Florencia Penna
En el marco del Ciclo Musicantes, Facundo Vázquez presentará su nuevo disco de canciones sobre el exilio, Buscadores del alba. Será mañana, a las 21, en el Museo Provincial de Bellas Artes (Buenos Aires 361), donde su voz y guitarra serán acompañadas por Gonzalo Díaz en percusión, José Ayala en bajo y Martín Vázquez en guitarra. La entrada será de 5 pesos.
Hace cinco meses, el músico, dibujante y comunicador social regresó de España, adonde fue en 2001 en busca de nuevos horizontes. El año pasado, en medio de una visita a su ciudad, presentó el disco La canción de los abrazos en la Escuela de Música. En esta nueva visita -pues ahora vive en Rosario- ofrecerá su producción más reciente, en simultáneo a la inauguración de la muestra colectiva Acidez No More!, donde se verá su veta de humorista gráfico bajo la firma de Faca. Otro condimento que hará especial la velada será la participación de su hermano Martín, gran artista que emigró de Paraná para tocar la guitarra en las principales ciudades del mundo y que actualmente integra el Ramiro Gallo Quinteto.
-¿Te considerás un exiliado?
-No en el sentido político, obviamente. Aunque habría que discutir qué entendemos por “político”. Un exiliado puede ser un tipo que se muda de barrio, ¿no? Quiero decir, pienso en un significado más personal, más implicado con movimientos que tienen que ver con dejar la infancia, o mirar el mar y sentir el río “de antes”. ¿De antes de qué? Antes, cuando uno estaba en el lugar donde tu nombre tiene una continuidad en los demás. Y de repente estás en otro espacio. ¿Importa si fuiste por propia decisión o expulsado? Ahora mismo puede ser al revés. Mirar el mar en el río. El mar de Barcelona, bordeado por trenes y aromas que se superponen y anulan, a veces, entre sí, mixturados con aires y melodías litoraleñas.
-¿Cómo surgió el disco?
-Empezó a surgir a los pocos días de haberme ido, a fines de mayo del 2002. Yo tenía un reloj con la hora de acá y no lo podía cambiar. Entonces vivía como dos tiempos paralelos, preguntándome siempre en qué andarían los amigos de acá. Eso me hizo preguntar el porqué del viaje y así las canciones empezaron a andar y se tomaron un período de cuatro años de gestación. En el medio, después de tres años volví a Argentina y me encontré en lo de mi viejo con un grabado que yo mismo había hecho y le había regalado hacía tiempo. Ésa es la tapa del disco: tres tipos caminando hacia la montaña. Atrás de ese trabajo decía Los buscadores del alba. Le saqué el artículo y ahí quedó el título, que es algo muy importante en cualquier creación. Muchas veces, un nombre determina y direcciona todas las ideas que subyacen en una obra. ¿Para qué van esos tres hombres hacia la montaña? ¿Qué hay detrás de ella? Esas preguntas tenían que ver con mi propio impulso de partir.
-¿Cuándo lo grabaste?
-Entre diciembre y enero pasados, en una universidad de Barcelona. Todo muy artesanal, tocando varios instrumentos y experimentando todo el tiempo. La única consigna era que no hubiese consigna, así que me llevaba las maquetas previas y trabajaba sobre las canciones buscando texturas nuevas a partir de lo que “ellas” me dijeran. Una canción puede ser muchas canciones. Lo importante es saber cuándo está terminada, o por lo menos definir un tiempo acotado de una de esas infinitas posibilidades de combinaciones de notas, acordes, letras, instrumentos, etcétera. También anduve por ahí registrando sonidos ambientales que aparecen cada tanto en el disco. Eso le da otra dimensión a las canciones.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)