Álvaro Moreyra
Balance positivo. Con esas dos sencillas palabras puede resumirse el andar del seleccionado de Entre Ríos en la edición número 62 del Campeonato Argentino de Rugby. Es que, al margen de los resultados deportivos y que de tres partidos se perdieron dos (ante Santiago del Estero y San Juan, ambos de visitante) y se ganó el restante (frente a Jujuy, el único partido que jugó de local), quedó nuevamente evidenciado que el cuerpo técnico está apostando al trabajo a largo plazo y pensando a futuro, algo que se manifestó desde el primer momento en el que José Lesci tomó la riendas del representativo de la Unión Entrerriana de Rugby (UER). El Bagre podrá seguir o no, pero el terreno está sembrado y todo dado para la continuidad de un estilo de trabajo y, por qué no, una forma de jugar al rugby.
El representativo de nuestra provincia para este Campeonato Argentino presentó un plantel con muchos jugadores jóvenes y solamente algunos valores con experiencia y muchas contiendas de este tipo en su carrera deportiva. Los primeros son chicos que vienen pisando fuerte y jugando a buen nivel en sus respetivos clubes y que en los partidos disputados con el seleccionado de la UER dejaron demostrado que no les pesó la camiseta y que se animan ante cualquiera. A esos jugadores, este cuerpo técnico decidió darles su oportunidad.
Justamente esos apellidos son los que conformarán el equipo para la temporada entrante y las por venir, porque son el futuro del rugby en nuestra provincia y que, con más roce en este tipo de competencias, están en condiciones de luchar el tan ansiado ascenso a la elite del certamen interuniones, algo que aparece como una quimera pero que no es imposible. De hecho, al ejemplo más concreto lo tenemos en la vecina orilla, el seleccionado de Santa Fe con trabajo y mucha entrega pudo llegar a codearse con las mejores uniones del país.
Promediando el año 2005, el entrenador José Lesci se hizo cargo de todos los seleccionados de la UER, cumpliendo la función de head coach; vale decir, todo el acontecer de los diferentes seleccionados, en todas las categorías, a partir de ese momento pasarían por sus manos. El entrenador desde un primer momento tuvo en mente darles cabida a los juveniles que venían y vienen pidiendo pista desde abajo, mezclándolos con jugadores de experiencia que son los menos. Esto quedó demostrado en la última convocatoria, donde el promedio de edad no superaba los 24 años. Ésa es la idea que pregonó este cuerpo técnico desde su arribo. No hay dudas de que esta tesitura apunta a un trabajo a largo plazo y que la paciencia será fundamental para aquellos resultadistas a rajatabla que no bancan los reveses y que critican todo el tiempo, muchas veces sin tener en cuenta los sacrificios que se realizan. Sucede que dentro de algunas temporadas, los que hoy son jóvenes, mañana serán la voz de la experiencia. Se trata solamente de esperar nada a que el tiempo pase y que estos chicos tengan algunos partidos más sobre sus espaldas. Aunque el término resulte reiterativo, la paciencia es la clave.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
