas alquiladas del intendente condenado.
“Si llega a ver un papel tirado en la calle, por favor me llama”. La frase, puesta en voz del entonces todopoderoso intendente de Santa Elena, Domingo Daniel Rossi, contenía muchos mensajes a la vez. Eso fue lo que le dijo a este enviado de ANALISIS -en noviembre último- el hombre que todavía resistía la destitución al frente de la Intendencia. Frase pintoresca y cuasi desafiante que quedó fuera de la entrevista porque el punto de interés era otro.
Uno de los mensajes encriptados en esas palabras disfrazadas de pulcritud es el que revela que Rossi mantuvo el control total de su ciudad, incluso hasta del destino final del papelito que tira un chico después de desenvolver un caramelo. Es cierto, la plaza brillaba y al pasto se lo cortaba antes de que se anime a crecer; sólo que por esos días nadie discutía el aseo de la ciudad sino que el interés periodístico estaba centrado en la desventura de una ciudad gobernada por un político que ha sido condenado por enriquecerse ilícitamente al ritmo en que la población se empobrecía.
Bajado Rossi por imperio de lo que quedó de una ley -diezmada por el actual oficialismo provincial- que no le permite a los intendentes condenados seguir gobernando, en Santa Elena apareció la contracara de lo que ese intendente entiende por una ciudad bien gobernada. El primer día de su ausencia tuvo como resultado una ciudad invadida de basura.
“Rossi no está y ya nadie junta las bolsas”, parece haber sido el mensaje que el oficialismo local pretendió dar con los multiplicados montículos de residuos putrefactos diseminados por todo el ejido. El referente social y ex dirigente del Sindicato de la Carne, Luciano Espinoza, entendió que se trató de una burda operación del oficialismo para mostrar caos, para hacer ver que faltando el mandamás nadie, siquiera, quita la basura de la calle.
Hoy el servicio está normalizado, pero sin embargo la suspensión del intendente extiende sus consecuencias en materia de distribución de los planes sociales que Rossi siempre manejó con discrecionalidad absoluta. Que los Planes de Emergencia Laboral tengan su origen en el gobierno nacional poco importa, porque en Santa Elena nadie los puede manejar que no se llame Domingo Daniel Rossi. Sin Rossi, no hay planes, es el mensaje que se intenta dar, según denuncian algunos integrantes de Ciudadanos Autoconvocados de Santa Elena en diálogo con este semanario.
“La gente va a cobrar, se entera de que el pago no salió y eso genera malestar”, revelan los entrevistados que pertenecen a la multisectorial agrupación que se opuso tenazmente a la prolongación del mandato de un intendente condenado por corrupción.
La ilusión de la agitación social y el grito popular pidiendo el regreso del intendente circula febril en las mentes de los laderos del alejado jefe comunal. Y como el rossismo dejó en claro que el poder en esta tierra y en este instante significa licencia para contar una historia y difundirla impune y masivamente, pronto apareció el discurso oficial.
Cuando el 20 de junio el intendente salió de los tribunales de Paraná con la condena fresca dándole de lleno en su persona, se presentó hacia la barra de hinchas que trasladó a cuenta del municipio y dijo: “Se ha comprobado mi inocencia”. La gente hasta allí llevada aplaudía a rabiar y festejaba con aplausos pelados su tranquila desinformación.
Por estos días, en tanto, el discurso oficial que ha circulado en Santa Elena da cuenta de que el hombre condenado asumirá el 10 de diciembre su mandato. Para eso, la radio rossista se encargó de difundir una mentirilla a modo de comentario: la historieta da cuenta de que Rossi y el gobernador Jorge Busti viajaron a Buenos Aires para acordar con el Presidente Néstor Kirchner una especie de amnistía para corregir esta condena persecutoria -porque así lo ven- pergeñada desde el Poder Judicial. Eso es lo que lanza el poder a la sombra, que es decir las lenguas alquiladas por el intendente condenado.
Ahora, la afirmación del retorno se difunde por el boca a boca. Tampoco faltan mensajes hacia la intendenta suplente en ejercicio, la arquitecta Asunción Olmedo, que también deberá hacerse cargo de la gestión que Rossi debía asumir el 10 de diciembre. Olmedo, funcionaria técnica, no ha demostrado ningún interés en edificar un nuevo poder post-rossista, al menos hasta el momento.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
