Sandra Míguez
Pérdida de embarazos, malformaciones genéticas, mutaciones, cáncer, leucemia, afecciones respiratorias severas son sólo algunos de los problemas de salud cada vez más recurrentes. Las modificaciones en el medio ambiente no demoran mucho tiempo en advertirse en el hábitat, e irremediablemente en nuestros cuerpos. Sin embargo, aún se discute si los casos que ya se contabilizan son debido a que hoy existe una mayor difusión de estos temas, o si en realidad se comienza a visualizar la real dimensión de las modificaciones en nuestro medio ambiente. Los organismos internacionales advierten sobre los peligros directos sobre nuestra salud.
Días atrás un periodista de Gualeguaychú relataba que tres madres de un mismo barrio de esa localidad se habían sorprendido al coincidir en el Hospital Materno Infantil San Roque de Paraná, donde sus chiquitos habían sido derivados por distintos tipos de afecciones. En ese barrio existen transformadores de energía y desde el Ente Provincial Regulador de Energía (EPRE), presidido por el arquitecto Francisco Taibi, se estaba por iniciar las medidas de contralor sobre los equipos suministrados por una cooperativa eléctrica.
En Nogoyá, los pobladores se han movilizado detrás de lo que consideran un problema tremendo, la coincidencia de distintos tipos de cáncer en habitantes de una misma zona, un radio céntrico en el cual se ha dado la situación de que hasta dos chicos hermanos deban pensar en el transplante de médula.
Los casos se repiten. En la Escuela Tabaré de Paraná, lindante con las chacras de la salida de la ciudad hacia Oro Verde, dos maestras que asisten desde hace años a ese establecimiento y cursaron todo su embarazo trabajando en el lugar se preguntan sobre la casualidad de haber tenido chiquitos con problemas neurológicos. Demasiadas coincidencias.
Datos certeros
Lo que hasta aquí pueden llegar a ser registros casuales se convierten en pruebas evidentes cuando son analizados en forma sistemática.
Desde el hospital de la localidad de Cerrito, el médico Darío Gianfelici manifestó en reiteradas ocasiones su preocupación por la utilización de agrotóxicos en la producción regional, lo que a su entender ha aumentado notablemente el registro de casos de algunas enfermedades como son fundamentalmente las dermatitis -afecciones en la piel- y en las vías respiratorias.
Gianfelici analizó el registro de casos de seis afecciones que requirieron la atención en ese centro asistencial entre 1994 y 2004. De esta manera, comprobó que mientras la hipertensión y las enfermedades gastrointestinales tenían un leve aumento de casos, en función del incremento poblacional, las enfermedades de las vías respiratorias -tanto superiores como inferiores- se habían duplicado, mientras que las afecciones de piel se habían cuadruplicado.
Por ello, señaló que “hubo un incremento de patologías relacionadas al uso de estos productos como abortos espontáneos, embarazos con complicaciones y nacimientos de niños con malformaciones”.
Gianfelici remarcó que “siempre se vuelve a pensar cómo se hace para que el productor abandone la práctica de fumigaciones de cultivos que le resultan económicamente muy rentables, y la única posibilidad es que desde el Estado se brinden políticas que den alternativas de producción sin perder la rentabilidad y que sean menos agresoras del medio ambiente. Por ahí pasa el meollo de la cuestión y hasta tanto eso no suceda continuarán las complicaciones causadas por las fumigaciones con agrotóxicos, ya que el medio ambiente tenía espacios que servían de amortiguadores de contaminación, que lamentablemente hoy ya no existen”.
Una generación de niños idiotas
Si bien son muy pocos los que se animan a formular declaraciones sobre este tema, por estos días no dejó de sorprender cuando el jefe de Cirugía del Hospital de Pediatría de Posadas, Hugo Gómez Demaio, dio a conocer un estudio realizado en 64 niños menores de un año para evaluar sus capacidades. Al aplicar una prueba diseñada por un científico japonés en el hospital local y en una población cercana -Colonia Alicia-, evidenció que ninguno de los pequeños logró aprobarlo.
Este profesor titular de Patologías Neurológicas y Genéticas de la Universidad Nacional de Misiones advirtió lo que muchos no se atreven a reconocer. “Se está teniendo una generación de niños que van a ser idiotas para siempre”, por lo cual reclamó al Estado que garantice una alimentación rica en proteínas a la población más pobre.
El examen consistía en acercarles a los bebés un objeto para que lo tocaran y luego volver a mostrárselos en una suerte de teatrito para títeres. En ese marco, un chico normal cuando ve la figura por segunda vez pierde el interés y se concentra en otras. Pero ello no ocurrió con los 64 niños menores de un año examinados. “Ninguno de ellos lo aprobó, esto quiere decir que estamos teniendo una generación de niños que van a ser idiotas para siempre”, sostuvo Gómez Demaio, que además se encuentra estudiando las lesiones producidas por los agroquímicos en el sistema nervioso central, como la falla en el cierre del tubo neural. “Esto es mucho más grave que lo que fuimos a buscar”, aseguró.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)