Florencia Penna
Esta semana el cine argentino cumplió 97 años, en homenaje a la primera película argumental La Revolución de Mayo, que fue estrenada en el Teatro Ateneo un 22 de mayo de 1909. ANALISIS se preguntó entonces si se produce actualmente este arte en la provincia; si se filma, qué se filma y quiénes filman. Para relatar sueños, rescatar personalidades y legados, denunciar injusticias o atrocidades, los entrerrianos acuden también a la producción audiovisual. Es que hay mucho para contar y mostrar. Aquí, un recuento de las películas realizadas en los últimos 15 años.
“El medio cinematográfico es un terreno pasional… un universo en el que cada día se os anuncia que va a desaparecer; solo que, como el sol, vuelve siempre a salir al día siguiente”. André Malraux.
Hay mucha producción audiovisual en la provincia, más en video que en cine, lo cual es lógico teniendo en cuenta los costos que conlleva. Sin embargo, los recursos, en algunos tiempos más escasos que en otros, no han impedido que los directores y equipos lleven adelante su empresa. Totalmente independientes, o con apoyo oficial o privado, las películas van saliendo. Las nuevas tecnologías ofrecen un nuevo arsenal de herramientas, y si bien el mercado limita acceder a ellas, algunas funciones y programas pueden ayudar al cineasta de bajo presupuesto. Ahora bien, también sucede que realizadores de otros lados vienen a rodar a Entre Ríos. Y la gente por lo general, les abre sus puertas. Colabora, actúa o trabaja de otro modo en la locación, y cuando la película se estrena va a verla. Y si no tuvo contacto, va a verla igual.
Este año, en el estreno comercial de Ana y los otros (2003) de Celina Murga, inusuales filas de espectadores llenaron uno de los desaparecidos cinemas que estaban en el supermercado Coto. Nadie quiso perderse la historia que se desarrolla en la ciudad de Paraná y luego en Victoria, para la cual trabajaron además muchos entrerrianos. Algo similar sucedió en La Paz cuando Sergio Mazza, oriundo de Buenos Aires, mostró en exclusiva El Amarillo (2006), su primer largometraje, allí filmado. Más de 1.200 personas asistieron a las proyecciones de esta película rodada en digital en el medio del campo, que tiene al paisaje como protagonista. En Paraná podrá verse en julio, en el marco de la cuarta Paraná Muestra (selección del 8º Festival de Cine Independiente de Buenos Aires). Es que estas películas convocan: ver el lugar, las personas, la historia compartida, aunque sea ficción. Hay un universo familiar, aunque resulte extraño.
Otros directores también decidieron rodar en la provincia, como Daniel Burman con Un crisantemo estalla en cinco esquinas (1997). Filmada en 16 mm en cuatro semanas y media, en Colón, esta ópera prima cuenta la historia de un joven que en su nacimiento es abandonado por sus padres, mientras huye de una guerra que los persigue. Cuando su nodriza es violentada y muerta, debe adoptar un camino: el de matar al asesino que no es otro que el líder de su tierra. Otro que decidió rodar aquí fue Alejandro Agresti con Una noche con Sabrina Love (2000), de la que suelen recordarse las actuaciones de Cecilia Roth, Julieta Cardinali y Norma Aleandro. Y Pablo Trapero, con Familia rodante (2004), pasó por rutas entrerrianas, cuando el contingente se dirigía desde Buenos Aires hasta Misiones. Pero más reciente fue la visita de Ariel Rotter. En febrero terminó de filmar su segundo largo El otro en las ciudades de Victoria, Diamante y Concepción del Uruguay. Protagonizado por Julio Chavez, esta coproducción entre Argentina, Francia y Alemania fue declarada de interés por la Subsecretaría de Cultura de la provincia.
En Paraná, una de las producciones que ha dado que hablar, por las expectativas que ha generado, es Sombras, el largo de ciencia ficción de Mauro Bedendo filmado en video digital. La diferencia con las mencionadas anteriormente es que tanto la producción como la realización están hechas por gente de esta ciudad, con un elenco de artistas paranaenses y apoyado por algunas (pocas) firmas y profesionales locales. Este director tiene muchos otros trabajos, entre los que figuran el corto Entre Ríos tiene… (1990), el mediometraje El viaje (1989).
Y como esta, otra producción íntegramente local anterior fue Cuatro piernas (2002), del fotógrafo Eduardo Segura. Es la historia de Cepillo, Sole, Sonia y Anita, cuatro amigas que viven la más cruda realidad Argentina entre esperanzas y amarguras. Después vino ¿Qué ha pasado con los novios? (2002), del mismo director. Para este largo realizado en una casona de Villa Urquiza, se convocó a actores y no-actores.
En materia de cortos, hay dos ficcionales filmados en la provincia que se vieron en Buenos Aires. Uno es Perro negro (2005), de María Florencia Álvarez. En medio del campo, viven unos chicos. Su abuela está muriendo y ellos quieren despedirse. Pero está muy lejos. Otra forma de acercarse surge cuando a través de los dientes, los ojos y la baba del perro negro puede hacer llegar su mensaje. Esta producción capitalina independiente fue filmada en cercanías de Basavilbaso y compitió en el 7º Bafici. El otro es Vals (2005), de Iván Fund, oriundo de Crespo. El papel picado se queda pegado en el cuerpo o en el pelo, en la ropa. Lo que queda de una fiesta. Afuera no es lo mismo, la luz de la mañana encandila, y ella se mantiene con los ojos abiertos mirando el camino de tierra que va quedando atrás. Este corto obtuvo una mención especial del jurado en el último Festival de Mar del Plata y se vio en la última edición del Bafici.
También de Crespo salió Esnorquel, de Maximiliano Schonfeld.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)