Marcelo Comas
La futbolista paranaense Carolina Benke fue designada para integrar el seleccionado argentino de fútbol femenino que intervendrá en agosto en el Campeonato Mundial que se realizará en Rusia. En este momento, la jugadora se entrena por su cuenta en la ciudad de Paraná siguiendo un estricto plan de trabajo delineado por el cuerpo técnico del equipo nacional. A su entender, son muchas las posibilidades de integrar la lista definitiva del plantel que participará de la cita ecuménica. Ésta es la historia de una chica esforzada que siendo niña comenzó a patear una pelota junto a sus hermanos, formó parte de un equipo de varones y llegó hasta lo más alto que puede aspirar una futbolista por estas tierras.
Desde pequeña a Carolina Benke le fascinaba darle con ganas a la pelota número cinco, aunque no contaba con pares del mismo género para hacer de las suyas en el potrero. De todos modos, se las ingenió como pudo y encontró en su hermano el compañero ideal para concretar sus anhelos dentro de un campo de juego. También tuvo mucho que ver en su elección el hecho de que su familia mamara este deporte como ninguno, puesto que tanto sus abuelos como sus padres aman la disciplina sin distinción de género o sexo. “Empecé jugando en el Barrio Presidente Perón, siempre jugué con los chicos porque no había niñas que practicaran el deporte y a algunas no las dejaban. Hasta que se armó el equipo de Las Panteras Verdes”, comenzó contando Carolina. Este representativo de la capital entrerriana pertenecía a la denominada Liga de Fútbol Femenino desaparecida hace dos años por motivos netamente organizativos y que rozaban hechos vandálicos perpetrados por miembros de algunas de las agrupaciones participantes de la contienda.
Sin embargo, éste no fue el primer equipo que tuvo como jugadora a Benke. En su infancia se alistó en AUFI en la categoría de su hermano y además despuntaba el vicio en la escuela jugando campeonatos organizados con la finalidad de reunir dinero para obras benéficas; en ese sentido la precoz futbolista no perdía la oportunidad para demostrar sus habilidades ya fuera en el mediocampo, delantera o en cualquier posición que le demandara el entrenador de turno. “Al empezar la escuela primaria, mis padres era integrantes de la comisión del Club AUFI y entonces se llevaban adelante campeonatos con otras escuelas de modo de recaudar fondos. A partir de los 12 años me inicié en la Agrupación en compañía de mi hermano, siendo jugadora fichada en la Liga Paranaense de Fútbol, donde tuve la ocasión de jugar dos campeonatos nocturnos: el de Palermo y otro en Atlético Paraná. Era la única mujer que jugaba en un equipo de varones”, aclaró. Pero Carolina no se sintió perjudicada por ese hecho tan inusual ni tampoco reprobada por sus pares y el ambiente futbolístico de la capital provincial: “Recibía mucho más respeto de lo que uno espera, por ser mujer y porque por ahora el machismo está presente. Siempre me respetaron tanto dentro como fuera de la cancha”.
Los comienzos de la paranaense en la actividad se vieron matizados con su polifuncionalidad en diferentes sectores de la cancha. “Donde fuera me gustaba jugar. En AUFI empecé arriba ocupando siempre posiciones en la delantera, porque había menos roce. Pero en Las Panteras Verdes –equipo femenino- era de las futbolistas que medianamente jugaban bien, jovencita en ese momento, me pasé al mediocampo, sin embargo no tenía una posición fija porque me recorría toda la cancha, me faltaba atajar nomás. Luego me enmendaron la responsabilidad de actuar en la función de enganche”, comentó.
Desde los 13 años, la actual integrante de la Selección Argentina se sumó a las filas de Las Panteras de Verdes en calidad de refuerzo y se puede afirmar que en ese elenco se formó en la disciplina, lo que permitió pegar el salto al combinado albiceleste.
Muy pocas consiguen lo que logró la deportista entrerriana en tan poco tiempo: una prueba en la Selección Mayor mediante contactos vía Internet y estar hoy en las puertas de disputar un Mundial; y a pesar de la mala imagen que presenta la disciplina en la capital provincial, al igual que otras actividades vinculadas a la rama femenina, como lo pueden ser el rugby o el boxeo, a fuerza de goles y buen fútbol esta joven que maneja a la perfección ambas piernas puede cristalizar un sueño perseguido por muchas.
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