Piedra libre para el espía

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El libro “El Veredicto” cuenta la participación del espía Juan Carlos Legascue en la investigación por el atentado a la AMIA

En un libro revelador, Karina Poritzker y Marcos Salgado cuentan toda la trama del fracaso de la investigación más compleja de la historia judicial argentina, como fue la del atentado contra la mutual israelita argentina. En El Veredicto. Razones y secretas de la impunidad en el atentado a la AMIA, los autores cuentan en detalle cómo se dio el pago de 400.000 dólares al reducidor de autos Carlos Telleldín para que involucre a policías bonaerenses con el hecho y cuál fue el rol de Juan Carlos Legascue, un paranaense que durante años ha sido espía de la SIDE y que debió declarar ante el Tribunal que juzgó y absolvió a la denominada “conexión local” del atentado. Poritzker y Salgado cubrieron todas las jornadas del histórico juicio y cuentan los tramos fundamentales, los vericuetos, las intimidades y entretelosnes del proceso. A continuación, ANALISIS reproduce completo el Capítulo 6 del libro en el que se cuenta en detalle la participación del “inorgánico” paranaense en la operación.

Nervios en aumento y tacones de punta. La por entonces siempre vacía sala de audiencias quedó colmada esperando al misterioso testigo. Entrada la noche de ese día, ese alguien se volvió persona: peor aún, espía. Isaac Eduardo García, un agente menor e histórico de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), había sido enviado derechito al juez por su jefe Sergio Acevedo cuando, en virtud de los nuevos aires que soplaban en la central de inteligencia, develó su paso por el operativo de pago a Carlos Telleldín el 5 de julio de 1996.

Ese día el reducidor de autos puso su firma al destino de los cuatro policías bonaerenses juzgados junto con él como supuestos “partícipes necesarios” del atentado.

De las revelaciones de García volcadas en el sumario interno no hubo escalas a Comodoro Py, como tampoco las hubo del despacho del juez Federal Claudio Bonadío al subsuelo del edificio, la sala de audiencias del juicio oral.

A las 20.50 del 21 de agosto de 2003, todos sabían que se avecinaba una larga noche de la mano de ese morocho petisito, trajeado oscuro, con aires de oficinista eterno. Así juró por “Dios y la virgen” esclarecer en su rol de “empleado” de la SIDE, soltero de 47 años, todo lo ocurrido por esos oscuros días que precedieron a la confesión de Telleldín.

En el olvido habían quedado cinco horas de declaración del entonces ministro de Seguridad bonaerense Juan Pablo Cafiero, mientras que Melchor Cruchaga afrontó el desaire de pasar a gateras por decisión de un Tribunal que ya del vamos tenía muy claras sus prioridades.

Cabizbajo, el espía García llegó al sitial de los testigos, apoyó su sobretodo negro en el respaldo y miró a los jueces. Amable, Guillermo Gordo le recordó que su jefe y “Señor Cinco” Sergio Acevedo acababa de convertirlo en el primer 007 de la era K relevado de su obligación de guardar secreto de Estado sobre las andanzas de la SIDE.

Su jornada había sido larga desde que escoltado por dos agentes y a bordo de una 4 x 4 desembarcó temprano en lo de Bonadío para hablar más de cinco horas. Otro tanto le demandó su llegada al Tribunal Oral, que no encontró vestigio para interrumpir con causa el detallismo estoico del testigo Cafiero. Por eso fue que Isaac García lució cansado desde el primer minuto.

–A los minutos del suceso me apersoné en la calle Pasteur al 600 -arrancó monocorde, de manos cruzadas, dispuesto a disfrutar minuto a minuto el protagonismo y a sumir a todos en su mismo letargo. Pero no contó con Guillermo Gordo, poco afecto a los rodeos y deseoso de ir al punto en esos días de trasnoche.

–¿En el ‘95, ‘96, acompañó un operativo en el gran Buenos Aires?

La pregunta dio por tierra con el pasado más glorioso que buscaba destacar García como infiltrado en la comunidad musulmana en medio de sus andanzas junto al sheik Moshen Rabbani, buscado como autor intelectual del ataque y con pedido de captura internacional.

–Ahhh… sí. Le quería decir otra cosa pero se me fue. Fue un operativo realizado para lo que se decía era la compra de un libro que estaba escribiendo el señor Telleldín, Carlos.

La frase marcó un antes y un después para el juicio oral más largo y complejo de la historia argentina: en escena estaba la primera comprobación judicial de esa maniobra hasta entonces negada por todos -salvo por Telleldín- y que olía a ilegalidad pura.

Dos relatos, el del preso y el del espía, se entrelazaron para siempre: el 5 de julio de 1996, el reducidor de autos se despertó muy temprano en su celda de Devoto. Estaba más nervioso que de costumbre. A esa misma hora, el espía; de la SIDE Isaac García se preparaba para cumplir su parte en una de las operaciones secretas a las que lo tenía acostumbrado su trabajo.

–Fue alrededor del horario de apertura del banco, 9.30, 10.

Era una mañana fresca, de invierno; En el cuarto piso de los Tribunales Federales de Retiro, el juez Juan José Galeano ya esperaba a su principal detenido, la cámara oculta detrás de su biombo estaba lista.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

En una conferencia de prensa, los abogados del exgobernador condenado por corrupción hablaron de "irregularidades" en el proceso judicial y cuestionaron el trabajo de investigación periodística de ANÁLISIS.

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River visitará a Libertad e irá por otro paso a los octavos de final de la Copa Libertadores.

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En el partido destacado del miércoles, Sionista visitará al líder del grupo, Gimnasia de Santa Fe.

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Peñarol visitará a Malvinas, el La Paz, el domingo a partir de las 16.

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El entrerriano Nicolás Bonelli realizó un test en el Autódromo de La Plata con vistas a la carrera en Toay.

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San Lorenzo perdió ante Liverpool y quedó complicado en el Grupo F de la Copa Libertadores.

Opinión

Por Néstor Banega (especial para ANÁLISIS)  

En la capital entrerriana una multitud en favor de la educación pública.

Por Edgardo Scarione (*)  

(Foto: NA)