Jorge Riani
El gobernador Jorge Busti considera que se perdió tiempo en la consolidación de un candidato que garantice la prolongación de su poder. Las voces interesadas en sostener la expectativa de sacar la reforma de la Constitución Provincial se comienzan a apagar, y el oficialismo ya cree que es tiempo de archivar el sueño reeleccionista. La negativa del radicalismo y del Bloque Integración para aprobar la necesidad de la modificación a la Carta Magna entrerriana hizo añicos el deseo oficialista de concretar el cuarto mandato de Busti. Es en ese contexto que el nombre del ministro de Gobierno, Justicia y Educación, Sergio Urribarri, suena sereno como música en los oídos de quienes apuestan al continuismo. “Son especulaciones con alguna base cierta”, contestaron los allegados al titular de la cartera política.
Antes de que la palabra “papeleras” se ponga a la cabeza de la lista de términos más usados por el oficialismo en todo momento y circunstancia, la cuestión de la reforma constitucional acaparaba todos los desvelos bustistas. El juego parecía empezar y terminar en la decisión de estar en el gobierno para llegar al gobierno. Estar ahora y sostenerse con el pago de sueldos en tiempo y hacer los retoques constitucionales necesarios para ganar las elecciones de 2007, se adivinaba como la más pura expresión del proyecto bustista.
Pero el termómetro político tenía reservados varios sobresaltos motivados en la historia de las papeleras uruguayas y eso aplacó la tormenta reformista con que el oficialismo se quiso abrir paso para 2007, con la figura del gobernador Jorge Busti buscando su cuarto mandato. Apenas se habló de un paréntesis en los cortes de ruta y la posibilidad -ahora lejana- de suspensión temporaria de la construcción de las pasteras, la idea de reformar la Constitución de Entre Ríos con cláusula reeleccionista incluida, volvió al ruedo.
Sin embargo, con el correr de las horas el mapa de voluntades en la Cámara de Diputados -paso excluyente para convocar a convención constituyente- no se modificó y la situación se mantuvo adversa para las apetencias del bustismo. Le faltan manos levantadas para completar los dos tercios. Con la rotunda negativa radical y la del sector escindido del rebautizado Nuevo Espacio Entrerriano, el oficialismo vio que el sueño bustista de perpetuar la figura de su máximo referente no se podía concretar.
Busti había dicho ya en diciembre que quería ver el proyecto de reforma de la Constitución archivado. Las noticias de entonces hablaban de que el oficialismo se resignaba ante la negativa de la mayoría de la oposición a debatir el proyecto de necesidad de la reforma a la Carta Magna.
A partir de esa situación, en el seno del oficialismo se debate si acaso se ganó tiempo o se perdió en estos cuatro meses posteriores al momento en que se amagó con archivar el proyecto. La intención del gobernador en ese momento es la que tienen en mente poner en funcionamiento ahora: consolidar un plan alternativo que garantice la continuidad bustista sin Busti en el cargo. Esto explica las últimas declaraciones de legisladores oficialistas, cuando dicen que piensan tratar en las próximas horas el proyecto.
Desde el minuto uno de la tercera gestión de Busti se presentaron dos opciones, de cara al interés de mantenerse en la cresta del poder. Por un lado, jugar las fichas a la posibilidad de reformar la Constitución, lo que le ha permitido al gobierno transitar estos dos años de gestión manteniendo el poder y la tropa oficialista encolumnada. Se evitó de ese modo el estallido de internas y desbande por fuera del bustismo. Por otro lado, se jugaron también fichas hacia el proyecto de la sucesión de Busti, en la figura de un candidato que sea la expresión del continuismo bustista, sus amigos y beneficiarios.
Dicen quienes conocen los ánimos de la primera fila del gobierno, que ha quedado la sensación de que se han perdido cuatro meses en la tarea de consolidar un candidato. Es cierto también que hubo quienes alentaron la idea de seguir apostando al proyecto reformista en la creencia de que los posibles votos de los diputados Juan Domingo Zacarías (Concertación Entrerriana-Paraná), Beatriz Montaldo (Concertación Entrerriana-Paraná) y Lucy Grimalt (La Red-Paraná) en favor de la reforma, hacían que valga la pena la intención de buscar la otra mano levantada que se necesita. Se le dio crédito a la idea de quienes apostaron por esa chance, pero el oficialismo cree que ya es tiempo de salir a buscar el sucesor, y en eso está.
No de nuevo
La experiencia de prestar el poder a un candidato de alianza circunstancial constituye una lección bien aprendida por el oficialismo, como para no repetirla. Está en la memoria atávica del bustismo la fallida experiencia de Mario Moine, un gobernador que por entonces llegó a cruzarse a Tribunales para intentar pegar a Jorge Busti en la causa de los Aportes del Tesoro Nacional por la cual fueron recientemente condenados Oscar Mori, Liliana Morard y Marcelo Sola. Esta vez la cosa sería distinta, y para eso había que buscar un candidato de amistad, confidencia y confianza del gobernador. Si está las 24 horas disponible para Busti, si conoce sus secretos, si se va de vacaciones con el mandatario fuera del país, mucho mejor. Son todas situaciones de sobrado peso en el credo bustista como para reparar en los tropiezos que el candidato pueda haber tenido en su gestión y las situaciones pendientes que tuvo con la Justicia.
En ese contexto, el nombre de Sergio Urribarri aparece como el más claro para ir hacia un tiempo de bustismo sin Busti en el cargo. La figura de Urribarri ya había surgido a principios de la gestión, pero se apagó cuando apareció el sonado caso del secuestro y desaparición de la pequeña Fernanda Aguirre, en julio de 2004. El ministro de Gobierno -de quien depende la Policía de Entre Ríos- tuvo un excesivo bajo perfil en el devenir periodístico y ello no fue casual. “Había una orden expresa de preservarlo”, se recordó. Urribarri, en esos primeros meses de gobierno, venía de ser absuelto en la causa por irregularidades en el manejo de subsidios en la anterior gestión bustista (por la cual fue condenado el ex diputado provincial Roberto Valente -UCR-Colón- y no podía tener tanta exposición pública, tal como puede suceder ahora.
El bustismo es una maquinaria de la cual Busti es chofer. Quienes se encuentran subidos a ella sostienen que la cosa debe seguir rodando. Propuesta y poco después desplazada Cristina Cremer -pese al consenso logrado en varios sectores sociales-, el bustismo pretende ahora instalar nuevamente a Urribarri, tras comprobar que la figura del secretario de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, José Carlos Halle, casi no tiene plafón provincial y únicamente aparece con alguna adhesión popular en Paraná, por lo cual no se descarta como un futuro candidato a intendente, para desplazar al solanismo del poder.
“Son especulaciones con alguna base cierta”, dijo un allegado al ministro político cuando ANALISIS le preguntó si el bustismo piensa en él como sucesor. “Busti -amplió la respuesta el entrevistado- no está dispuesto a hacer ningún experimento. Y si ya está caído lo de su esposa, entonces se verá que no quedan muchos nombres para buscar el candidato”. La frase es más que una confirmación respecto a los andariveles por donde transitan las intenciones del oficialismo. Mientras tanto, casi semanalmente se producen “cenas políticas” en determinadas quintas de adyacencias de Paraná, de las que participa Urribarri junto a otros dirigentes y “operadores” políticos y de prensa, para pergeñar el perfil del posible candidato. De hecho, no pocos reconocen que el Pato -tal como se lo conoce- cuenta con una “caja política” que otros no tienen (es quien conduce los dineros de la Comisión Administradora para el Fondo Especial de Salto Grande, por ejemplo) y tiene fluidos contactos en sectores empresarios, ya sean por meros negocios o acuerdos futbolísticos. Es sabido que Urribarri tiene estrechas vinculaciones con varios de los popes del negocio del balompié nacional, que es su otra pasión.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
