Teoría y praxis, en y para la lucha

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Entrevista al intelectual Heinz Dieterich Steffan

Florencia Penna

En el marco de una gira por Argentina que incluyó múltiples conferencias, seminarios y talleres en universidades nacionales, y la presentación de su libro Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI en la última Feria Internacional del Libro, Heinz Dieterich Steffan pasó por Paraná. Doctorado en Ciencias Sociales y Económicas en la República Federal Alemana, y profesor titular en la Universidad Autónoma y Metropolitana de México, el académico brindó la charla-debate La crisis de los intelectuales y las ciencias sociales en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos, donde se congregó un numeroso público conformado por estudiantes, docentes y público en general.

Autor de más de 30 libros sobre Latinoamérica, la sociedad global y los paradigmas científicos y sociológicos del siglo XX, participó de la constitución de la Unión Latinoamericana por la Democracia Participativa -cuyo objetivo es luchar por la segunda y definitiva independencia de América-, y es integrante del Movimiento por el Bloque Regional de Poder: esto se conformaría con lo que él llama “el eje progresista del Atlántico”: Cuba, Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, fortalecido con Evo Morales y el MAS en Bolivia, y el Movimiento por la República Bolivariana del Ecuador.

En líneas generales, Heinz Dieterich habló sobre la crisis de los intelectuales y las ciencias sociales, y hay un segundo tópico sobre Hugo Chávez y el nuevo socialismo. “En la primera parte voy a partir de un libro que es de gran nivel de reflexión hechos por dos físicos, Alan Sokal y Jean Bricmont (Imposturas intelectuales), sobre el estado de las ciencias sociales, y a partir de allá entonces voy a tratar de explicar por qué hoy día éstas están en un estado agudo de mediocridad”, dijo a ANALISIS. Ya en la charla recordó que estos académicos publicaron un trabajo en la reputada revista Social Text, y más tarde revelaron que el mismo era una mera burla sin sentido, escrito con el oscuro lenguaje de los posmodernistas. “Después entonces quisiera enfatizar la necesidad de crear una cultura de razonamiento científico en las escuelas, en lugar de lo que hoy prevalece que es una cultura ensayística, y voy a terminar esto con dos ejemplos de los intelectuales en la Argentina: la manipulación de la información sobre los niños en la calle en Buenos Aires, que hizo el diario La Nación (“Aumentó 600 por ciento en el país el trabajo infantil”, fue titular de tapa del 09/05 de este matutino), cuando utilizando una estadística de la UNICEF de 1997 publicó en primera plana una serie de afirmaciones absolutamente irresponsables y anti-éticas. Y en segundo lugar, sobre las tasas de desempleo en Argentina, que son publicadas en los periódicos pero que son generalmente desconocidos por la gente que dicen que no son verdaderos”, afirmó. “Quizá yo podría hablar de Clarín y su política amarillista frente a Brasil y Venezuela, que le hace sospechar a uno que tiene intereses en generar una fracción entre el Mercosur, y por supuesto generar resentimientos contra el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela”, dijo, luego haciendo referencia la vinculación societaria del Grupo Clarín con el Grupo Cisneros de Venezuela.

-¿Por qué vincula la problemática intelectual y de las ciencias con realidades socioeconómicas y políticas muy concretas como recién refería?
-Porque quienes escriben las notas como las de La Nación son intelectuales, gente que trabaja primordialmente con símbolos, números, conceptos; a diferencia de los trabajadores, que lo hacen físicamente. Y en segundo lugar, porque la ciencia no existe en abstracto, nace históricamente como elemento del control de la praxis, por tanto tenemos que aplicarla hoy día a la realidad para entenderla, y entender ese tipo de manipulaciones como los de La Nación o Clarín.

-¿Podría ampliar esa idea sobre fomentar más la educación racional que ensayística en las escuelas?
-Sí. El único método que otorga un conocimiento efectivo de la realidad es el método científico, de tal manera que si tú quieres que la gente sea democrática, necesita en primer lugar entender la realidad, frente a las posibilidades de lo que se puede hacer, y de lo que es utópico y por lo tanto no tiene sentido proponer. Pero ese raciocinio científico que está compuesto por cinco pasos básicamente, no se utiliza en las ciencias sociales, lo cual es parte de la explicación de la mediocridad que se encuentra. Pese a que ese método no es tan difícil, los alumnos lo comprenden; y le da una precisión de razonamiento y unas guías de razonamientos que hacen a su pensamiento transparente, permitiendo que sea más objetivo el resultado que cuando escribe un ensayo, donde en el fondo termina confirmando su opinión anterior. Es un intento de dar bases para entender el mundo de una manera menos subjetiva y, por lo tanto, tener una praxis de cambio sobre esa cognición más avanzada, de mejor nivel.

-¿Qué podría contar sobre la realidad del norte de nuestro país? Ya que fue invitado al Primer Encuentro por la Democracia Participativa con el Movimiento de Campesinos de Formosa (Mocafor).
-Había 2.000 campesinos y nos reunimos en un galpón un día entero para hablar. Entonces pude conocer de primera mano la situación extremadamente precaria en la cual se encuentra el pequeño campesino del norte, porque lo están desplazando los grandes dueños de la producción de la soja. El uso de pesticidas en esos cultivos de la soja afecta la salud de sus familias, y el apoyo de los gobiernos es absolutamente insuficiente. Por lo tanto viven una situación de muy baja calidad de vida, esto vale también para la situación de la salud y de la educación. Por otra parte, pese a esas condiciones adversas en lo material, hay gente realmente dispuesta a entender la situación, a organizarse y presionar tanto al gobierno de la provincia como al federal para que cambien estas condiciones. He encontrado gente no tan viciada como hay con frecuencia en Buenos Aires, donde los intelectuales y mucha gente que está en la política es bastante “mañada” en sus formas de cambiar las cosas.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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