Claudio Cañete
Las emisoras LT 14 de Paraná, LT 15 de Concordia y LT 11 de Concepción del Uruguay cimentaron una tradición en el género del radioteatro a nivel local, con sus propios artistas, guiones y giras artísticas. Intercalándose con las emitidas desde Buenos Aires en cadena, estas producciones y compañías de radioteatro escribieron su propia historia. Aquellos días llenos de nostalgia, otras costumbres, donde todo estaba por hacerse en cuanto a radiofonía en la década del ‘40, se vuelcan en las páginas del libro El radioteatro en Entre Ríos, del historiador Rubén Isidoro Bourlot. Un trabajo para ser leído detenidamente, y en el caso de los románticos, también para emocionarse. El autor dialogó con ANALISIS.
La aparición del libro El radioteatro en Entre Ríos, de Rubén Bourlot, viene a llenar un vacío que hasta ahora nadie se había arriesgado en ocupar. Como antecedentes, hay documentales audiovisuales, escritos breves, reportajes, pero nada sistematizado. Sin embargo, a su entender el autor asegura que la rica experiencia del radioteatro entrerriano es vastísima, a punto tal que es el producto necesariamente resumido de la recopilación de testimonios realizados alrededor de los tres centros emisores del género, que da sus primeros pasos a partir de 1945.
Fue cuando se instalaron las radios de Paraná y Concordia, y que se amplía en 1951 con la instalación de otra en Concepción del Uruguay. Para Bourlot, el radioteatro como fenómeno social es una tarea pendiente de los historiadores que debe seguir siendo examinada, donde su obra es el puntapié inicial, pero no el final.
Para llevar adelante la tarea, el autor apeló al relato de protagonistas y testigos directos de la actividad radioteatral y a la documentación de diverso origen que obra en poder de particulares. Según señala en la introducción, es evidente que con el paso de los años y por falta de valoración del documento, mucho es lo que se perdió definitivamente y otro tanto quedó en algún rincón aún no develado. A su entender, queda pendiente completar cierto rastreo de información y cubrir otras regiones no exploradas fuera del área de las emisoras pioneras, ya que a partir de 1970 se instalaron nuevas radios de amplitud modulada que siguieron brindando espacio al género, aun después que el radioteatro abandonara los medios de mayor alcance.
El análisis
El libro rescata y señala los aportes interesantes que el circo criollo hizo al género del radioteatro (hombres, nombres, recursos artísticos y contenidos) y familias con tradición teatral como los Santángelo. Otro nutriente para el rubro fue el teatro vocacional o independiente, con diversos grupos como el Casacuberta; estos desembocaron en LT 14 de Paraná. Como así también del elenco estable teatral del Club Atlético Ferrocarril de Concordia, surgieron los staffs radioteatrales para LT 15. De todo esto hay información abundante y detallada.
Luego se adentra en conmovedores testimonios que rescatan un tiempo donde todo era más simple, llano, pero por eso no menos rico: la entrerrianía con sus costumbres, sus símbolos, sus influencias y adaptaciones, construyó su propia impronta a la par de la que construyeron las grandes cadenas radiales nacionales, como la de Radio Belgrano.
Una parte muy sabrosa de esta publicación es el sinfín de anécdotas que reconstruyen todas las vicisitudes de los elencos que tras el éxito obtenido en la radio, salen de gira por el interior provincial para actuar en vivo y así mostrar la trastienda del radioteatro. Esto con todos sus efectos, el deslumbramiento del público que recibía a las estrellas del medio, o la desilusión total al ver desenmascarados los trucos con que día a día se imaginaban otros mundos. En este sentido, vale la pena recorrer algunos. “Así como trabajábamos con 500 personas, si había 100 personas se laburaba igual, de la misma forma que se trabajaba con 500 personas. Por ahí llovió, pero esas 30 personas pagaron para venir a vernos. Esa gente sacó su plata del bolsillo, se sacrificó. Era gente del campo que venía de lejos. Se terminaba la función a las 12 de la noche... a las 2 de la mañana salían a ordeñar, capaz que ni se acostaban. Venía gente a caballo, con sulkys, alumbrados con soles de noche”, recordó José Victorino Navarro, actor que venía de la tradición circense, en Paraná.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
