Alerta rojo: ¿trabajo versus salud?

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Reflexiones de cierre

Luis María Serroels

Quizás lo más valioso de la encuesta efectuada por especialistas entre empleados judiciales entrerrianos, en la que se abordaba la incidencia de las condiciones laborales sobre el estado de salud, esté dado por su condición de verdadero disparador para extender estos estudios a toda la planta de agentes provinciales. Lo más grave será descubrir que en todas las áreas y aun con las particularidades lógicas, habrá puntos en común que obligarán a un severo abordaje global de la situación.

El tema no es nuevo pero se reactualiza a través de la divulgación de datos concretos y muy preocupantes por los cuales se advierten situaciones que, aunque no sobresalgan abiertamente ante la percepción de quienes por distintas razones concurren a nuestros tribunales, tienen existencia tan real como real es el riesgo emergente.

El estrés laboral es una cuestión muy amplia y compleja a la hora de un análisis a fondo. Reconoce múltiples causas y demanda líneas interpretativas y terapias que generalmente requieren largo tiempo.

La Asociación Judicial de Entre Ríos (AJER) planteó hace casi un año ante el Superior Tribunal la idea de realizar tareas destinadas a evaluar las condiciones laborales del sector judicial y su relación con la salud, iniciativa que fue acogida favorablemente y que tuvo inicio en Villaguay. Para ello se contó con el aporte del área de Salud y Trabajo de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, que bajo la conducción del psicólogo Hernán Canteros trabajó sobre 550 agentes y cuyos resultados encienden una luz de alerta que no puede ser desatendida.

Es que el procesamiento final de las consultas individuales (cuya repuesta fue voluntaria) indicó que más del 50% de los encuestados admite una actitud negativa al momento de asistir al trabajo, detectándose grandes grupos de síntomas. Se mencionan los que afectan al sistema osteoarticular (60 por ciento), sistema visual (50 por ciento) y los asociados a problemáticas psicosomáticas (40 por ciento). Cita además que un 80% adopta posturas incómodas cuando trabaja: un 70 por ciento lo hace de pie gran parte del tiempo y un 68 por ciento en mobiliario incómodo.

Sentirse “tensionados, agotados y nerviosos al concurrir a su lugar de trabajo”, al margen de la jurisdicción de que se trate, es el estado de ánimo acusado por más de la mitad de los agentes encuestados.

Resulta importante lo expresado por la dirigente Gloria Benítez, miembro del equipo de Salud y Trabajo de AJER, que advierte que si bien el trabajo se limitó a los trabajadores del Poder Judicial, “no se descarta que este mismo tipo de problemas los tengan empleados de otras reparticiones de la provincia”.

Coincidimos con ella en que lo hecho en los tribunales podría actuar como plan piloto para otras reparticiones; más aún, le sumamos la idea de que esta metodología bien podría establecerse como una verdadera política de Estado que garantice continuidad más allá de las alternancias partidarias e ideológicas.

¿Cómo no pensar en esa extensión del estudio si se denuncia la mala calidad de instrumentos y medios de trabajo, edificios obsoletos, riesgos químicos biológicos, poca iluminación, altas temperaturas y ruidos? Añádase la naturaleza del trabajo judicial, vinculado con conflictos sociales que por diferentes razones crece cualitativa y cuantitativamente. Estrés, miopía, astigmatismo, gastritis, alergias, hipertensión arterial, lumbago y colon irritable conforman esta cartilla de vicisitudes derivadas de ejercer el derecho a trabajar hasta llegar a confrontarlo con el derecho a una buena salud.

Por ello es que extendemos también la mirada sobre miles de empleados del Estado entrerriano, con labores específicas pero con fuertes cargas emocionales y con similares carencias que las reveladas por el trabajo realizado en el ámbito judicial.

Ni qué decir del sector docente, cuya tarea guarda condiciones tan duras -a las que se añade el traslado de tareas no remuneradas a su hogar, incluso durante los fines de semana- que han llegado a dibujar un cuadro de patologías propias (la Clínica Escolar ha hecho estudios estadísticos sobre las causales de licencia por enfermedad en la docencia, arribando a resultados muy inquietantes).

Si bien se asegura que un buen nivel salarial no es suficiente para morigerar los efectos negativos del estrés laboral, piénsese cuánto se agudiza esta sintomatología en quienes lejos están de percibir sueldos que permitan una vida digna.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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