Pablo Rochi
Sebastián Uranga fue, es y será uno de los deportistas más reconocidos del país. Su enorme trayectoria lo llevó a ser uno de los basquetbolistas de mayor prestigio y un claro referente en la historia de la Selección Argentina. Tuvo la dicha de participar de tres mundiales, en España 86, Argentina 90 y Canadá 94, además de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Fue capitán de la selección durante mucho tiempo. Hoy, y en una extensa entrevista con ANALISIS, Uranga se refiere al impacto que está generando el actual seleccionado argentino, que acaba de clasificarse semifinalista en Japón 2006. Su historia, su pasado, su orgullo y su asombro por observar que hijos de la Liga Nacional llevaron al básquet del país a lo más alto del mundo. “Estos chicos, dada su inteligencia, sus conocimientos y su experiencia se parecen más a una computadora. Estos tipos juegan demasiado bien y es un orgullo para uno poder verlo. Es odioso comparar, pero respecto a los jugadores de mi época, estos juegan infinitamente mejor”, admitió.
-En su momento fuiste jugador, capitán y aún hoy sos un referente de la historia de la Selección Argentina. ¿Qué te genera ver al actual seleccionado?
-Es impresionante lo que juegan. No necesité ver este Mundial para darme cuenta lo que significa esta selección. Este grupo hace todo lo que un entrenador sueña de su plantel, que tenga sacrificio, humildad, solidaridad, talento, compañerismo y fundamentalmente buscar el resultado grupal por encima de lo individual. Por un lado me llena de orgullo y por otro jamás imaginé que iba a ver una Selección Argentina semejante.
-Las cualidades sobran en este grupo y son infinitas. Ahora bien, ¿cuánto influye la camiseta de la Selección Argentina dentro de este contexto?
-Algo que siempre se le valorizó al jugador argentino ha sido su carácter, su personalidad. Acá siempre hubo grandes jugadores, pero a diferencia del resto este equipo posee un nivel individual impresionante producto de una última etapa de formación en Europa y en la NBA y un gran sentido de unión y compañerismo tanto en las buenas como en las malas. Ahí este grupo marcó la diferencia respecto de otras selecciones. Por ahí suena tonto preguntarle a un equipo ganador cómo está el grupo porque obviamente que los grupos ganadores van a estar bien. Pero también es indudable que para andar bien el grupo debe ser fuerte. Estos son muchachos que se nota que quieren estar juntos, jugar juntos, y eso es clave. Ya han quedado en la historia y ahora buscan ser inmaculados.
-¿Qué difícil se hace encontrar un punto negativo en esta selección, no?
-Estos chicos, dada su inteligencia, sus conocimientos y su experiencia se parecen más a una computadora. Ellos saben cuál es el momento para empezar a jugar en serio y por eso el 19, cuando empezó el Mundial, se activaron. Uno tenía dudas por allí en la polifuncionalidad por el corto juego interno que tiene el equipo y sin embargo hasta aquí hubo respuestas positivas. Oberto, Scola, Wolkowyski están en un gran nivel. Hoy no le veo un punto flojo, todo lo contrario. Fijate que con Turquía, en cuartos, Argentina saca diferencias con el As sentado en el banco (por Ginóbili). Como base suplente está Pablo Prigioni, que por ahí muchos no lo conocían y fue elegido el mejor en su puesto en España y hoy es uno de los tres mejores de Europa. Estos tipos son demasiado buenos, son muy buenos jugadores.
-Ahora que sos entrenador, además de disfrutar mirando a la selección, ¿lo tomás como un punto de referencia para el aprendizaje?
-Cuando uno es entrenador cualquier partido de básquet lo mira diferente a cuando es jugador. Hay muchas inquietudes que las analizás y les buscás respuestas con el juego mismo. Desde ya que con esta selección descubrís y encontrás muchas soluciones.
-Ponete un poquito en el lugar de Sergio Hernández, ¿te lo imaginás?
-Minimizar el trabajo de entrenador en este grupo ganador es un error. Obviamente que es mucho más fácil dirigir a este grupo que a cualquier otro. Esta selección lo que exige es alto vuelo intelectual. ¿Qué quiero decir con ello? Conocer profundamente lo que cada uno puede dar y tratar de explotarlo. No es fácil, por eso digo que Sergio ha hecho un gran trabajo. Para mí es un gran error creer que a estos jugadores o este grupo lo puede dirigir cualquiera. Si bien este equipo tiene una impronta para solucionar problemas, mucho de ello tiene que ver con el entrenador.
-Soñá un poquito y contame cómo te imaginás a Sebastián Uranga jugando en esta selección.
-No, no, estos chicos juegan bien en serio. Con todo el respeto que se merecen mis compañeros de la selección, estos chicos sí juegan bien al básquet. Estos jugadores han tenido una escalera parecida a la nuestra, porque si bien todos crecimos con la Liga Nacional, los actuales jugadores tuvieron gracias a la “Ley Bosman”, a su talento y desarrollo internacional, una ida directa a los 21 años a jugar a Europa en equipos importantes. Entonces, la escalera de formación y preparación que tienen es de primerísimo nivel. Las diferencias que hay entre los de ahora y los que fuimos de la selección son enormes. Los actuales juegan a este nivel todos los días, mientras que nosotros lo hacíamos de vez en cuando. Siempre digo lo mismo: nosotros éramos el equipo de los “peros”. Juegan bien, tienen entusiasmo, tienen corazón, “pero”… Siempre nos faltaba algo, nos quedábamos en el camino. Insito, estos tipos juegan demasiado bien y es un orgullo para uno poder verlo. Es odioso comparar, pero respecto a los jugadores de mi época, estos juegan infinitamente mejor.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
