“La Iglesia debería ser la realización del comunismo”

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Ex integrante del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, en Paraná

Ayelén Waigandt

El viernes 19 de mayo Rubén Dri visitó Paraná invitado por la agrupación Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (HIJOS) Regional Paraná. El sábado, durante un alto en una actividad privada con los jóvenes integrantes de esa entidad, recibió a ANALISIS y -en su característico estilo ameno y cordial- compartió una extensa charla en la que no se calló nada: habló del poder de la Iglesia, de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, de la dictadura militar, del exilio, del rol actual de la institución religiosa y del Código Da Vinci; pero en especial, de los ideales que aún subsisten del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Es un hombre sencillo, abierto, de mirada clara, un tanto tímida pero firme. Sus aseveraciones harían de molestar a los católicos más acérrimos, ya que critica que “la Iglesia siempre ha pactado con el poder de dominación y el poder de turno” y que “terminó traicionando el mensaje de Jesús”; asegura que “el Hijo de Dios” fue comunista y reivindica el ideal que lo llevó al exilio en los años 70, el conformar una nueva sociedad, que sea socialista.

En septiembre de 1967 apareció un Manifiesto de 18 Obispos del Tercer Mundo que se presentó como una aplicación del Concilio Vaticano II y la Encíclica Populorum Progressio, que expresaban una doble realidad: la del contexto sociopolítico a escala mundial y nacional, y su repercusión en la Iglesia Católica.

Eran años de intenso conflicto, de sed de revolución y cambio.

Ernesto Che Guevara combatía en la selva boliviana; el Frente de Liberación Nacional de Vietnam del Sur se preparaba para la ofensiva del Teht (año nuevo lunar de 1968) y en los Estados Unidos comenzaba la lucha de los estudiantes y otros sectores sociales contra el envío de tropas a esa guerra infame. En Argentina transcurría el segundo año de la dictadura de Onganía; Tucumán ardía, habían sido asesinados Santiago Pampillón e Hilda Guerrero de Molina; se incubaban la CGT de los Argentinos, el Rosariazo y el Cordobazo. En este contexto, se formó el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, del que Rubén Dri fue integrante activo.

Se presenta a sí mismo como profesor de Filosofía y Sociología de la Religión en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y como asambleísta de la Asamblea Barrial de Villa Crespo, que funciona en calles Juan B. Justo y Corrientes. “El espacio trata de construir desde abajo un poder popular, pero no el gran poder sino uno que sea una contribución a la construcción de un gran movimiento nacional que deberá constituirse desde distintos ángulos”. Aunque estas ideas coinciden con las que propugnaba hace 40 años, llamativamente, al definirse no hace referencia a su condición de ex integrante del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, y cuando ANALISIS se lo hace notar, explica: “Es que ser ex, no dice gran cosa de uno”.

De todos modos, se apresura a reivindicar su actividad sacerdotal durante la década del 60. “Fui sacerdote durante 15 años y considero que los ideales por los cuales era cura son los mismos que me llevaron a dejar de serlo y a abandonar la institución católica. Sucede que fui profundizando mi compromiso cristiano y, al mismo tiempo, profundizando también mi conocimiento sobre la práctica y el proyecto de Jesús de Nazaret, trabajando fundamentalmente sobre los Evangelios, las primeras comunidades y el texto bíblico en general”.

-Esto resulta una paradoja teniendo en cuenta que la Iglesia nos hace creer que el sacerdote es quien más vive la vida de Jesús…
-La Iglesia se olvida de que Jesús no fue sacerdote y también que estuvo enfrentado al sacerdocio de su época, el sacerdocio judío, que siempre estuvo ligado con el poder de dominación y que responde a un enfrentamiento histórico con el profetismo al que pertenecía Jesús. Además, en las primeras comunidades cristianas no había sacerdocio, sino que eran diferentes diaconías. El ir descubriendo todo eso me llevó a un compromiso cada vez mayor con los sectores populares y a un enfrentamiento con el poder de la Iglesia que siempre ha pactado con el poder de dominación y con el poder de turno, hasta el punto en que en un momento este poder termina siendo el poder genocida de la dictadura militar.

-¿Porqué la jerarquía de la Iglesia no lo entiende así?
-Porque ama el poder. Lamentablemente, la Iglesia terminó traicionando el mensaje de Jesús, distorsionando la concepción del proyecto de Jesús, que es el proyecto del Reino de Dios. Pero no es el proyecto del cielo sino el de una nueva sociedad, que simbólicamente se llama Reino de Dios, porque no acepta el reino humano como estados absolutistas de dominación, ni como imperios, entonces plantea que el único rey que conoce es a Dios. Pero eso es un nuevo tipo de sociedad, al que la Iglesia renunció.

-¿Este es el tipo de sociedad al que aspiraban en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo?
-Trabajábamos para eso. Nuestra aspiración era esa nueva sociedad a la que llamábamos un socialismo, pero un socialismo latinoamericano o argentino, no una copia de otro socialismo. Un socialismo que expresara realmente los valores evangélicos, como era el socialismo del movimiento de Jesús, o de las primeras comunidades cristianas; que eran nuevas relaciones sociales, relaciones hermanadas, en las cuales el valor fundamental es la solidaridad, y no la dominación, la mercantilización y la utilización del otro.

-Entonces Joaquín Sabina tiene razón cuando dice que Jesús fue el primer comunista… (Risas)
-Sí. No sé si fue el primero o hubo otros anteriores, pero de hecho que fue comunista. La primera confederación hebrea que se forma por el 1200 a.C. era comunista, o comunitaria. En ella la propiedad es común; el valor fundamental es la solidaridad; no se admitía la jerarquía ni la dominación, y por eso se llamaba Reinado de Dios, y es lo que después retomó Jesús como Reino de Dios. Creo que la Iglesia debería ser esa realización del comunismo como cimiente para la transformación de toda la sociedad, una sociedad de hermanos donde, por lo menos, no existiese esta escandalosa dominación de unos sobre otros.

-¿Cómo fue enfrentarse con todo esto a, por ejemplo, monseñor Adolfo Tortolo?
-Nosotros pagamos las consecuencias de ese enfrentamiento. Yo estaba en Resistencia y alcancé a escapar cuando me persiguen, y tuve dos años de clandestinidad para después salir al exilio. Otros la pasaron mucho peor, porque fueron muertos o torturados, pero es la consecuencia que sufrimos por haber enfrentado a estos poderes. Tortolo –que fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina en los años del horror- era el poder eclesiástico o religioso ligado al poder militar de ese momento y al gran poder económico. Nosotros peleábamos en contra de esos poderes, precisamente por fidelidad al Evangelio.

-¿Cuándo decidió dejar el sacerdocio?
-Dejo de ser sacerdote cuando paso a la clandestinidad, porque ya había tenido todo un proceso de mayor compromiso social en la villa, y eso me había llevado a enfrentarme con la estructura eclesiástica y con el obispo. Cuando tengo que dejar mi trabajo y mi comunidad para escapar y clandestinizarme, sentí que ya no tenía sentido trabajar en una estructura cuyo proyecto estaba totalmente enfrentado al proyecto en el cual yo estaba trabajando y que, además, me perseguía. Era una estructura que no me incluía para nada dado que el nivel de contradicciones con esa estructura ya estaba sobrepasado, y para mí comenzaba una nueva etapa. A su vez, mi compromiso cristiano se profundizaba pero ya fuera de la estructura eclesiástica.

-¿Cómo fue vivir en el exilio?
-Siempre digo que tengo que agradecer el ser cristiano porque estuve exiliado en México, adonde encontré otros hermanos cristianos que comulgaban con el mismo proyecto, de manera que hice un trabajo intenso con comunidades. Había algunos obispos comprometidos, y quien en ese momento era obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo, me incorporó a su equipo teológico e ingresé a trabajar en un Instituto Teológico de Estudios Superiores, en la línea de la teología de la liberación que después Juan Pablo II terminó por clausurar. Pude trabajar allí durante mis ocho años de vida en México. También estuve ligado a comunidades hispanas en California, Estados Unidos, con quienes organicé talleres y seminarios, de manera que tuve una experiencia muy rica. Aunque todo exilio es doloroso y no por nada apenas pude volver –en el 84-, volví. Pero estoy agradecido a la vida.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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El último campeón le ganó 4 a 2 a Ministerio en La Capillita (Foto: Prensa Patronato).

Opinión

Por Néstor Banega (especial para ANÁLISIS)  

En la capital entrerriana una multitud en favor de la educación pública.

Por Edgardo Scarione (*)  

(Foto: NA)

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Los fiscales Gamal Taleb y Leandro Dato coincidieron en señalar que la denuncia de la defensa del ex gobernador es “claramente de una pretensión de –indebidamente- dilatar un destino que no es otro que la cárcel para Urribarri”.

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Cultura

La actividad, prevista de manera fija para los días martes a partir de las 10, se realizó también el lunes y miércoles.

La propuesta es de modalidad anual y tendrá continuidad todos los jueves en horario de 17 a 19, en la ciudad de Paraná.

El comediante se presentará el sábado 4 de mayo en Paraná.