-Conexiones. El paso del tiempo suele regalar desapasionamientos que permiten valorar más justamente acontecimientos de la historia reciente. Algunos de ellos dejan mirar a través de un prisma que entusiasma la evolución de esta democracia, que no será mucha, pero es la que tenemos. En el terreno de la política conviene justipreciar no pocos tropezones que -desde 1983 y hasta la fecha- han sorprendido a los grandes aparatos. Para empezar desde el principio hay que decir que Alfonsín obtuvo su fenomenal 53 por ciento de adhesión tras haber efectuado exitosamente una apelación movilizadora de la sociedad para afirmar la democracia en contra del militarismo. Quedará como una anécdota la picardía de haber sabido denunciar en el momento justo el pacto “sindical-militar”. Lo cierto es que Alfonsín no ganó por “el aparato”, lo que no quiere decir que no lo tuviera. Cuatro años más tarde la renovación peronista lo aplastaba electoralmente. Y esto ocurrió fundamentalmente porque el radicalismo se mostraba impotente en resolver la protesta social creciente y el chantaje corporativo de las FF.AA. Meses más tarde el grueso de la estructura partidaria e institucional del peronismo se alistó detrás de la candidatura de Antonio Cafiero, pero Carlos Menem ganó desde Ushuaia a La Quiaca. Tampoco fue el aparato lo que definió esa elección. En 1997 el menembustismo fue derrotado en Entre Ríos por el recién nacido Frepaso y más recientemente, en la ciudad de Córdoba, Luis Juez ganó la Intendencia sin levantar un pasacalle y enfrentando a toda la estructura del gobernador De la Sota.

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-La onda Kirchner. Sin pretensiones de desconocer una todavía enorme deuda social, es indudable que la gestión de Néstor Kirchner revirtió una tendencia que llevó a la Argentina al límite de la disgregación. En ese marco, tres años seguidos de recuperar puntos a favor de las mayorías tiene una gravitación determinante. Por eso, muchas veces las posturas que levantan cabeza marcando diferencias con el andar oficial, lo hacen con viento en contra. No es que de Kirchner todo guste. El proceso es, a todas luces, contradictorio, lleno de avances y tardanzas, pero cierto es que en las grandes decisiones el Presidente no se ha equivocado. Eso le ha valido granjearse una enorme adhesión popular. Así, las posturas confrontativas establecen con buena parte de la sociedad una relación asincrónica, molesta, ruidosa, que enreda posturas y protagonistas. Con la practicidad que lo caracteriza Busti se pone a salvo de estos ambientes y procura comprar salud bajo el paraguas presidencial. Los espacios ganados por el gobernador entrerriano en estas posiciones tienen fuertes estímulos en hechos recientes y en otros más mediatos. La decisión con que jugó esta partida en las elecciones del 2005 hizo que el nombre del peronismo bustista aparezca como el timonel de la propuesta electoral que definió el apoyo de los entrerrianos al gobierno nacional de Néstor Kirchner.

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-La continuidad. Esos espacios ganados le permiten al gobernador pensar en ser la principal plataforma de apoyo que tenga Kirchner en Entre Ríos para su reelección. Esa situación le asegura limpiar de interferencias nacionales su necesidad de instalar en la casa gris una figura que coma de su mano. Como proyección natural de estas pretensiones aparece la virtual nominación de Sergio Urribarri como candidato a gobernador. Como dijeran los ajedrecistas, este paso de nominar al candidato a gobernador es una movida delicada que necesariamente abre un cúmulo de reacciones. El ministro de Gobierno es una persona asimilada al costado más monótono de Jorge Busti. Y como buen candidato resume en su persona todo lo que viene atrás. En este caso Urribarri es -más que el candidato peronista- el candidato del más puro bustismo. Esa mochila puede resultar pesada para el mejor. El bustismo es esa fuerza política amorfa, sin límites precisos, vaciada de contenido y concentradora de poder político y económico. Junto al montielismo ha gobernado la provincia durante los últimos 20 años, y más allá de las valoraciones que se puedan hacer, es responsable de esta situación institucional, social y económica de la provincia. El bustismo y el montielismo han servido para llegar hasta acá. Si los entrerrianos no tienen vocación superadora seguirán gobernando sea quien fuere el candidato. Urribarri o el que fuere podrá o no tener sinergia con la política nacional. No interesa mayormente. Las limitantes devienen de la estructura política que lo sostiene, y en ese sentido la propuesta electoral puede quedar anclada en un círculo impotente para preñar el proceso electoral entrerriano en el nivel de proyección que expresa la propuesta nacional del Presidente Kirchner. De todas maneras, la pasada semana alguna operación palaciega hizo que el elegido rindiera su primer examen en los principales despachos de la Rosada. Allí, Urribarri fue recibido por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, e incluso compartió algunos momentos con el propio Kirchner. Las encuestas que maneja el gobierno nacional habrían oficiado de ariete para que el ministro de Gobierno se trajera un primer aprobado, que en códigos políticos significan apoyos. No es poco si se tiene en cuenta que el jaque a Busti sólo se lo pueden dar quienes también pretenden apoyos presidenciales. De todas maneras, hay que ser justo en la valoración del virtual candidato bustista. Sergio Daniel Urribarri -además de ser leal a Jorge Busti- es una fiel muestra de su gobierno. Es decir, los contrastes quedan establecidos entre la propia administración provincial y la dinámica y el sentido de la gestión nacional. Y a pesar de que gran parte de los recursos que la Nación aporta a la provincia pasan por las manos del gobierno entrerriano, la sociedad ha entrado a percibir la diferencia. El gobierno de Jorge Busti no refleja programas de mediano o largo plazo destinados a incidir sobre los problemas estructurales de la provincia.

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-Mayorías. Estas diferencias sustanciales que decantan entre una gestión y otra esbozan una tendencia que pretende aparecer en el formato de una opción política alternativa al bustismo. Se corporiza en el activismo que envuelve a cuadros militantes que en su mayoría jugaron algún papel en la gesta que llevó a Néstor Kirchner a la Presidencia de la República. Muchos de ellos hacen recordar que los votos del santacruceño en la provincia tuvieron casi nula apoyatura en la dirigencia justicialista oficial. Cualquiera puede recordar que mayoritariamente el justicialismo entrerriano jugó a favor de Carlos Menem y que Busti distribuyó su fuerza -tras una supuesta neutralidad- entre el riojano y Adolfo Rodríguez Saá. En la actualidad esa franja política se ha extendido y agrupamientos que antes estaban dirigidos en exclusividad a la disputa piquetero, hoy vuelcan su entusiasmo juvenil en el apoyo a la política nacional. Ese vuelco por parte de esta franja militante impacta con su burbujeo en las filas de la Concertación Entrerriana, más precisamente en el segmento del Nuevo Espacio que a instancias de Lidia Nogueira y Daniel Irigoyen ha hecho público el apoyo a Néstor Kirchner y se hizo presente en la Plaza el pasado 25 de Mayo. También repica en la versión entrerriana de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).

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-El IOSPER y un nuevo estilo. Días pasados y en forma personal Jorge Busti presionó hasta quebrar la voluntad del delegado del SUOYEM, Hugo Vázquez, a favor de la postulación de Ariel De la Rosa como presidente del IOSPER. Si la presión necesaria para que Vázquez cambiara de vereda como quien se cambia una media fue fuerte, podrá evaluarse con el propio comportamiento del gremialista, a menos que –improbablemente-, alguno de los protagonistas lo aclare. Lo cierto es que con la cooptación del municipal asegurada, el millonario mandamás de UPCN, José Allende, movió su tropa esperando obtener una victoria que le había sido esquiva -aun con trampas y fraudes- en las urnas. Descontaba tener la mayoría necesaria para imponer a su candidato y así seguir ejerciendo la virtual conducción de los negocios que permite el manejo de la principal obra social de la provincia. Pero quien siembra viento cosecha tempestades. Eso se evidenció en el fuerte rechazo hacia la propuesta de UPCN por parte de la infinita mayoría de los usuarios del IOSPER. El propio Vázquez palpó esa actitud cuando en un par de asambleas de base los trabajadores municipales resoplaban insultos frente a la sola insinuación de algún tipo de acuerdo con el poderoso diputado justicialista. Es que a la hora de la verdad son muchos los que saben que Allende es uno de los principales responsables de la actual situación del IOSPER. Nadie duda que Allende se benefició personalmente a costa de la salud de miles de entrerrianos y son muchos los rumores que ligan su ostentosa riqueza con las penurias financieras del instituto. La cuestión es que Silvio Moreira –delegado de judiciales y legislativos-, Ramón Demczuk –de docentes- y Luis Viggiani, del Círculo de Retirados de la Policía, se plantaron firmes en no ceder a la presión de nominar a De la Rosa como presidente. A esa posición se sumó Hugo Muñoz, delegado de los trabajadores del IOSPER.

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