Hugo Remedi

Primero fue intendente de Paraná, luego gobernador de la provincia de Entre Ríos. Hoy decidió dejar los hábitos y retirarse definitivamente de la política. En un extenso reportaje con ANALISIS, el contador Mario Moine sorprendió con su anuncio y como consecuencia de ello se despachó llano y descargado de los compromisos que impone siempre la inconveniencia de la militancia activa a la hora de hacer declaraciones. Por su recorrido pasaron muchos nombres -con mejores recuerdos algunos que otros-, como Busti, Montiel, Solanas, Massarotti, Allende, Mori, los Martínez Garbino, Leissa, Maya, Alasino, Orduna y Urribarri. Admitió errores y aseguró que no extraña ser gobernador, ni intendente, ni presidente de Los Hermanitos. Puso reparos a la política que se lleva adelante con relación a las pasteras y dijo que se opone a cualquier tipo de reelección aunque apoyaría una nueva postulación de Kirchner, pero de ninguna manera la de Cristina Kirchner. Reconoció que Solanas le ofreció ser candidato a intendente en la elección pasada pero que dos internas perdidas fueron suficientes para su vida política. Finalmente, aseguró que no posee temas pendientes con la Justicia, que no tiene custodia y que hace vida normal.

-¿Por qué te retiraste de la política?
-Habiendo sido intendente de la ciudad de Paraná y gobernador de Entre Ríos, por un respeto a mí mismo y un respeto a la gente que en su momento también confió en mí el gobierno de la provincia de Entre Ríos, no puedo andar cada dos o cuatro años presentándome en cada elección a ver si engancho ser diputado nacional o de vuelta intendente o eventualmente volver a la Gobernación. Ésa sería la respuesta más simple.

-¿Y la otra?
-Por otro lado, también creo que cumplí un ciclo. Tengo 57 años, cuando perdimos en la interna del 2003 ya estaba en 54 años, había iniciado la vida política a los 36, se me fueron 16, 17 años muy rápidamente. Tengo empresas en sociedad con mis hermanos, yo debía volver a la empresa, por eso en el 95 retomé mis actividades. Y visto en el tiempo, y atendiendo a mi vida personal, creo que 10 años que uno se entrega para el bien común, con aciertos y con errores, me parece que es un tiempo más que suficiente.

-¿Es definitiva la decisión?
-Sí.

-¿El peronismo te quitó más de lo que te dio?
-No, no, no. Por el peronismo yo tengo un agradecimiento profundo, partiendo de la base de que yo asumo el peronismo a los 36 años, mayoría de edad, y sé qué paso dimos. Es que casi recién se estaba volviendo a la democracia, estoy hablando del año 86. El haberme permitido, a partir del justicialismo, llegar a ser gobernador de la provincia es una honra que agradezco profundamente.

-¿Llegar tan rápido en el peronismo y sin militancia previa tuvo su costo?
-No te olvides de que yo venía trabajando desde la década del 70 en forma personal, desde mi empresa, atendiendo no solamente a nuestro personal sino que también trabajaba en algunas obras de beneficencia. En particular, en el 76, 77 yo irrumpo a trabajar socialmente, y mucho, con el padre Alejandro en el Maccarone, cuando tenía 27 años. Ahí en calle Ambrosetti está tal vez la obra más interesante, porque hicimos un plan de viviendas de 20 familias donde yo compré los terrenos y además acompañé todo ese proceso. Muchas de las aulas, de las viejas aulas que están en el Maccarone, también contaron con mi contribución. Así que yo, cuando llego al 86 me meto en política; venía con un trabajo social de base.

-¿Y cómo te fue haciendo trabajo social en plena dictadura militar?
-Fijate vos, hay un detalle que vale la pena recordarlo. Yo comencé a trabajar socialmente en mayo o junio del 76, y dejaba el auto, ahí, antes de empezar el Maccarone, porque todavía no había calles asfaltadas. Y entraba al barrio todas las tardecitas -en ese tiempo usaba barba-, y por esos mismos tiempos a las personas como yo que tenían preocupación social, en esa misma zona, los estaban levantando. Supongo que a mí no me levantaron porque la Policía y el Ejército habrán identificado que era de la familia Moine. Yo no tuve historia en el peronismo, cárceles, como tuvieron otros compañeros, pero llevo con cierto orgullo ese detalle, que era como la semilla. Mientras grupos armados levantaban a los trabajadores sociales, yo era la semilla que nacía de vuelta, sin querer.

-¿Qué es más doloroso, la traición de los viejos conocidos o la obsecuencia de los nuevos amigos del poder?
-A mí me parece que no hay traición. No... He visto en el tiempo, inclusive la obsecuencia, y entendiendo lo que es el poder. En realidad, las instancias del poder son las mismas que hace 3.000 años; despiertan grandes gestos, hay grandes deslealtades, grandes compromisos, grandes agachadas.

-¿Por qué hoy se nota con mayor notoriedad que la política funciona sobre la base de la extorsión, el apriete, las traiciones?
-A mí me da la impresión de que poco a poco han ido desapareciendo los partidos tradicionales y se van conformando dentro de ellos líneas y dentro de esas líneas figuras, que en el nombre del peronismo o que en el nombre del radicalismo se mueven, pero en realidad lo hacen de forma independiente. De tal modo que son grupos políticos que luchan por el poder, con las siglas de partidos tradicionales que van y vienen. Si nosotros analizamos esta provincia, estaba el grupo de Julio Solanas, por supuesto el peronismo oficial representado por Jorge Busti, y que de alguna manera u otra representa Emilio, porque también era el peronismo. En Gualeguaychú se abre una cuarta instancia con Maya, peronista también. Y el radicalismo, a su vez, con una expresión formal en Cusinato, pero después una parte en la Concertación y otros trabajando en juntas vecinales o en expresiones en pueblos casi personales. No sé si la palabra diáspora es la justa, pero creo que debe marcarse como una preocupación: la debilidad en que cayeron los grandes partidos políticos en la Argentina.

-¿Por qué los grandes protagonistas políticos, en general, terminan sin la gente que los acompañó al principio?
-Yo estaba mirando una foto que tengo en mi escritorio, donde estamos con el Presidente Menem, 22 o 23 gobernadores, porque creo que había un vicegobernador. Estamos hablando casi de fines del 94, de principios del 95... No quedó ninguno, no queda nada. Ninguno. Puede que haya tres o cuatro como legisladores nacionales, pero después, o están en la actividad privada o han insistido con algunas internas y han perdido. Inclusive, en nuestra provincia por ahí se ha reprochado cómo se han repetido los legisladores peronistas, sin embargo si hoy ves la grilla quedan muy pocos de los que estuvieron con Jorge Busti o conmigo allá por la década del 90. Se va produciendo una renovación inevitable, porque pasan los años, pasan los años.

-El informe Domenicone y su consecuencia, la 8.706, ¿fulminó tu carrera política?
-No sé si fue tan así, porque el planteo de disminuir el número de personal que había en la administración pública fue hecho allá por los primeros días de enero del año 93, y cuando vamos en octubre de ese año a dar la disputa por la lista de diputados nacionales, que en nuestro caso nos representaba en primer término Rolando Kaheler, que es un amigo y que había sido intendente de Crespo pero frente a un rival fuerte como Sergio Montiel, y sin embargo ganamos. Y allí siempre se marcó mi duda, porque en verdad la 8.706 ha sido un caballito de batalla de la oposición, pero mucho más de mis compañeros.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)