Marcelo Comas
Sus inicios dicen que echó raíces en Patronato de la Juventud Católica de Paraná, el club de sus amores, pero donde también le cerraron las puertas por razones que todavía no logra entiende. No obstante, no guarda rencor con los dirigentes de ese momento -se desempeñaba Osvaldo Tarzia como presidente-, ni mucho menos con el club que lo vio nacer. Las apreciaciones del volante de la Comisión de Actividades Infantiles (CAI) de Comodoro Rivadavia se centraron en su presente en la entidad del sur del país, el momento que vive luego de la lesión que lo alejó por más de seis meses de los campos de juego y también tuvo tiempo para referirse a la campaña de los equipos de la capital provincial que compiten en el Torneo Argentino B. No es el cuento de la buena pipa, como a muchos cronistas les gusta titular este tipo de notas, pero recorre aspectos interesantes de un deportista que plantó bandera en un rincón recóndito de la República Argentina en pos de representar de la mejor manera a la provincia.
Formado en la cantera rojinegra de calle Grella, Germán Pipo Cáceres decidió un buen día hacer las valijas y pegar el portazo, dejando atrás malos momentos en ese espacio físico en el que tantas alegrías atravesó. El capricho del técnico –Pablo Agustín Comelles-, que en ese momento dirigía al Santo, hizo que Cáceres y otros baluartes de las inferiores desaparecieran virtualmente de los planes en los inicios de una nueva temporada del Torneo Argentino A. En una nota radial, El Pipo se encargó de remarcar que esa decisión estaba vinculada al deseo de un alto dirigente, en este caso el presidente, de borrar a ciertos jugadores que no eran de su agrado. Y en esa lista figuraba Germán. Ese pedido tomó totalmente por sorpresa al futbolista: si bien no travesaba su mejor momento deportivo, cada vez que le tocaba ser titular dejaba todo por la camiseta y la casaca rojinegra no le pesaba para nada.
A pesar del bajón anímico que le produjo la nefasta noticia, pudieron más sus ganas de no quedarse en la mera crítica hacia algo que no consideraba lo correcto y de la mano de una recomendación de Carlos Marcelo Fuentes -técnico de la CAI en ese momento- pudo arribar a la entidad del sur argentino y comenzar un camino que lo convertiría en uno de los referentes del plantel junto al ya transferido José Tabares, hoy vistiendo los colores de Arsenal de Sarandí. Su actualidad en el club más exitoso de la Patagonia, El gigante del Sur, el representante de la ciudad en la B Nacional, tiene sólo 11 años de vida. Y claro, la mayoría de los hinchas más antiguos son sus ex futbolistas y no superan los 26 años. La CAI fue constituida con una prioridad: que los chicos de toda la Patagonia tengan en su lugar de origen un sitio donde poder desarrollarse de una manera parecida a la de Buenos Aires. El torneo de Los Toritos de Chiclana, en Paraná, fue la segunda participación de los hijos del viento con la denominación de la CAI.
En un mano a mano con ANALISIS, el paranaense se refirió a la realidad de su equipo y a por qué ha cumplido una campaña tan promisoria en el Torneo Clausura de la Primera B Nacional.
-¿De qué manera analizás el momento que vive la CAI en la Primera B Nacional y tu presente en el equipo?
-Si tengo que hacer un balance de los cinco años que estoy en el equipo, puedo decir que es bueno. Si bien ahora la realidad no es la mejor en cuanto a lo que queríamos del equipo, la verdad es que estoy muy contento después de haber sufrido una lesión muy importante que me marginó los últimos seis meses y he retornado en septiembre al ruedo, estoy recuperando el ritmo. Así que eso hace que me sienta un poco mejor y que tenga la posibilidad de jugar.
-¿Cuesta tomar rodaje en lo futbolístico luego de un parate tan prolongado?
-No, tuve un problema bastante importante que me dejó afuera, pero a la hora de los primeros partidos que me tocó jugar se sintió mi falta de ritmo y por momentos iba con un poco de precaución a disputar cada pelota o con un poco de miedo por el hecho de no sentir la pierna del todo bien. Después, con el correr de los partidos me fui sintiendo mucho mejor; la verdad es que estoy muy contento y ahora ya no siento nada, estoy muy tranquilo y puedo hacer las cosas de la mejor manera.
-¿De qué está careciendo el equipo si es quiere mejorar su imagen en la temporada de la B Nacional?
-Es un campeonato duro, complicado y es muy difícil conseguir puntos, tanto de local como de visitante; todos los equipos son muy parejos. No hemos tenido un buen arranque de campeonato, pero como la paridad es tan importante, es tan notoria, la verdad que de ganar un par de partidos nos podemos acomodar de vuelta en el lote de los punteros. En la última fecha jugamos con Juventud Antoniana de Salta, hoy jugamos con Nueva Chicago en Mataderos y la idea es seguir sumando; después de local hay que tratar de conseguir los tres puntos y arrimarnos al lote de los punteros. La verdad es que sentimos que si ganamos cuatro partidos nos podemos acomodar de vuelta en el lote de los punteros. Jugamos en Salta y sacamos un punto.
-¿Por qué creés que se da esa irregularidad en el equipo?
-Acá hay una realidad: el año pasado se peleó el campeonato, se estuvo muy arriba, pero en este 2005 se han ido 12 o 13 jugadores si mal no recuerdo, y han arribado como refuerzo cinco. La diferencia no habla en cuanto a la calidad, sino que me refiero a la cantidad. Este tipo de torneos son duros, son muy friccionados, se juega muy fuerte y hay muchos viajes de por medio donde los jugadores a lo largo del campeonato se entran a desgastar, entonces se necesita recambio. Nosotros no tenemos ese recambio en demasía como sí lo pueden tener otros equipos. Ésa es otra de las realidades que nos ha pasado en este certamen, pero hay que creer en lo que uno puede hacer y así sacar adelante al equipo.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
