Juan Cruz Varela
En medio de un profundo misterio y mientras se aguarda el resultado de algunas pericias consideradas clave, la justicia avanza sobre nuevas pistas que le permitan esclarecer el homicidio de Carlos Alberto Scannapieco, el hombre que estaba a cargo del Cine Rex desde su reapertura en julio pasado. Aunque aún no se ha podido establecer claramente un móvil, los investigadores descubrieron que el hombre tenía un sobrino que se encuentra detenido en la cárcel de Gualeguaychú, condenado por crímenes violentos cometidos en el Gran Buenos Aires y que fue trasladado a la provincia porque formaba parte de una banda que robaba para agentes del Servicio Penitenciario Federal, lo que fue ocultado por sus familiares, según pudo saber ANALISIS. Ajuste de cuentas, asesinato por encargo, motivaciones pasionales, económicas o alguna extorsión son las hipótesis que se manejan. Pero también causó sorpresa la revelación de que Scannapieco trabajó para la Contaduría General del Ejército.
Una mañana soleada, preanuncia lo que será el fin de semana en Paraná. Se promovía una vasta agenda cultural y el cine proponía una cartelera de acción, drama, comedia y terror en funciones continuadas, con dos películas. Un muerto, una carta y una escena en que todo aparentaba ser normal sacudieron de la modorra a la ciudad. Enigmas, misterios, dudas y una trama de ocultamientos rodean la investigación. Se habló de suicidio hasta que se comprobó que se trataba de un asesinato. ¿Fue un ajuste de cuentas, un crimen por encargo, pasional, con motivaciones económicas? ¿Qué cuestiones oscuras se ocultan detrás?
La muerte de Carlos Alberto Scannapieco sigue siendo un misterio para los investigadores. El gerente administrador del Nuevo Teatro Cine Rex y ex empleado de la Contaduría del Ejército apareció ahorcado en su departamento de calle Cervantes 143, tirado debajo de una mesa plástica, vestido sólo por una bata y se presume que fue asesinado por una persona de su extrema confianza entre la 1 y las 3 de la madrugada del viernes 29 de septiembre pasado.
El departamento del primer piso que habitaba Scannapieco estaba cerrado y las llaves sobre un aparador. Las puertas y ventanas no habían sido forzadas y en el lugar no había signos de violencia. La víctima presentaba golpes en distintas partes de la cabeza, sobre uno de sus ojos y en los pómulos, por lo que había dejado algunas pequeñas manchas de sangre en el piso. La autopsia determinó que se trataba de un estrangulamiento a lazo, lo que produjo una muerte por asfixia mecánica, pero un hecho que llamó la atención fue que Scannapieco no presentara signos de haberse defendido de su atacante, más aun teniendo en cuenta su corpulencia física.
Sobre la mesa que era utilizada como escritorio también se encontró una carta dirigida a “Alfonso”, en la que Scannapieco supuestamente manifestaba cierto malestar que le provocaba tener que enfrentar todos los problemas económicos y financieros del grupo, aunque no explicitaba que fuera a suicidarse. Se trata de Alfonso Álvarez, que junto a su hermano Antonio encabeza el proyecto de reapertura del Cine Rex. Ambos son primos de Scannapieco y Alfonso había vivido en el departamento hasta unos días antes de la muerte del gerente administrador del cine.
Tras el hecho, el departamento fue inventariado, sellado, clausurado y precintado. Se levantaron huellas dactilares y capilares -se comprobó que pertenecían al propio Scannapieco-, se dispuso realizar un análisis de las vísceras para establecer si el hombre había ingerido alguna sustancia. Sin embargo, los resultados de las pericias de anatomía patológica a cargo del Departamento Médico Forense del Poder Judicial y de la Dirección de Criminalística de la Policía no están finalizados por el tiempo que demanda el procesamiento de las distintas sustancias que se utilizan para el análisis las muestras. Tampoco está concluida la pericia caligráfica ni se han obtenido los datos del entrecruzamiento telefónico solicitados por el juez de Instrucción Gustavo Maldonado a las empresas prestadoras del servicio, según confirmó una alta fuente de la investigación consultada por ANALISIS.
Aunque entre los investigadores reina el desconcierto, en los últimos días se avanzó en algunas líneas. Se descarta el motivo del robo, puesto que el departamento mostraba un orden y prolijidad que no hacía presumir eso. No se determinó que faltaran cosas de la vivienda y se conoció que el gerente del cine tenía bastante dinero en los bolsillos de un pantalón que había sido dejado cuidadosamente sobre una silla de la habitación. Tampoco se cree que el crimen pueda tener motivaciones pasionales puesto que Scannapieco había estado casado hace muchos años, pero no se le conocía una pareja y desde su llegada a Paraná vivió con su primo, Alfonso Álvarez, hasta semanas atrás, hecho que lo dejó en una situación de apremio económico y agravado un problema de salud, aunque no había visitado a un médico en la ciudad.
Tampoco hay indicios de que se trate de un ajuste de cuentas, ya que a Scannapieco no se le conocían enemigos -a pesar de que se reconoció que el grupo inversor del Cine Rex tenía deudas por algunas refacciones-, aunque en los investigadores despertó algunas sospechas el hecho de que el hombre hubiera trabajado en la Contaduría General del Ejército, un organismo que es responsable administrativo ante la Secretaría de Hacienda y órgano rector del Sistema de Contabilidad del Ejército Argentino y como tal responsable de prescribir, poner en funcionamiento y mantener dicho sistema en todo el ámbito de la fuerza; registrar sistemáticamente todas las transacciones que produzcan y afecten la situación contable y financiera de las unidades desconcentradas; y prestar información contable de manera de facilitar las tareas de control y auditorías. Al parecer su trabajo estaba relacionado con la museología, actividad en la que se destacaba y que lo había hecho viajar por distintos lugares del mundo.
Pero un dato que puso en vilo a los investigadores fue el descubrimiento de que un sobrino de Scannapieco purga una larga condena en la Unidad Penal Número 2 de Gualeguaychú por una serie de crímenes violentos cometidos en el Gran Buenos Aires y que fue trasladado a la provincia porque formaba parte de una banda que robaba para agentes del Servicio Penitenciario Federal. Este dato fue ocultado por sus familiares, lo que generó un profundo malestar en los pesquisas porque consideran que de allí podrían surgir elementos para avanzar en el esclarecimiento del crimen.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
