El coronel ya tiene quien le escriba

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El militar Manuel Morelli falleció en 1979, pero está acusado de ordenar la matanza de 30 militantes del PJ, en la denominada “Masacre de Fátima”; el sábado fue reivindicado en Paraná por la conducción de la Segunda Brigada de Caballería Blindada

 

Por Daniel Enz

El coronel Manuel Alejandro Morelli es oriundo de Paraná y murió de un paro cardíaco en diciembre de 1979. Hasta marzo de ese año comandó la terrorífica Superintendencia de Seguridad Federal del gobierno del general Jorge Rafael Videla y ordenó la denominada "Masacre de Fátima", en la que fueron asesinados 30 jóvenes militantes del PJ, todos con un balazo en la cabeza, tras lo cual dinamitaron sus cuerpos. Casado con la hermana del cura represor, Cristian Von Wernich y hermano del actual presidente del Club Atlético Estudiantes de Paraná, Salvador Morelli, tuvo también un rol cuestionable en la investigación por la desaparición del ex director del diario El Cronista Comercial, Rafael Perrota; y la ex esposa del empresario Osvaldo Si va k, Marta Oyhanarte, lo implicó en el secuestro de su marido. Sin embargo, la Segunda Brigada de Caballería Blindada de Paraná, decidió honrar su nombre el último fin de semana: ahora, la cancha de polo de El Paracao, se llama "Coronel Manuel Morelli". El hecho, podría derivar en fuertes sanciones a los actuales jefes del Ejército Argentino en Entre Ríos -quienes participaron de los actos castrenses- e incluso el inmediato pase a retiro de su titular, el general Juan Carlos Willington, según se confirmó a ANALlSIS.

Algunos de sus amigos en Paraná, la ciudad que lo vio nacer, lo recuerdan como el hombre elegante, de 1,80 metros de altura, siempre de buen estado físico y mirada algo agresiva. En 1950, Manuel Alejandro Morelli ya era subteniente del Regimiento de Caballería 6 de Concordia y allí conoció a quien sería luego su esposa: Susana Von Wernich, hermana del sacerdote que bendecía la tortura en la última dictadura, Cristian Von Wernich, actualmente preso por ese penoso rol. De familia liberal, antiperonista acérrimo, de inmediato hizo una buena relación con su querido cuñado. Aunque estuvo en dos oportunidades en Paraná, en la Segunda Brigada de Caballería Blindada -en 1969 primero y luego retornó a los 10 añoso, casi nadie se acuerda de ello. Otros memoriosos solo indican que tenía muy buena relación con el arzobispo de esta capital y vicario castrense, Adolfo Servando Tortolo; con el mismo general Juan Carlos Ricardo Trimarco o con las fam'ilias Carbó o Etchevehere, propietaria de El Diario, con quienes siempre tuvo mayor relación social. Aunque la vinculación no era tan fluida -por ser de diferentes grupos dentro del Ejército Argentino-, también tenía un buen trato con el general Ramón Camps -otro personaje nefasto oriundo de Paraná- o con el mismísimo abogado de ultraderecha Alberto Ottalagano.

 Lo que nadie olvida es el poder que tenía el coronel Morelli en el gobierno del dictador Jorge Rafael Videla. De la mano del ministro del Interior general Albano Harguindeguy -puesto que era hombre de su confianza, al igual que del general Guillermo Suárez Mason-, se transformó en el jefe máximo de la terrorífica Superintendencia de Seguridad Federal, ubicada en el edificio de calle Moreno 10417 de Capital Federal, que era una dependencia de la Policía Federal y ocupaba nueve pisos.

 El 2 de julio de 1976 se produjo en el comedor de dicho edificio la explosión de una bomba que causó la muerte de 27 efectivos policiales. El comisario general Evaristo Besteiro, que estaba a cargo del organismo, fue desplazado y en su lugar quedó el coronel Manuel Alejandro Morelli.

El organismo de Morelli pasó a ser una dependencia de actividades ilegales a poco de asumir. En el tercer piso de la Superintendencia eran alojados los detenidos, en calabozos individuales, y era habitual la aplicación de torturas de todo tipo a quienes se encontraban allí en forma clandestina. Para muchos, era el paso previo a las cárceles de Villa Devoto o La Plata. Para otros, era el paso previo a sus traslados, todo bajo las órdenes estrictas de Morelli. "El coronel tenía que saber todo lo que se hacía en el edificio: desde el detenido, hasta el últi¬mo torturado o ejecutado en alguna circunstancia. Si alguien le fallaba, lo hacía matar. No dudaba un instante", recordó un viejo amigo, que escuchó tal frase, en confidencia, del propio militar.

Recuerdos de Fátima

Entre la noche del 19 de agosto y la madrugada del 20 de agosto de 1976, 30 personas que se encontraban detenidas ilegalmente en la Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal, fueron trasladadas hasta la localidad de Fátima, en el partido bonaerense de Pilar, por orden de Morelli. "Es un simple traslado", les indicaron a los jóvenes militantes del PJ, la mayoría de los cuales no superaba los 30 años: Un grupo militar se instaló en el control caminero, sobre la ruta 9 y no permitió el paso de vehículo alguno. Mientras, aviones militares comenzaron a volar sobre el área, para lograr que no haya errores ni curiosos. Cuando llegaron a una zona despoblada, en un furgón y una camioneta, hicieron descender a los militantes, los ubicaron uno aliado del otro -en un diámetro de no más de 20 metros- y le dispararon en la cabeza a cada uno de ellos, tras lo cual dinamitaron el lugar. Algunos pobladores advirtieron la explosión aproximadamente a las 4.30 de la madrugada del 20 de agosto de 1976. Una hora después, un grupo de obreros que se dirigía a su trabajo, encontró, a unos dos kilómetros de la Estación del Ferrocarril Urquiza, 30 cuerpos diseminados en un círculo: 20 de ellos eran de sexo masculino; el resto eran mujeres; la mayoría de ellos, adolescentes. No obstante, nadie podía llegar al lugar, porque un operativo de soldados lo cerró y a los reporteros gráficos que acudieron se les secuestraron las fotos tomadas. De los 30 cadáveres, dos se encontraban totalmente destrozados, producto del estallido, que, a su vez, provocó un foso de unos 80 centímetros de profundidad y un metro de diámetro. Entre los soldados y personal civil municipal recogieron los cuerpos y los pedazos esparcidos en la zona, los que, a su vez, fueron subidos a un camión de la comuna de Pilar. Sólo cinco de las víctimas fueron identificadas al poco tiempo del hallazgo de los cuerpos: Inés Nocetti, Ramón Lorenzo Vélez, Ángel Osvaldo Leiva, Alberto Evaristo Comas y Conrado Alzogaray. Al tiempo, se identificaron otros cadáveres.

El policía "arrepentido" Víctor Luchina -según el testimonio que brindó luego ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) estaba de guardia en el edificio de Moreno al 1.400, donde funcionaba la Superintendencia, la noche que se llevaron a los 30 detenidos. "Apagaron todas las luces. Sólo quedaron encendidas las del ascensor y las de la playa de estacionamiento. Recuerdo que los detenidos eran 30 porque fueron contados. Algunos venían en mantas, envueltos, parecían estar muertos; otros venían tambaleándose como drogados", manifestó. El ex policía atestiguó que ayudó a cargar a los detenidos en un camión verde oscuro. Al día siguiente dijo haberse enterado por los diarios que "habían sido dinamitados en Pilar". La masacre había sido una "respuesta" a un atentado realizado en julio de 1976 en el edificio de la Superintendencia. Ninguno de los medios periodísticos de Paraná informó de l0 sucedido en esos días.

Entre los asesinados por orden del coronel Morelli se encontraba el militante, oriundo de Gualeguaychú, Carlos Raúl Pargas, quien 28 años después terminó de ser identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense, y cuyos restos se encontraban como NN en el cementerio de Derqui, provincia de Buenos Aires. Pargas tenía 31 años al momento de ser asesinado. Había terminado el secundario en el Colegio Nacional de Gualeguaychú, se fue a La Plata y luego a Capital Federal, donde pasó a cumplir funciones en el Banco de la Nación Argentina, sucursal Pellegrini. Allí fue detenido el 12 de julio de 1976. Un año después también fue desaparecida su hermana, Rosa María Pargas de Camps, en Lomas de Zamora. Pargas era amigo personal y de militancia de Enrique Guastavino, también desaparecido por la dictadura, hermano del actual vicegobernador de la provincia, Pedro Guillermo Gusatavino. Es más: la hermana menor de Pargas -que fue quien llevó adelante buena parte de la investigación para la identificación de los restos de su hermano- fue novia de Enrique Guastavino durante un buen tiempo. La mayoría de los implicados en el caso se encuentran actualmente detenidos, por disposición del juez Federal Rodolfo Canicoba Corral, quien investigó el caso. Tanto Morelli como otro militar zafaron por fallecimiento.

Otros cuestionamientos

Pero en el negro historial de Morelli, lo de la "Masacre de Fátima" no es lo único que se le recuerda al coronel. Marta Oyhanarte siempre insistió en que Morelli fue uno de los organizadores del primer secuestro de su esposo, el empresario Osvaldo Sivak, en 1979. El periodista Carlos Juvenal, fallecido en diciembre de 1996, escribió en su libro Buenos muchachos, sobre los secuestros extorsivos de las décadas del '70 y '80, en nuestro país: "En la Policía Federal una gran mayoría opina que los secuestros y asaltos a empresarios y cambistas durante el proceso militar solamente pudieron hacerse con la anuencia del general Harguindeguy, el visto bueno de los coroneles Morelli, Arias Duval y Mateos y la intervención de agentes del Batallón 601 y Seguridad Federal. Podría agregarse que también resultaba una condición imprescindible que la jefatura de la fuerza, en el mejor' de los casos, hiciera la vista gorda. Más razonable es pensar que esa jefatura fue cómplice de todo. Absolutamente todo".

El coronel Carlos Alberto Antonio Mateos -fallecido hace no más de dos años-, estaba viviendo en Paraná desde 1983 y era amigo personal de Morelli, por lo menos hasta su imprevista muerte, en diciembre de 1979. Según Juvenal, Mateos fue allegado directo de los nefastos personajes parapoliciales Aníbal Gordon y Raúl Guglielminetti. En el libro -que demandó ocho años de minuciosa investigación-, el periodista se preguntaba por qué la Justicia nunca citó a Mateos, sabiendo del conocimiento que tenía el militar sobre el accionar de la banda. A la vez reveló que Sivak (a quien hallaron muerto en 1987, luego de un segundo rapto) habría estado secuestrado en un campo ubicado en General Villegas, propiedad del coronel Mateos y donde en varias oportunidades fue reconocido Gordon por vecinos de la zona.

Pero hay otro episodio extraño que involucra a Morelli. Los hijos del desaparecido empresario periodístico Rafael Perrota -ex director propietario del diario El Cronista Comercial de Capital Federal, secuestrado el 13 de junio de 1977- revelaron en su momento que por precisas instrucciones del ministro del Interior, Albano Harguindeguy, se entrevistaron con el coronel Morelli en la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) -donde también prestó funciones", para que les recomendara los pasos a seguir, a fin de ubicar con vida a su padre, que estaba en manos de una banda de secuestradores. A los pocos días se presentó, en la casa de la familia Perrota, un oficial del Ejército. "Vengo de parte del coronel Morelli", les manifestó. Dijo que era de apellido Arrán y les aconsejó, de parte de Morelli, pagar el rescate pedido, que era de 375.000 dólares. El 17 de julio de 1977 dejaron el dinero del rescate en un lugar de la Isla Maciel. Morelli no los atendió nunca más. Perrota es uno de los desaparecidos de nuestro país.

El coronel Morelli pasó sus últimos días en Paraná. Antes, por su estrecha amistad con el general Trimarco -que comandó la provincia en buena parte de la dictadura, ya sea como interventor primero o como jefe de la Segunda Brigada de Caballería después- hizo que lo nombrara a su hermano, Salvador Morelli, como presidente del Instituto Autárquico Provincial del Seguro (IAPS), cargo en el que permaneció hasta casi el final del gobierno militar. Incluso, a comienzos del primer gobierno de Sergio Montiel (VCR), fue denunciado por el caudillo por supuestas irregularidades en la venta de los departamentos de los inmuebles de calle San Martín, donde se encuentra el edificio del organismo. El coronel, quien falleció en diciembre de 1979, en su despacho de calle 25 de Mayo, en la sede del Comando de la Segunda Brigada de Caballería Blindada, poco después de las 8 de la mañana y en total soledad, no tuvo' tiempo de asegurarle tranquilidad por siempre, pero el ex funcionario siempre demostró un buen manejo del poder en la ciudad.

El actual presidente del Club Atlético Estudiantes (CAE) -cargo en el que está desde 1978, o sea, época de poder militar y de fuerte influencia de su hermano coronel- fue quien, 26 años después de su fallecimiento, convenció a las actuales autoridades de la Segunda Brigada de Caballería, de la necesidad de homenajear al militar. El comandante, general de brigada Juan Carlos Willington, fue quien lideró los actos el sábado último, en que se impuso el nombre de "Coronel Manuel Alejandro Morelli" a la cancha de polo de El Paracao, que pertenece al Ejército Argentino. También participó el general Valentín Venías, presidente de la Comisión de Armas de la Caballería San Jorge, todo al ritmo de Zamba de mi esperanza, la canción favorita del homenajeado, según la crónica de El Diario, que fue el único medio que cubrió los actos.

El comandante del Ejército Argentino, general Roberto Bendini, se enteró ayer de lo sucedido y "se sorprendió" con la reivindicación realizada en Paraná al coronel fallecido. Fuentes del gobierno nacional indicaron a ANALISIS que en las próximas horas se aplicarían "graves sanciones" al actual titular de la Segunda Brigada de Caballería de esta capital, general Willington e incluso la medida alcanzaría al segundo jefe, también presente en los actos del sábado, no descartándose que el aval a tal reconocimiento pueda determinar en el inmediato pase a retiro de ambos. "Es una provocación", se indicó. La información habría causado también. "malestar" en el propio Presidente de la Nación, Néstor Kirchner, quien fue notificado del hecho en la noche del martes. Los familiares de las 30 víctimas de la "Masacre de Fátima" esperan ahora una respuesta.

 

Recuadro

 

“Personaje singular y carismático”

"El coronel Manuel Morelli había nacido en Paraná el30 de agosto de 1927 y falleció también en nuestra ciudad el 11 de diciembre de 1979, mientras se desempeñaba como segundo comandante de la Brigada de Caballería Blindada 11.

Apodado cariñosamente Ñata o Poli, fue un personaje singular y carismático, muy querido por quienes lo conocieron o fueron sus subalternos.

Ingresó al Colegio Militar de la Nación en 1947 y se distinguió por su lograda madurez y definida personalidad. Ya era por entonces un consumado jinete. En 1950 fue subteniente del Regimiento 6 de Caballería, y un año más tarde pasó a la Escuela Militar de Equitación, y posteriormente cursó en la Escuela Militar de Equitación de Chile. Luego de cumplir diferentes funciones en nuestro país, regresó a Paraná en 1969, al Comando Brigada de Caballería Blindada 11. Después supo cumplir funciones en la Escuela Superior de Guerra, en el Comando General del Ejército y en 1977 tuvo un pase en comisión al Ministerio de Economía.

En enero de 1979 regresó a la Brigada de Caballería Blindada 11, en Paraná, donde falleció en diciembre de ese año.

Quienes lo conocieron destacan que supo no sólo cultivar la amistad con prestancia, sino que su don de gentes impulsaba a ser su amigo; y remarcaron que supo acreditar condiciones de gran calidez y calidad humana que confirmaron su innegable hombría de bien.

(Publicado en El Diario, en página 6, Segunda Sección, del sábado 14 de mayo de 2005, en el que en ningún momento se consigna que fue jefe de la Superintendencia de Seguridad Federal, ni su participación en la SIDE ni su rol en la "Masacre de Fátima").

 

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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