Daniel Tirso Fiorotto
(especial para ANALISIS)
Niños, mujeres, hombres intoxicados aquí y allá; peces muertos en el arroyo Ensenada; vacas muertas en San Ramón; denuncias ante jueces provinciales y federales, y consultas médicas crecientes por erupciones cutáneas, dolores musculares, cefaleas agudas, fiebre alta, diarrea… ¿qué nuevo y extraño mal acecha a los entrerrianos? Un respetado dirigente que fue cinco años preso de la dictadura se animó a llamarle “genocidio”, agravado en Entre Ríos por la concentración de las riquezas y la exclusión. Los temores llevan al banquillo a una vedette de la economía local, y desafían a la promesa más difundida del gobernador electo, Sergio Urribarri, coincidente con una polémica embestida agroenergética del presidente norteamericano George Bush.
Los Comparín de San Ramón, en las nacientes del río Gualeguay; los Girard de Villa Urquiza, los Cian de Líbaros, los Frigo de La Ollita cerca de Las Guachas; maestras y alumnos, vecinos de Paraná, Diamante, Gualeguaychú, Tala, Basavilbaso, Cerrito, presentan testimonios inocultables ya, de los efectos nocivos, y en casos mortales, del uso indebido y masivo de productos químicos en Entre Ríos.
El año 2007 está poniendo una bisagra en la atención de este flagelo, porque decenas de familias que lo padecen se animaron a denunciar, y encontraron amparo en un grupo de profesionales que, ante la sordera de los poderes ejecutivo y legislativo, optaron por la vía judicial.
El crecimiento abrupto de la soja se dio sin estudios de impacto. En 13 años la oleaginosa pasó de ocupar el 7,6 por ciento de la superficie agrícola al 76 por ciento en Entre Ríos, y el gobierno se limita a practicar el laissez faire y tomar impuestos.
“El cúmulo de evidencias científicas y prácticas que tenemos es abrumador. Lo que pasa es que hay una voluntad de no reunirlas, no tenerlas en cuenta. Ante un genocidio denunciado por nosotros, el esfuerzo por reunir las evidencias tendría que ser de la sociedad civil, porque el Estado sigue diciendo que no hay pruebas suficientes”, aseguró Jorge Rulli, líder del Grupo de Reflexión Rural (GRR), que participó de una asamblea de vecinos de Paraná asombrados por los efectos de los agrotóxicos en la población.
En su larga militancia política, Rulli estuvo cinco años preso durante la última dictadura, y por eso mismo llama la atención su dureza: “Es peor que la dictadura militar en cuanto a la cantidad de víctimas, sería fácil de probar que hay más de 30.000 muertos en estos años”, afirmó.
“El campo de La Perla que fue uno de los principales centros de exterminio de la provincia de Córdoba hoy es un campo de soja, el museo de la memoria se instalará dentro de un campo de soja. El último prostíbulo que se reprimió en entre Córdoba y Catamarca que se llama Puentes de Fuego, donde había varias niñas prisioneras, algunas encadenadas, estaba en medio de un inmenso sojal. Era un prostíbulo con mujeres prisioneras donde había un helipuerto para que bajaran los sojeros. No se quiere ver el modo en que la soja ha impactado, y ha modificado la cultura, los hábitos de consumo y las relaciones políticas en este país”.
Para Rulli, la promoción del modelo sojero, sea para vender piensos (alimentos secos para el ganado) a Europa y China, sea para hacer combustibles, consolida una estructura de explotación concentrada de la tierra, una reprimarización de la economía con exclusión de gran parte de la comunidad, y atenta así contra los intereses nacionales por los efectos nocivos sobre la salud y el futuro.
Biocombustibles, ¿desarrollo?
“Comienza formalmente el proceso administrativo que permitirá que Entre Ríos pueda transformarse en una provincia agroenergética”, dijo Sergio Urribarri horas antes de convertirse en el gobernador electo de la provincia. “Este proceso permitirá que Entre Ríos pueda ser la primera provincia del país en tener un programa ordenado de producción de un producto central para la economía nacional y mundial de los próximos 50 años: el biodiésel. Un polo oleoquímico es un complejo industrial integrado por una planta de silos que acopia miles de toneladas de oleaginosas y una planta productora de aceite vegetal que alimenta una planta elaboradora de biodiésel”, insistió y llamó a instalar 17 polos, uno por cada departamento.
Sin embargo, biodiésel y etanol tienen significados distintos, según el ángulo. Donde Urribarri ve luz, Rulli oscuridad. “Con una actitud ingenua ven que la Argentina se ha sacado la grande, que le llegó una nueva oportunidad: ser los primeros, o ser uno de los países principales en producir biocombustibles. No consideran para nada las consecuencias que esto va a traer. Poner la agricultura al servicio de abastecer la sed de los motores europeos lo vamos a pagar carísimo. Lo penoso es que los líderes populares no piensan en las consecuencias sobre nuestro pueblo, y en cambio sí las están pensando los propios productores de biocombustibles… han planteado que el Estado tendría que prever algún tipo de normativa, territorio o espacio para que se siguiera produciendo alimentos para que la población no entre en crisis”.
La lucha de Rulli y los que piensan como él no será fácil: los gobernantes de esta provincia encuentran un aliado fuerte en su modelo, el Presidente de los Estados Unidos, George Bush, que promueve biocombustibles a escala para salir de la dependencia de los países petroleros, todos enemigos que ha sabido cosechar.
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