Alimentos vencidos: ¿fin del “papá-noelismo”?

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Reflexiones de cierre

Luis María Serroels

Para poder gozar, primero hay que saber sufrir, reza la letra de un tango. Aquéllos que andan desde hace mucho tiempo en las cosas de la política lo deben experimentar en carne propia más de una vez. Jorge Pedro Busti lo sabe mejor que nadie. Para poder saborear los dulzores de una salida oportuna y en principio inobjetable, como ha sido el ofrecimiento hecho al Defensor del Pueblo, Jorge Kerz, para coordinar la ejecución y control de los programas sociales que desarrolla el gobierno provincial, primero debió tragar el jugo amargo de admitir el rotundo fracaso que en la materia mostraron personas y sistemas.

La creación de un cargo específico para una figura cuyo currículum abruma, no hace más que medir con extraordinaria nitidez la distancia que separará al experimentado sociólogo de quienes han estado al frente de una tarea muy compleja y delicada.

No le restemos méritos al gobernador. El saber convertir una situación muy incómoda -el escándalo de la quema de alimentos vencidos lo ha sido- en una salida correcta en términos de terapia administrativa, no deja de ser un rasgo de sagacidad política. Pero mucho más rédito le hubiese generado al gobierno esta decisión si la hubiese acompañado con el relevo de una ministra incompetente.

Es inapropiado desconocerle a Busti sus facultades para armar su equipo de colaboradores de confianza. Pero en esa misma línea no es en modo alguno irreverente reclamar a ese mismo poder que no desestime las críticas, reproches e insatisfacciones provenientes de la ciudadanía, cada vez que puntualiza su legítimo disconformismo.

Es lógico que a ningún jefe de gobierno le agrade que otros le intenten armar su gabinete, pero menos grato le debe resultar advertir que ciertas cosas importantes se hagan mal y encima, que errores ajenos se transformen en costos propios.

Cuando alguien no da respuestas a la confianza inicial, colocando en la puerta de su despacho un simbólico letrero de "Yo no fui", lo que significa transferir a otros sus desaciertos y negar la realidad cotidiana con mensajes tozudos al mejor estilo contestatario, se está en presencia de un foco de conflictividad generador de amplias brechas entre los que conducen (mandatarios) y quienes les encomiendan la labor de conducir (mandantes).

Analizar la cadena de problemas surgidos como resultado de la equivocada gestión de la doctora Graciela Degani, empecinada en quedar ajena a ineludibles responsabilidades, forzosamente tiene que desembocar en una muy baja calificación.

No debería pasarle inadvertido al gobernador el hecho de que la gran pregunta que hoy se hace la gente es cuánto podrá durar Kerz con su grado de compromiso y su estilo de actuar, si no puede desterrar politiquerías contaminantes y aprietes inaceptables a la hora de practicar el correcto direccionamiento de la ayuda, el formal apego a las leyes escritas y, muy especialmente, el reconocimiento pleno de la dignidad de aquéllos hacia los que va dirigida la justa asistencia como acto reparatorio.

Allí residirá el mayor desafío, no tanto para el recién llegado que ya advirtió que cualquier mala costumbre burocrática y malicia clientelística marcará su inmediato regreso a casa, como para Busti, en tanto su garantía de respetar la autonomía funcional y decisoria de su nuevo colaborador significará poner cara de perro cuando alcahuetes y chupamedias pretendan reinstalar la doctrina del amiguismo, de las promesas irresponsables o de la cancelación de deudas personales.

Por eso hablamos de un saludable final para el "papá-noelismo" en que se ha llegado a convertir la política, donde punteros e inclusive legisladores incorporaron a su labor la repartija hasta obscena de alimentos e indumentaria, haciendo proselitismo con las necesidades del prójimo (y con dinero ajeno).

La ministra -es más que obvio- dejó de ser confiable en el área de Acción Social y esta inserción de Kerz con la misión de manejar un amplio abanico de organismos aparece para ella como la última estación en el trayecto hacia el recambio, resistido por la funcionaria como si se tratase de una figura omnisciente, intachable e imprescindible para los destinos de la provincia. Su aceptación de esta medida que le recorta grandemente sus funciones tiene todas las apariencias de una última oportunidad.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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