Daniel Tirso Fiorotto
(especial para ANALISIS)

La ausencia de soluciones de fondo a la educación pública, aun con récords reiterados de recaudación, volverá a destapar la crisis educativa no resuelta, en coincidencia con el vencimiento de las paritarias en la provincia este 30 de septiembre. En las asambleas de simpatizantes de AGMER no se oyen sino reclamos, y ese descontento se reflejará hoy mismo en el Congreso del sindicato, en Rosario del Tala, al que llegan mandatos de lucha y paro. Con la licencia del súperministro Sergio Urribarri, postulado a la Gobernación, el gobierno intentó evitar su mayor desgaste en el conflicto que se avecina porque los últimos datos en el plano educativo anuncian tormentas que impactarán en las candidaturas y plataformas políticas. Aquí, paritarias al banquillo y reclamos a granel.

Sólo una inusual rapidez de reflejos en la administración provincial podría neutralizar el inminente plan de lucha de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (AGMER), exigido por gran parte de las bases, que desempolvará una docena de reclamos severos (incluida la coparticipación y las leyes impositivas) y pondrá en jaque a las paritarias.

Esas paritarias cayeron en el descrédito porque a pesar de las promesas gubernamentales los docentes ven que están cobrando la mitad de sus salarios en negro y ni ellos ni el sistema educativo superan el marco de carencias, en plena era de recaudaciones récords y pagos de deuda externa por adelantado.

Que las paritarias distribuyen pobreza. Que la mitad de todos los maestros y profesores entrerrianos orilla la pobreza y se ha destruido la carrera docente. Que más del 50 por ciento del salario inicial se cobra en negro aún cuando el país bate esos promocionados récord sobre récord de recaudación desde hace cuatro años. Que la brecha entre ricos y pobres se amplió a pesar de todo…

Las expresiones de los docentes en las asambleas convocadas por AGMER muestran un disgusto generalizado, pero al mismo tiempo dejan fluir las dudas sobre el modo de dar la lucha para no caer en el juego (clásico) que los trabajadores atribuyen al poder. Algunos creen que la patronal (el gobierno) ofrece sólo centavos en la recomposición salarial para luego “arreglar” con pocos pesos prometidos hacia el futuro, como ocurrió el año pasado; al tiempo que los trabajadores y los gremios se desgastan en planes de acción.

Y es tan obvio el camino hacia las medidas de fuerza, por el abismo que separa las propuestas de los sectores docentes más combativos con la política continuista del gobierno, que los protagonistas se preguntan no por el resultado del paro que vendrá sino por el día después.

En enero pasado, el sindicalista Hugo Moyano, líder de la CGT, decía que “un sueldo de 1.835 pesos lo cobra la inmensa mayoría de los trabajadores”, y los empresarios aseguran que en verdad los camioneros cobran 2.000 pesos en promedio. Los docentes entrerrianos calculan, en cambio, que casi la mitad de toda la planta de personal cobra menos de 1.000 pesos en la actualidad, y recuerdan que la canasta real para la familia supera los 2.000 pesos, es decir, duplica los ingresos docentes.

Cincuenta y seis por ciento en negro

Según los datos aportados por dirigentes de AGMER Paraná en las asambleas de esta semana, a los que tuvo acceso ANALISIS, un docente que recién empieza cobra un sueldo básico de 305 pesos, pero para llegar a los 850 pesos de bolsillo garantizados por la Nación recibe el 56 por ciento de sus haberes en negro.

Las quejas se suceden como los eslabones de una cadena. Los trabajadores explican que la carrera docente está achatada y que el único código que tienen de movilidad del salario es la antigüedad, debido a lo que consideran una “destrucción” de la carrera laboral, pero además con una trampa: a un sueldo inicial de 300 y pico de pesos el gobierno le suma 400 pesos en negro (nacionales y provinciales) para llegar a los 850, pero a medida que el trabajador avanza en la antigüedad (y por eso debiera percibir porcentajes mayores) se le van restando gradualmente esas garantías en negro.

Los gremialistas apuntan que por el adicional 172 de la provincia, para cumplir con el salario mínimo, el maestro con cero antigüedad cobra 198 pesos en ese código, y aquel que posee 13 años de antigüedad sólo 45 pesos en el mismo código. Así se pierde parte de lo que debiera sumarse por antigüedad, debido a la disminución de aquellos montos. Por eso nos encontramos con que un docente con 13 años de labor está cobrando menos de 930 pesos, al borde de la línea de pobreza admitida por el propio gobierno.

Aunque no están mucho mejor, sólo cruzando el túnel los docentes santafesinos que recién se inician cobran 980 de bolsillo, es decir, más que uno de sus pares entrerriano que se haya aguantado 13 años en el aula.

En algunas seccionales departamentales de AGMER, que no son del grupo que conduce el gremio en el orden provincial, sostienen que las paritarias sólo han servido para distribuir pobreza y que las bases piden “romper con el corsé” impuesto por este sistema.

¿Cómo se llegó a ese corsé? Con leyes como la de financiamiento educativo, el programa de financiamiento ordenado de enero de 2005, la ley de responsabilidad fiscal, la ley de coparticipación federal y el presupuesto, dicen los gremialistas.

El convenio paritario termina el próximo sábado 30 de septiembre. Entonces los trabajadores procurarán una recomposición en serio y, hasta ayer, las negociaciones prometían poco y nada. El gobierno propuso convertir en remunerativos (blanquear) 25 pesos, que ni siquiera significarán una recomposición porque en muchos docentes se licuarán con la baja de adicionales del sueldo mínimo.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)