-Orejeando. El proceso electoral puesto en marcha en la provincia tiene por estos días una especial dinámica. Promete barrancos, abismos y empinadas cuestas para todos los actores. Si en Entre Ríos siempre los resultados de las elecciones provinciales se definen en un trecho de mínimas diferencias, pareciera que en esta oportunidad esas diferencias se acortan. Nada aún está dicho definitivamente, y ni siquiera se puede asegurar que las precandidaturas lanzadas tengan anclaje definitivo. En los virajes posibles anótele alguna ficha al arreglo entre algunos contendientes hoy enfrentados. La corriente oficialista asentada sobre la vieja estructura bustista no logra encarrilar el tren y menos que éste comience a recorrer kilómetros sobre vías despejadas. Si bien no hay dirigentes que salten sus alambrados, tampoco se observa que se muestren dispuestos a romperse la ropa por el candidato Sergio Urribarri. La última semana comenzó con tropiezos y cargada de gestualidades. El acto convocado por el bustismo para presentar sus candidaturas en la Capital del citrus fue un fiasco. Busti, lector como pocos de la densidad que recorre los ríos subterráneos del universo peronista, puso en marcha su mayor operación política para desinflar el polo opositor: seducir al intendente de Concordia, Juan Carlos Cresto, para que éste no se comprometa en la campaña de Julio Rodolfo Solanas y su hijo Enrique Cresto. Así, el Busti que arrolla a sus rivales internos, que los ningunea y los estampa con declaraciones altisonantes, trocó su dureza en homenajes a don Enrique Cresto y elogios a la amistad con su hijo el intendente de Concordia.
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-Estás notificado. En el campamento bustista la noticia cayó como un balde de agua helada. Daba cuenta de una reunión mantenida por el jefe comunal de Paraná, Julio Solanas, y su hermano Raúl durante más de una hora con el Presidente Néstor Kirchner y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. Naturalmente que nadie se creyó que el temario de la charla había transcurrido por el análisis de la obra pública y temas institucionales. Si de algo no habrán hablado habrá sido de eso. Lo cierto es que Solanas logró lo que 15 días antes Busti y Guastavino juntos no habían podido. Más, la reunión no surge como un pedido de audiencia, sino que Néstor Kirchner habría invitado al intendente sin dar detalles sobre las razones del llamado. Con la misma velocidad con que Solanas corría hacia Buenos Aires, el dato circuló por los pasillos más cercanos al principal despacho comunal, y no bien se supieron los detalles del encuentro, un estallido de confianza se comenzó a expandir en las filas solanistas. La charla fue tan extensa como cordial, y si bien sería una grosería hablar de un apoyo explícito a candidaturas, el ambiente creado tuvo los condimentos de un espaldarazo.
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-Sumas y restas. Es indudable que este gesto del Presidente Kirchner tiene en sí mismo un peso que puede gravitar fuertemente en el proceso electoral provincial, especialmente en la interna del PJ. El silencio de radio de la mayoría de intendentes que son ubicados en el bustismo tiene mucho que ver con especulaciones que tienen su razonabilidad. Estos piensan que si son reelectos deberán gestionar cuatro años más los intereses de sus comunidades, y eso exige poner los huevos en la canasta correcta. Una -aunque mínima- gestualidad presidencial que indique predilección por Julio Solanas llevará ese silencio a niveles de congelamiento. El final de la puja es demasiado abierto como para adelantarse en mayores especulaciones. Lo cierto es que estas novedades permitieron al solanismo quebrar en un momento temprano la exclusividad que creían tener Jorge Busti y Guillermo Guastavino sobre la representatividad política del movimiento que encabeza Kirchner. En la medida en que Julio Solanas demuestre tener una llegada continua al gobierno nacional se podrá deducir que su propuesta tiene el mejor paraguas protector. El espaldarazo presidencial es eso, nada más (ni nada menos) que eso. Los votos, como fríamente se dice en los corrillos de la dirigencia política, los tienen que conseguir Solanas y sus aliados. Lo más probable es que Kirchner no venga a hacer campaña ni por Solanas ni por Urribarri. Más allá de este dato de importancia, el análisis sobre las posibilidades de uno u otro candidato debe fincar en una valoración acerca de cómo gravita una y otra propuesta en los cuatro puntos cardinales de la provincia. El solanismo apuesta a la capacidad movilizadora y al entusiasmo que puede despertar la posibilidad de renovar ciertas capas de la política (no se puede todo junto dicen) y conectar fuertemente con Kirchner.
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-Tropiezos. Si bien Solanas se puede sentir estimulado por el sustento que tiene la construcción electoral que va desplegando, la virtual decisión de la Concertación Entrerriana de Gualeguaychú de apoyar la candidatura de Emilio Martínez Garbino a la Gobernación constituye un revés que tiene su peso. La incorporación de este agrupamiento del sur entrerriano le asignaba un perfil realmente frentista a la propuesta que encabeza el intendente de Paraná. Especialmente la figura de Luis Leissa es una referencia política que conecta muy bien con sectores medios de por sí reacios a dar su voto a las propuestas peronistas. Por otra parte, la incorporación de la Concertación Entrerriana ubicaba de movida a la fórmula Solanas-Cresto con buenas posibilidades de triunfar en los distritos más poblados de la provincia: Paraná, Concordia y Gualeguaychú. Pero por ahora el debate en Gualeguaychú proclamó la candidatura de Leissa a la Intendencia y perfila un apoyo cerrado a la candidatura de Emilio Martínez Garbino a la Gobernación. Allí no ignoran que el hacer delictivo del tesorero Ángel Giménez ha salpicado el halo de honestidad inmaculada de la cual hacían gala buena parte de sus referentes. La afectación de ese perfil compromete su base de poder político. Con Luis Leissa creen poder recomponerlo y mantener el control del municipio. Pero también es evidente que en esta maniobra de táctica política aflora un sedimento ideológico que domina este agrupamiento en forma categórica. Según trasciende de la masiva asamblea llevada a cabo hace una semana, sus expectativas están centradas en que Martínez Garbino encabece una importante coalición que enfrente a la propuesta de Jorge Busti en la provincia. Es evidente que en ese sentido vuelcan sus expectativas en una confluencia con el radicalismo o con sectores del centenario partido, y desechan la opción de confluir con Julio Solanas. Para decirlo con todas las letras: entre darle un perfil hacia la base del peronismo o hacia el electorado radical, se vuelcan hacia lo segundo. No es la primera vez que Militancia de Gualeguaychú liquida la opción de confluir con otros sectores peronistas para disputar fuerte con el bustismo. En el 2001, el primer intento de Nuevo Espacio se frustró por la decisión de Leissa de no aceptar candidatura alguna.
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-Armando el rompecabezas. Los mayores esfuerzos de los opositores al bustismo estriban en disputar con Busti la propia base social. En ese sentido, se muestran con la audacia necesaria para explorar todos los huecos que Busti oradó en el cuerpo social peronista. Es que el actual oficialismo ha pecado de angurriento y su fortaleza dirigencial es proporcional a la concentración del poder en pocas manos. Ese modelo de acumulación ha dejado afuera a demasiados y es a esos “demasiados” (ninguneados por el bustismo) a los que con paciencia de orfebre detecta y va sumando detrás de Solanas su principal armador territorial, el senador Hugo Oscar Berthet. La tracción de Berthet en el intrincado y complejo mundo de relaciones sociales y políticas del interior de la provincia -más allá de sus historias poco claras, relacionadas al juego de azar fundamentalmente- demuestra no sólo un conocimiento profundo de esos caminos sino también una audacia de la cual el oficialismo adolece.
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