Un comisario en el Senado

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Estaba duramente cuestionado por sus vinculaciones con el negocio del abigeato en San Salvador; ahora está adscrito al bloque del PJ

La pelea contra el abigeato en diferentes lugares de la provincia, sigue siendo una constante, puesto que, en determinados momentos, se profundiza y ocasiona los más variados problemas, en especial para el personal policial que muchas veces aparece rozado o directamente involucrado. Sin embargo, el poder político no deja de producir sorpresas. Aunque con un excesivo bajo perfil -tal vez para no despertar comentarios adversos-, el ex jefe de la Policía Rural de San Salvador, comisario Jorge Antonio Zapata, quien durante la gestión montielista fue subjefe de la Departamental, se encuentra adscripto al bloque de senadores provinciales del PJ, que lidera Hugo Berthet.

Aunque no es muy usual que se produzcan adscripciones de ese tipo (aunque la metodología fue prácticamente una constante en el bloque de diputados de la UCR en la anterior gestión radical), lo que resulta extraño es cómo nunca nadie -ni siquiera de la oposición-, preguntaron sobre los antecedentes del comisario.

Uno de los ciudadanos de San Salvador más afectados hasta fines de 2003 fue el doctor Roberto Garat, a quien se cansaron de robarle animales de sus campos, pero al que también le llegaron a hurtar un camión completo de ganado. Mientras ello ocurría, según las crónicas del periódico La Semana de San Salvador, la Brigada contra el Abigeato comandada por el comisario Zapata, nunca descubrió nada. En agosto del 2002, Garat declaró que en su zona, unos diez kilómetros al norte de San Salvador, hay otros productores como Tejera, Chass, Raviol, Jaime, Eckerd, Cattaneo, Rodríguez-Marzoratti, Rivelis, “donde nadie se ha salvado de las carneadas clandestinas” y estimó que él era uno de los más damnificados de la zona porque desde agosto del año anterior “le carnearon unos 25 animales”. Un hecho más grave le ocurrió a su secretario en esos días, al momento de recorrer el campo donde faltaron animales. “Cuando apareció a la vista de ellos (los delincuentes), eran seis personas que llevaban arriando dos vacas lecheras, y dos de ellos se dieron vuelta y le dispararon con un rifle. Lo hicieron tirarse cuerpo a tierra porque le silbaban las balas y el caballo se le asustó con los disparos y los dejó a pie. Cuando volvió a su casa y pudo llamar por el celular las personas no estaban más”, agregó.

El propio comisario Carlos Pérez, jefe de Operaciones Rurales de la Policía Departamental San Salvador, tuvo que receptar, en 2003, los insistentes cuestionamientos contra el comisario Zapata. “En el departamento San Salvador es el jefe de la Brigada de Abigeato. Operativamente depende de mí, o sea que le pudo dar los lugares o indicarle los operativos que se pueden hacer. Operativamente soy su jefe, pero administrativamente sigue dependiendo del director de la Policía Rural e Islas de María Grande”. Reconoció que por comentarios de la opinión pública la Policía Rural no tenía una buena imagen, cosa que lamentó porque “somos todos policías y eso no tendría que suceder. Pero eso se puede revertir de a poco. En realidad todos estamos trabajando el mismo objetivo, que es combatir la delincuencia”, remarcó.

Ante los insistentes cuestionamientos, en febrero de 2003, la conducción policial montielista dispuso su traslado a la Comisaría de Bovril, departamento La Paz, pero al poco tiempo se tuvo que ir, ante las nuevas críticas que tuvo desde la propia Comisión de Amigos de la localidad. En menos de dos meses pasó gastos de combustible y de repuestos de patrulleros, que eran el equivalente a varios meses de los otros. “Y como consideramos que eran gastos inventados, pedimos su traslado”, indicó una fuente cercana a la cooperadora policial.

Lo cierto es que tras la salida de Zapata de la zona de San Salvador, las estadísticas de abigeato bajaron como no sucedía desde hacía un buen tiempo. A muchos de los productores rurales les quedó claro que la relación del comisario con los miembros de las bandas de robo de ganado o de corderos (porque también se producían de estos episodios al punto tal que llegaron a ponerle un apodo relacionado al alto oficial) que asolaban el Departamento San Salvador era casi evidente. “Se fue Zapata y dejaron de desaparecer las vacas”, se acotó.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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