La tercera plaza

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Comentando la semana política en Entre Ríos

-Cuestiones de historia. Hay que remontarse a 1973 para encontrar un antecedente con características similares a las que distinguieron el acto de este 25 en la histórica Plaza de Mayo. Antes de eso, uno solo, el 17 de octubre del ‘45. Para empezar huelga reconocer que luego de tres años de gestión no es poco obtener este espaldarazo. Mientras la oposición se fragmenta y se diluye, Néstor Kirchner sigue cosechando adhesiones y, a diferencia de Carlos Menem -que tuvo su plaza con Bernardo Neustadt y Álvaro Alsogaray-, tiene el plus de haber arrancado desde el mismo infierno. Débil por la situación de naufragio nacional y por la imposibilidad de legitimarse en elecciones. Menem había hecho su última maldad, retirarse de la segunda vuelta para dejarnos a los argentinos un presidente frágil, con sólo el 20 por ciento de respaldo y debatiéndose entre la espada y la pared, entre la extorsión del mundo financiero, las privatizadas y el discurso del miedo reproducido por los comunicadores del establishment. Así era hace tres años, cuando el futuro era todo incertidumbre. El hombre ha dado algunos pasos, gigantes si se quiere. Primero se legitimó con acciones de gobierno sorprendentes, luego recibió el crisma de los votos y ahora ganó la calle. Sorprendió apartándose de las recetas ortodoxas del neoliberalismo. Puso en jaque a sectores del privilegio y dio fuertes señales a las empresas prestadoras de servicios que empezaba otra etapa donde la expoliación al pueblo no les sería facilitada pasivamente desde el Estado.

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-Sociología y modelo. Como La Bombonera, la Plaza no temblaba, latía. Como hacía mucho se sentía fuerza vital, tranquila alegría, comportamiento cívico, sin violencia, y el rostro esperanzado de miles de trabajadores. No era necesario ser sociólogo para detectar la procedencia social de la multitud. Era una vez más “el subsuelo de la Patria”. La única verdad es la realidad, solía decir alguien a quien el Presidente le certificó la titularidad del balcón. Y la realidad es esta, el peronismo recuperó la Plaza de Mayo a tres años de gobierno de Néstor Kirchner. Decía el gobernador Busti a quienes lo escuchaban: “La gente nos preguntaba cómo podía viajar, los compañeros querían ir a la Plaza, nos faltaron medios”. Además, no pocos aprovecharon colectivos, viajaron y luego caminaron solos, sin encolumnarse. Ésa es la adhesión que genera Kirchner y alrededor de la cual construye un poder que, cierto es, encierra fuertes contradicciones, sólo disimuladas por su fuerte centralidad. A ver, veamos rápidamente el proceso. Luego de las elecciones de octubre el Presidente homogeneizó su gabinete, profundizó una impronta propia. Jorge Taiana, Nilda Garré o Felisa Miceli no son lo mismo que Bielsa, Pampuro o Lavagna. Pero tras las elecciones también dio cobijo bajo su paraguas a toda una pléyade proveniente del pejotismo, a los que les da lo mismo Kirchner, Menem o Duhalde, por no decir que se sentirían más cómodos con estos últimos, aunque ahora los nieguen. Lo único real es el poder, lo demás es ficticio, decía Lenín. Así, hay que entender que esos “impresentables” existen y tienen poder, son una realidad abroquelados en sus gobernaciones e intendencias, y el Presidente no puede gobernar desconociendo esa realidad y esos poderes. Va por partes, los limita, los disciplina. El punto en cuestión consiste en buscar la construcción superadora. Pero hoy están y son parte de ese despelote que siempre fue el peronismo. Para los que no lo entendieron, bienvenidos al mismo. Fachos, combativos, renovadores, progresistas, impresentables y ejemplares, todos en la misma bolsa con un gran articulador. Y en esa pulseada se juega buena parte del modelo y su virtual profundización. De allí la importancia de impulsar el debate franco sobre los aciertos y errores del gobierno de Kirchner. El crecimiento, aunque imprescindible, no es desarrollo, hacia allí hay que ir. Pero primero es probable que haya que atravesar algunas tempestades. Si no se cae el mundo y contra todos los pronósticos, a fin de año Argentina habrá recompuesto el nivel de reservas existentes al momento de saldar la deuda con el FMI.

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-Evocaciones y significados. La evocación de la vuelta después de 33 años remite a su propia experiencia. Señala su reivindicación de aquella experiencia primaveral, de la juventud que llegaba al gobierno con Cámpora. Ese “volvimos” en boca de Kirchner es todo un signo de pertenencia. Transparenta una vez más el espacio ideológico en el cual se referencia y del cual se siente parte. Fue una caricia para aquellos viejos compañeros de ruta y su descendencia política. Luego, casi alborotadamente volvió a cortar grueso: “(…) La Plaza es de los trabajadores, de Eva, de las Madres y las Abuelas”, hasta ahí nomás. Sonó a música para muchos, disonancia para otros. Luego equilibró y firmó la escritura del balcón a favor de Juan Perón. Fue un gesto para los que un ratito antes habían sentido el desamparo que otros sintieron, con crudeza, en aquellas últimas apariciones del general. La heterogeneidad es grande. Son tan diversos los orígenes que uno no puede dejar de lado los fantasmas de otras épocas, en donde las diferencias fueron funcionales para acelerar la noche más cruel de nuestra historia y de la cual aún hoy sufrimos sus consecuencias políticas, económicas y sociales. Sólo el Presidente puede darse el lujo de evocar sentencias y emitir significaciones de alto contenido con que acostumbra y no producir la diáspora en su derredor. Sólo Kirchner puede convocar a un arco tan diversificado y hacerles aplaudir un libreto que siempre recorre una línea muy fina. El discurso presidencial fue tan corto como desaliñado, casi como su garbo. No habló de reelección, pero volvió el Kirchner de campaña, apasionado, gestual, con referencias de alto significado, con un ritmo fragoroso, amañado, enquilombado. Tuvo palabras para cada fracción de la plaza, pero las primeras referencias y el palco marcaban preferencias. “Mirá, en aquella esquina estaba yo aquel 25 de mayo cuando asumía el Tío”, le señalo Kirchner a la mujer desconocida que se encontraba a su lado.

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-Los que fueron desde acá. Al calor de los bombos y chamarritas Jorge Busti encabezó una gruesa columna de entrerrianos. Se puede decir que de cada rincón de la provincia había una presencia. Es innegable que el bustismo hizo un notable esfuerzo movilizador que, según reconoció el propio ministro Sergio Urribarri, costó unos 350.000 pesos. Los engranajes del oficialismo jugaron una partida a la que están acostumbrados y que le es indispensable al propio gobernador. También el solanismo tuvo su presencia, con pancartas que no sin esfuerzo permanecieron en alto a pesar de los pedidos que en contrario deslizaban los animadores oficiales. En la franja de la militancia de los agrupamientos sociales la versión entrerriana del FTV que lidera Luis D´Elía al igual que el recientemente formado Movimiento Libres del Sur hicieron también su aporte movilizador. En el plano gremial Edgardo Massarotti marchó con sus militantes, con sus propios ómnibus, en una demostración de independencia frente al gobierno provincial y los nucleamientos partidarios. Una columna portando un pasacalle donde se leía “No a las papeleras” marcaba la presencia del Nuevo Espacio mientras sus sostenedores comentaban con entusiasmo que Daniel Irigoyen estaba invitado a subir al palco. En fin, la procesión entrerriana hacia la Plaza reflejó la confluencia de distintas tendencias sociales que se han ido desarrollando en este tramo de la historia reciente, pero también es punto de partida frente al proceso electoral del 2007. En estos planos de desarrollos y tensiones se irá definiendo el proceso político provincial. La realidad siempre es arisca para encajonarla en esquematismos de pocos colores. En ese sentido habrá que estar abierto a combinaciones novedosas. Con su viveza natural Jorge Busti hace punta y apenas descendido a estos pagos abre el abanico de convocatoria para la construcción de un frente de centro izquierda. Busti es más rápido que todos los demás juntos para hacer política.

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-El agua, el aceite y lo plural. El palco, la densidad de madres y abuelas podrá gustarnos y constituir todo un acto de justicia, pero no deja de ser expresión parcial de la Argentina. Es cierto también que marca el nivel de hasta donde Kirchner ha podido desembarazarse de los lastres que niegan esa mirada y que también orbitan a su alrededor. ¿Argentina soporta esa visión? Buena parte del peronismo institucional ha tenido -desde 1983 y hasta la llegada de este Presidente- un comportamiento vergonzante frente a los derechos humanos. Cómplice de la obediencia debida, aplaudió los indultos y cobijó entre sus filas a ejecutores y botonazos. ¿Hay margen para sintetizar la historia y confluir hacia adelante por carriles comunes? Suena difícil. Por ahora Kirchner compele, articula, contiene, orienta, pone ejemplos, institucionaliza concepciones y acciona en la búsqueda de verdad y justicia. En línea con la identidad que reivindica, lo que hace en este terreno aparece genuino. Ese camino le acerca colateralmente adhesiones de muchos activos que no pensaban encontrar espacios institucionales para su trabajo realizado por largos años en solitario. Pero están los otros. Bien que Kirchner los zamarrea frecuentemente y sabe por ello que muchos esperarán pacientemente devolverle esos favores. Pero en todo caso eso quedará para alguna vez. Quizás cuando las ventanillas no tengan las fortalezas actuales. Para ese tiempo hay que preparar renovaciones. Será la oportunidad del recambio superador que profundice lo que hoy en alto grado se insinúa. Kirchner evoca gestas de las que sus tributarios son minoría. El peronismo fue cooptado por los pragmáticos, ayer renovadores, luego menemistas, hoy casi todos kirchneristas. Vaciado de contenido se extiende como una maquinaria instintivamente devoradora de poder. Kirchner interpela a su interior e inevitablemente debe preguntarse si se puede con ellos o sin ellos.

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