C. C.
El gobernador de Entre Ríos, Enrique Tomás Cresto, viajó al funeral de Perón junto a una comitiva de ministros y funcionarios. El periodista Rubén Sarmiento, tres décadas más tarde, evocó episodios inéditos de ese viaje, que ANALISIS, en exclusiva, presenta en esta nota.
El periodista Rubén Sarmiento integró la comitiva oficial del gobierno entrerriano al sepelio de Perón. “El grupo estuvo integrado por el gobernador Enrique Tomás Cresto, su hijo, Horacio Cresto; el doctor Juan Carlos Bacigalupo, presidente del Superior Tribunal de Justicia; Enrique Renaud (padre), coordinador de la Gobernación; el secretario general de la Gobernación, de apellido Garamendi, y el director de Líneas Aéreas Entrerrianas (LAE), el señor Giaggio”, recordó Sarmiento, que por entonces estaba en prensa del Área de Bienestar Social.
En diálogo con ANALISIS reconstruyó algunos detalles de aquel viaje que comienza con el propio decreto 2.501 que dictó el Poder Ejecutivo provincial y que disponía el viaje del gobernador y un grupo del gobierno al sepelio. Indicaba 10 días de bandera a media asta en edificios públicos. En los diarios se leyeron innumerables adhesiones: partidos políticos entre los cuales se distinguía el radicalismo, asociaciones de estudiantes, de profesionales, entidades civiles, sindicatos de docentes y obreros. En conclusión el duelo nacional se dictó hasta el miércoles 3 pero finalmente fue prorrogado un día más por decisión de Isabel Perón, considerando que la gente tuviera aunque fuera hasta el jueves la posibilidad de despedirse del general. Finalmente los restos de Perón fueron inhumados ese jueves 4 por la tarde en la capilla de la Quinta de Olivos.
El grupo de entrerrianos llegó a Aeroparque en un avión de la Gobernación de LAE y fue la primera delegación en llegar. Según Sarmiento, como se sabe, el anuncio de Isabel fue poco después de las 14, pues aproximadamente a las 16 llegaron con el avión a la Capital. “Cresto tenía planeado ir ese día a Buenos Aires, pero desde las 8 de la mañana, contactos telefónicos desde la Capital Federal le anunciaron a su despacho que el Presidente no estaba bien. En verdad, Cresto estaba manejando información a la que nadie accedía.
Es por eso que cuando nos enteramos viajamos enseguida. Paramos en un hotel de Viamonte y Florida y nos quedamos hasta el sábado, que recién se pudo retornar por avión, pasado el temporal”, agregó Sarmiento, que además evocó que cuando llegaron a Buenos Aires enseguida fueron a Olivos, allí se encontraron con un panorama poco concurrido: sólo estaban Isabel, López Rega, el general Anaya, el ministro de Economía Gelbard y Paco Manrique (encarnizado adversario de Perón), pero que en aquellas circunstancias como vecino cercano llegó enseguida para tratar de prestar ayuda.
Enseguida se hizo presente también Ricardo Balbín. Había una sensación, según Sarmiento, de que nadie se atrevía a mover nada de aquel lugar. Como si el impacto de lo que había acontecido impidiera incluso a las personas íntimas de Perón tomar alguna decisión.
“Pero para las 20 de aquel día, Olivos ya era una romería por la cantidad y diversidad de gente que iba llegando”, comentó Sarmiento. “En verdad tomó a todo el mundo de sorpresa, nadie estaba preparado para un momento como este, salvo él mismo. Cosa que lo demostró.
En un momento de su última descompostura, el hijo del doctor Raúl Mattera le quiso hacer respiración boca a boca y Perón le agarró el brazo, lo detuvo y con amabilidad le dijo: “M´hijo, dejalo como está nomás”. Palabras que presenció Domingo Liotta y que contó el propio hijo del doctor Mattera, que enseguida llamó a su padre. Una escena que demuestra que hasta último momento estuvo lúcido”, agregó el periodista de LT 14.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
