Claudio Gastaldi
(desde Concordia)
En Concordia casi no se habla del triunfo de Gustavo Bordet. Se menciona más la derrota de Juan Carlos Cresto, y algo similar debe estar ocurriendo en Gualeguaychú luego que se conociera que por primera vez, el ex grupo pejotista Militancia perdió el poder territorial en el único departamento justicialista que se había mantenido alejado de la influencia bustista. Aunque las encuestas lo dijeran, en uno y otro lado, nadie se creía que eso podía llegar a ocurrir. Y ocurrió. En Concordia, por ejemplo, la sociedad entendió mayoritariamente que la disputa era Busti vs Cresto y si hay algo que quedó claro es que el peronismo mantuvo sus votos y lo siguió a Busti. Cresto, aunque parezca mentira, casi no tuvo votos peronistas. Sí, así como se lee, Cresto casi no tuvo votos peronistas.
Un recuento simple en relación a la elección de 2003 nos dice esto: el pasado 18 de marzo, la UCR perdió 5.000 votos; Todos por Concordia 7.000 y Nuevo Espacio o Concertación, 6.000. Se trata de 18.000 votos que formaron parte de los casi 20.000 que Cresto obtuvo esta vez. Casi como un calco, el peronismo mantuvo su caudal electoral. El dato es muy impresionante y habla del nivel de adhesión a Busti y/o al peronismo oficial en esta ciudad.
Pero, en realidad, surgieron varias cosas inesperadas en la elección del domingo, entre ellas esa extraña sensación de ir para atrás en cuanto a calidad democrática. Entre Ríos apuntaba a ser una provincia de alternancia en la que cada vez parecía afirmarse más la idea de una tercera y cuarta fuerza capaz de representar al amplio espectro social e ideológico. Ahora, lejos de eso, lo que se asienta es la tendencia al poder hegemónico, a un poder más concentrado, alentando la falsa idea de que la sociedad entrerriana se ha hecho mayoritariamente peronista o bustista o como se quiera.
En Concordia, por caso, la oposición desaparecerá de las instituciones de la democracia. Desde el próximo 10 de diciembre estaremos en presencia de un Concejo Deliberante monocolor, habrá 12 concejales justicialistas, unos de Busti y otros de Cresto, pero todos peronistas. No estará presente ni la centro-izquierda, ni el radicalismo, ni la derecha orgánica, será uno más de los tantos datos que no hablan bien de nosotros como sociedad.
En la provincia no pasará algo muy distinto pues, entre los 15 diputados oficialistas más los cinco o seis solanocrestistas de ocasión, el peronismo alcanzará un total de 20 miembros de una cámara de 28. Peor aún será el Senado donde, salvo el legislador radical de Federal, el resto será del mismo tronco.
“Ahora no van a tener excusas”, dicen unos, intentando quizá con banalidad obviar el debate sobre la pobre decisión ciudadana y apuntando al hecho de que no tendrán justificativos -¡como si los hubieran necesitado alguna vez!- en cuanto a que no tendrán oposición y podrán gobernar cómodamente.
Otros, acentúan su tendencia antiperonista, básicamente gorila, culpándolos de todos los males, a ellos (los ganadores) y a quienes los votan. Sacan a relucir todo su rencor de clase contra los más desprotegidos, “los que los votan por una bolsita, los que no tienen cabeza, los que no piensan, los negros” y otro sinnúmero de epítetos. Son los mismos que explican el triunfo del domingo con brutal simpleza: ganaron por la cantidad de dádivas y canonjías que repartieron.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)