Crónica de días grises y lluviosos

Edición: 
711
A 32 años de la muerte de Juan Domingo Perón

Claudio Cañete

La noticia de la muerte del general Juan Domingo Perón conmocionó al país y trascendió al mundo. Aunque se sabía que su estado de salud era delicado por aquellos días, e incluso se hablaba de un inminente desenlace, nadie tomó conciencia del hecho hasta que por radio y televisión, en la tarde del 1º de julio de 1974, se escuchó la voz aguda y entrecortada de su esposa, Isabel Martínez, que anunciaba el deceso. Quienes son contemporáneos a aquel día guardan en su memoria instantáneas de las primeras reacciones a nivel local. Cada casa, cada lugar, cada rincón del país lo vivió de una forma distinta. En esta nota, ANALISIS rescata algunos episodios de cómo se vivieron las jornadas de duelo nacional en la ciudad de Paraná.

La siesta del día 1º de julio de 1974 verdaderamente reflejaba el estado de ánimo general. Gris, fría, solitaria y sobre todo silenciosa. Quizás ese silencio le dio un matiz más trágico a las palabras que a todo volumen emitían unos parlantes instalados en el frente de la CGT, en calle España 227 de la capital entrerriana. Era un comunicado que ofrecía colectivos gratuitos a los ciudadanos que quisieran viajar a Buenos Aires a despedir al general Perón. Simplemente había que ir y anotarse en unas listas, y aunque partieron un gran número de móviles, solamente los que acudieron más rápido tuvieron el privilegio de conseguir un asiento y de ser testigos directos del gran funeral que se realizó en el recinto del Congreso de la Nación.

Otros tuvieron que verlo por televisión. Como se sabe, recién con la concreción del Mundial 78, tiempo después, la TV color fue una realidad. Es por eso que muchos conservan en su memoria la imagen del féretro cruzada por una bandera argentina con una cinta de luto, pero en blanco y negro. Había sólo dos opciones para los paranaenses en esa época: prender la televisión y ver ese primer plano del ataúd por Canal 13 de Santa Fe o por la repetidora de Canal 7, cuando abría su transmisión al atardecer. Esas eran todas las opciones en un momento en que estaban lejos todavía la oferta de la TV por cable y de las grandes coberturas televisivas. Todo era estático.

En cada casa de Paraná, entonces a través de la pantalla, ese escenario se repetía como una reproducción en pequeño de la Capilla Ardiente. Esa tarde se suspendieron las clases y todas las actividades, para comenzar un duelo nacional que duraría varios días, hasta la inhumación de los restos de Perón.

“Recuerdo que todo era silencioso, más para nosotros que éramos pibes, esos días fueron aburridos porque no había otra cosa en la televisión que la transmisión del velatorio, todo el tiempo. En mi casa tenían prendido el televisor pero llegaba un momento en que te cansaba. En la radio pasaban música folclórica nomás. No había clases, mis viejos no me dejaban salir a jugar, no había nada para hacer”, evocó Héctor, hijo de militantes del PJ.

Desde las 3 de la tarde de ese día el municipio paranaense se adhirió al duelo nacional decretado pocos minutos antes. Y rápidamente la bandera en el mástil de Plaza 1º de Mayo fue dejada a media asta, cosa que se repitió en todos los edificios públicos. En el local de la CGT (de calle España 227) y en la casa del Partido Justicialista (en calle 9 de Julio) se instalaron altares con grandes retratos de Perón, donde se fueron acumulando innumerables coronas de flores y comenzó un desfile incesante de paranaenses acongojados, con semblantes de abatimiento, de incertidumbre, casi de orfandad.

“Me acuerdo de la noche siguiente, muy fría, y el silencio que había en mi casa. La radio todo el tiempo hablando del funeral, los comunicados y las adhesiones a la señora de Perón, de que había que reafirmar el orden institucional, democrático y todo eso. La televisión no se apartaba del primer plano al cajón. Cuando llegó la hora de cenar mi viejo apagó el aparato. Era raro porque todo el tiempo se hablaba de que finalmente había ocurrido lo que todos sabían, pero por otro lado se vivía un efecto de shock ante una experiencia desconocida: vivir sin Perón”, comentó Alfredo, un vecino, del Barrio Presidente Perón, ubicado al sur de Paraná. En realidad, su testimonio fue tomado al azar entre varios que tienen este denominador en común: la convivencia con la tele durante todos esos días, la monotonía de obligada comparación que hacían los mayores con el recordado funeral de Evita.

“Casi enseguida del comunicado de Isabel, los parlantes de la CGT comenzaron a anunciar la partida de colectivos hacia Buenos Aires. Salimos ese mismo día y partieron varios ómnibus de la época, viajamos de noche y llegamos de día. Era en forma gratuita, te daban una comida sencilla: un sándwich, dos huevos duros y una manzana; después te traían de vuelta. Si uno quería hacer otros gastos era cuestión de llevar cada uno su plata. En Buenos Aires tuvimos que hacer una cola larga que nos llevó muchas horas de espera. Entramos al Congreso y en una fila lenta pasamos a unos centímetros del cajón que estaba rodeado con gruesos cordones para que nadie se acercara demasiado. Eso fue todo, un instante, nos apuraban para que circuláramos lo más rápido posible. Después de eso nos juntábamos en los colectivos que emprendían el retorno a Paraná, casi enseguida.

Para viajar no era necesario ser del partido o estar relacionado con política. Yo fui a verlo también mediante este sistema de colectivos gratuitos a Plaza de Mayo la vez en que echó a los Montoneros de la plaza”, relató Oscar, otro testigo de época. El martes 2 a las 10 de la mañana salieron más colectivos, como segunda tanda, desde la sede de la CGT.

En las unidades básicas de los barrios se improvisaron precarios altares con fotos de Perón que rápidamente fueron rodeados de flores y gente que rezaba. Muchos destacaron que Barrio San Agustín fue uno de los puntos de reunión popular más emotivos.

Otros organismos pusieron móviles a disposición de los interesados en trasladarse a Buenos Aires. En la mañana del 2 de julio salieron desde el Barrio La Floresta colectivos costeados por la Asociación Obrera Ceramista.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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