-Sigue la fiesta. La contestación surgió espontánea, sincera, hasta cariñosa: “El gobernador me puso en este lugar porque pensaba que desde aquí podía ser útil. Ahora cree que le voy a ser útil en la Justicia y yo aceptó gustoso ese lugar de lucha”. Estas fueron las reflexiones del jefe de la bancada oficialista en la Cámara de Diputados, a propósito de su casi seguro nuevo destino al servicio del bustismo nada menos que como vocal del Superior Tribunal de Justicia de la provincia. Eso que desde el siglo XVII viene sonando de la pluma de enormes filósofos acerca de la división de poderes como fundamento de un Estado Republicano es para Emilio Castrillón, como diría el sublevado coronel Aldo Rico, un berretín de intelectuales. Es cierto que en los 12 largos años que ha ocupado una banca en la Legislatura provincial Emilio Castrillón mostró un particular estilo. Podía gustar o no, pero no pasaba inadvertido. Su capacidad siempre lo impulsaba a sobresalir entre sus pares, pero de allí a acreditar méritos para integrar el Superior hay algo más que un trecho. Cierto que es abogado, pero no se le conocen antecedentes que lo distingan en el campo del Derecho.

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-Más que dos. Siempre se dice que para poder bailar un tango se necesitan dos. Para ocupar uno de los seis escaños del Superior Tribunal de Justicia no alcanza con la mera voluntad del diputado Castrillón. Concretamente, el pliego a la Cámara de Senadores es enviado por el Poder Ejecutivo de la provincia. Una vez más Jorge Busti demuestra que cuando juega, juega a fondo, sin reparar en palabras ni medios. En San José de Feliciano exaltó la postulación de Castrillón al punto de compararlo con Raúl Zaffaroni, a quien apoyara y votara en una de sus últimas intervenciones como senador nacional. Es un ejercicio intelectual supremo encontrar parangones que permitan relacionar al ministro de la Corte Suprema de la Nación con el presidente del bloque de diputados justicialistas de Entre Ríos. La trayectoria y antecedentes de aquel lo han hecho merecedor a ser considerado una referencia internacional en Derecho Penal. Sus antecedentes son tan extensos como encumbrados, y su participación como constituyente nacional en 1994 y constituyente en 1996 en Capital Federal son experiencias que fundamentan con mayor énfasis su rica producción científica e intelectual y dotan su labor teórica de una gran fuerza epistemológica. Comparar las vivencias constituyentes de Zaffaroni con la actuación legislativa de Emilio Castrillón es un acto rayano a la ignominia.

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-Búsquedas. En estos días el intendente de Gualeguaychú, Daniel Irigoyen, movió las ramas de la política entrerriana al señalar que si bien afirman la decisión de consolidar la identidad de la Concertación Entrerriana como agrupamiento peronista comprometido con el liderazgo del Presidente Néstor Kirchner, no descartan alianzas con sectores que siguen dentro de las estructuras del Partido Justicialista. Con esas expresiones transparenta las diferencias que mantiene con el principal referente provincial de la Concertación Entrerriana, Emilio Martínez Garbino, a la vez que profundiza las contradicciones internas de la agrupación. Al poner sobre la mesa sus expectativas de cerrar filas con sectores internos del Partido Justicialista, Irigoyen ubica como norte central de la construcción política al peronismo; todo lo contrario de lo hecho desde su nacimiento hasta aquí por parte de la Concertación Entrerriana que, con el tactiqueo de Martínez Garbino, Juan Carlos Lucio Godoy y Juan Domingo Zacarías, buscó crecer recogiendo los escombros tanto de la UCR como del PJ. Además de cuestiones ideológicas, en la postura de Daniel Irigoyen se exhibe también una alta dosis de realismo. Basta con mirar las tendencias desarrolladas en el proceso político que se viene desenvolviendo para dar cuenta que en el ambiente que tradicionalmente fue ocupado por el radicalismo, el que quiere caminar se empantana. Mientras el partido opositor guardaba silencio sobre los magros resultados del agrupamiento en las elecciones del 2005, el entorno de Daniel Irigoyen no dejaba de señalar como causa principal del fracaso la distancia con la Presidencia de Kirchner que quedaba expuesta en el discurso de campaña de Emilio Martínez Garbino. Como quien dice, Irigoyen y su grupo avizoran que si no logran acortar la distancia con la construcción nacional que encabeza el Presidente, se les viene el agua. Con el agravante a tener en cuenta de que el espacio que se puede inundar es el propio municipio de Gualeguaychú. A pesar de las claras señales sobre cuáles son las tendencias que dominan la actualidad, Emilio no cambia ni tranco ni rumbo. Refleja en este sentido una tozudez que merecería mejor causa.

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-Poner la cara… y algo más. Lo que amenazó con ser un apriete terminó en una reunión por demás constructiva donde los vecinos de Gualeguaychú se sintieron representados por la estrategia diseñada por la Cancillería Argentina respecto del conflicto con la República Oriental del Uruguay por la instalación de las plantas de celulosa. Luego del rechazo por parte de la Corte de Justicia de La Haya de la medida cautelar planteada por la Argentina, la Cancillería convocó a la Asamblea de Gualeguaychú en procura de discutir la estrategia a seguir. La Asamblea contestó con tufillo impertinente a esa invitación y exigiendo el retiro del embajador argentino en el Uruguay por carecer de sentido su presencia. Con el enojo a cuestas por el revés judicial votaron la postura de que si el ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país tenía algo que proponer, que lo fuera a discutir a Gualeguaychú. El canciller Jorge Taiana, militante curtido, decidió dejar de lado todo recato y aceptó con naturalidad la invitación popular. La energía y decisión expuestas por el ministro en la defensa de los reclamos de los vecinos de Gualeguaychú conmovió positivamente a la Asamblea. Afirmando la estrategia que definió desde el principio el gobierno nacional en el sentido de dar participación a los vecinos en la ponencia ante La Haya, el canciller puntualizó dos cuestiones fundamentales que encarrilan el conflicto en un sentido positivo. Por un lado, afirmó la estrategia legal de reclamo ante la Corte Internacional confiando en los derechos que la Argentina cree sostener.

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