Claudio Cañete

Organizadas por el Área de Comunicación Comunitaria, de la Facultad de Ciencias de la Educación, de la Universidad Nacional de Entre Ríos, se desarrollan hasta mañana viernes, las “Segundas Jornadas de Comunicación Comunitaria: Construyendo comunidades para un nuevo mundo”. Desde ayer, delegaciones de distintos puntos del país, vinieron a intercambiar experiencias sobre esta especialidad, buscando apuntalar un perfil de comunicador social no tan emparentado con los medios masivos sino con prácticas de intercambio humano: donde sea un agente facilitador, en contextos populares, marginales o educacionales de carácter alternativo, por ejemplo. Las jornadas se realizan con el apoyo de la Dirección de Fortalecimiento de Espacios Asociativos, dependiente de la Secretaría de Políticas Sociales del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. En diálogo con ANALISIS, los organizadores brindaron detalles del encuentro y explicaron qué es la Comunicación Comunitaria.

En el entrepiso del moderno edificio de la Facultad de Ciencias de la Educación, sobre calle Buenos Aires, se encuentra una oficina donde se trabaja sin cesar. Una mesa grande, unos muebles llenos de materiales, una computadora en un rincón, mapas y letreros en las paredes, componen la escenografía del Área de Comunicación Comunitaria, de la Carrera de Comunicación Social, que se dicta en esta Facultad. Patricia Fasano, su directora, es docente de la institución y coordina este gran desafío. Desde ayer miércoles, los principales referentes nacionales de esta especialidad y delegaciones de otras facultades participan en mesas de trabajo, intercambiando saberes, vivencias, teorías, opiniones y sobre todo muestran los resultados obtenidos en el trabajo concreto con grupos poblacionales diversos. La figura del comunicador social, en el ideario de la gente común pero también en ciertos sectores académicos, está emparentada con su accionar desde los medios masivos de comunicación. Comprometido, atravesado por muchas problemáticas pero con un rol mas bien cercano al de describir la realidad desde un aspecto externo. La Comunicación Comunitaria en su lista exige otros requisitos. Aquí la figura del comunicador social es estar dentro del entramado social, dentro de una experiencia de intercambio humano puntual, oficiando de mediador, de facilitador, no imponiendo absolutamente nada más bien orientando y sobre todo pasando desapercibido. Cuanto más anónima es su tarea se considera más eficaz su desempeño profesional. Sin lugar a duda una impronta distinta a la del trabajador mediático.

“El área en esta Facultad se creó reglamentariamente en noviembre de 2004. Lo cierto es que se fue armando de gente durante el año pasado. Se llamó a concurso, la mayoría son cargos ad honorem o afectaciones de cargos docentes. Está hecha con muy poca plata. Igualmente ya había un grupo de gente que estaba trabajando desde el 2003 y todo el 2004. Es cuando la Facultad decidió crear el área y en ese sentido lo que hizo fue integrar el grupo, digamos un trabajo que ya venía previamente”, explicó Patricia Fasano, directora del Área de Comunicación Comunitaria de la Facultad de Ciencias de la Educación. “Y si se trata de explicar qué es y qué incumbencias tiene la Comunicación Comunitaria, digamos en principio que tiene una tradición muy larga en Latinoamérica, ligada a lo que es la comunicación popular y la educación popular; esto significa hablar de sectores marginales. Lo que pasa es que actualmente hay una redefinición de lo comunitario en el sentido de poder trabajar también en los sectores medios, con el objetivo de reforzar el componente comunitario, la pertenencia , la identificación con lo comunitario, el sentimiento de que pertenecemos a una comunidad, que no somos personas aisladas. Ahora bien, lo característico del trabajo de Comunicación Comunitaria es que es en los barrios, en cárceles, en lugares que tradicionalmente está la exclusión social. Con respecto a eso, hablamos de barrios pobres y sabemos que las cárceles también están llenas de pobres”, indicó Fasano.

Las actividades principales

“Nosotros en este momento estamos trabajando en cuatro líneas fuertes: una es la parte de “Comunicación en Espacios de Reclusión”. En este sentido se está haciendo un trabajo en el penal de varones con talleres de comunicación en la Unidad Penal N º 1 de Paraná. Otra es la parte de “Comunicación y Educación”, que gira sobre algunos ejes como sexualidad, género y violencia. Concretamente se está trabajando con jóvenes de la escuela media, con chicos de la Escuela Guadalupe. Es en esta área donde se retoman los preceptos de la educación popular y es donde se trabaja con sectores educativos, en este caso con los de esta institución. La tercera línea tiene que ver con “Memoria Barrial”, allí vemos cómo a través de procesos de comunicación se puede recuperar la propia historia, que no es la misma historia que nos cuentan. Se trata de la historia contada por el barrio, la de la gente. En este caso se está trabajando además con un grupo etario que son los adultos mayores, la actividad está centrada con los integrantes del Club de Madres y Abuelas del Barrio Belgrano. Y la cuarta y última línea sería la de “Medios Comunitarios de Comunicación”, donde se apoya a distintas experiencias de medios alternativos, como por ejemplo un grupo de jóvenes del Barrio Belgrano que tienen la idea de tener una radio y como sucedió anteriormente cuando se trabajó apoyando en Barrio Padre Kolbe a la F.M. Comunitaria Doña Munda. Incluso en Barrio Belgrano también se está trabajando en un taller de radio para niños”, explicó Marianela Morzán, también integrante del área. Que informó que además participan del Foro Social de los Barrios, en talleres del Hospital Neuropsiquiátrico Roballos y que ya fueron invitados por la Fundación Eco Urbano para aunar esfuerzos en algunos proyectos.

“Con Eco Urbano vamos a participar en un actividad donde tenemos que trabajar con organizaciones de la sociedad civil de toda la provincia, esta idea de comunicación comunitaria, para que se vaya desarrollando como una posibilidad más del ejercicio profesional de los comunicadores. Algo que de a poco tratamos de alimentar dentro de la Universidad, que va ocupando un lugar importante dentro de la formación de los comunicadores, que antes no la tenía. Porque en verdad, todavía tenemos comunicadores bastante formados para trabajar en los medios o sea el perfil clásico del comunicador. En nuestro caso es distinto, queremos cambiar ese rol, es como poner las herramientas de la comunicación más bien al servicio de ciertos procesos sociales de reforzamientos de identidades comunitarias. El comunicador clásico, el que trabaja en los medios es un comunicador donde mucho del proceso está centrado en sí mismo, en su persona, en su presencia. En este caso de la Comunicación Comunitaria, el comunicador se pone al servicio del proceso de comunicación de la gente o sea que cuando más anónimo y más desapercibido pasa, menos presencia tiene su mano en esos procesos, mejor es su trabajo. Sin dudas es otra forma de entender la comunicación, sería como un acompañamiento de distinto tipo para organizaciones no gubernamentales, escuelas, entre otros”, agregó Fasano.

Según Fasano, la Universidad vive haciendo una autocrítica acerca de una falta de contacto asiduo con la vida social de los sectores que no acceden a precisamente a ella. “Y en ese sentido corremos el riesgo y pecamos de teorizar mucho en relación a los sectores sociales a los que nosotros pertenecemos, pero cuando nos encontramos con una Argentina que cuenta con un cincuenta por ciento de sectores de pobreza -que es un sector de la sociedad que no entra a la Universidad- vos te encontrás con que entonces estamos formando comunicadores para trabajar en un espacio muy pequeño en realidad. Y bueno, cuando hablamos de la pobreza hablamos de pautas culturales que son diferentes y la Comunicación Comunitaria justamente es un modo de trabajar con ellas y no otras. A partir de allí tratamos de poner nuestras herramientas de comunicación, nuestras herramientas técnicas al servicio de esas pautas culturales, para contribuir a consolidarlas, a que las personas valoricen su cultura, refuercen su autoestima, participen más, en el fondo es una apuesta política también. Y que también las personas produzcan sus propios mensajes para comunicarse entre sí con su comunidad y a partir de ahí vayan haciendo propias herramientas para seguir avanzando”, explicó la directora del área.

(Más información en la edición gráfica de ANALSIS de esta semana)