Florencia Penna
Andrés Klipphan, Luis María Serroels, Miriam Lewin, Felipe Yapur y Reynaldo Sietecase fueron los destacados panelistas que presentaron el cuarto libro de Daniel Enz, director de ANALISIS, en una sala del Centro Cultural Juan L. Ortiz colmada de público. Cada uno brindó su opinión sobre la publicación y se explayó sobre las condiciones de existencia que permiten y favorecen la criminalidad y la impunidad. En este marco, se inauguró el primer mural sobre la joven de 14 años desaparecida desde el 25 de julio de 2005, realizado por Rep, Bianfá, Maxi y Jaimo. La presencia durante todo el acto de María Inés Cabrol, mamá de Fernanda, evidenció un dolor intransferible pero a la vez compartido por toda una comunidad que clama por justicia.
Cuando el dibujante de Página/12 Miguel Rep destapó el mural sobre Fernanda, un manto de silenciosa aflicción cubrió los rostros de quienes se dieron cita en el Centro Cultural Juan L. Ortiz con motivo de la presentación de Las flores de Fernanda. No porque el trabajo fuese lúgubre o pesimista, pues hay que resaltar que es todo lo contrario, sino porque refleja en pocas imágenes la historia no resuelta de un secuestro que provoca repudio, indignación y malestar. Ante los ojos colmados de lágrimas de la valiente María Inés Cabrol, las palabras se esfumaron y sólo los aplausos pudieron suplir la expresión de un deseo colectivo: que aparezca Fernanda.
Una vez ubicados en la sala mayor, la periodista Claudia Martínez ofició de presentadora de los panelistas. Quien primero comenzó su alocución fue Andrés Klipphan (revista Veintitrés), que escribió uno de los prólogos del nuevo libro de Daniel Enz. Las flores de Fernanda “describe las injusticias que vivimos como ciudadanos todos los días. Su valor, a mi modo de ver, es que su autor se decidió a hacerlo antes de que esté resuelto el caso, antes de que la Justicia haya determinado dónde está la joven”, expresó. Por otra parte señaló que “el libro nos habla de las aberraciones que a veces pasan en las cárceles y en el Servicio Penitenciario, no sólo porque dejan salir a violadores cuando tendrían que estar entre rejas sino también por todos los padecimientos que sufren algunos inocentes que están presos. Habla de las complicidades que existen para que esto suceda por parte del poder político y de la Justicia. Por estas razones, posiblemente eche luz sobre cosas que el poder quiere ocultar. Lo que más me llamó la atención fue que cuando Miguel Ángel Lencina apareció muerto en su celda, la Justicia no ordenó investigar la forma exacta en que sucedió. Es una de las principales impunidades. Aquí se abren las sospechas de que quizás fue la Policía la encargada de ejecutarlo, algo que ocurre a diario en los penales bonaerenses”.
Tras su intervención, fue el turno de Luis María Serroels, autor del segundo prólogo e integrante del equipo de investigación del libro. “Esta presentación se vincula con los actos que se prepararon con motivo de los 15 años del Semanario ANALISIS de la Actualidad”, dijo este respetado periodista que desde el primer momento ha colaborado con la publicación. Luego se preguntó qué es Fernanda Aguirre. “Más allá de que algunos se hayan olvidado, sobre todo los que buscaron especulaciones políticas enmarcándose en un hecho tan grave y doloroso, que cuando la articulación no dio resultado se abrieron y parece que ya no tienen nada que hacer; no es un caso más. Más allá de que integra una larga cadena de hechos aberrantes ocurridos en la provincia, es una sonora bofetada en la conciencia de nuestra sociedad. Es una espina que duele mucho, es un compromiso que nos viene cicateando, es la vergüenza para aquellos que desde el poder no sólo no resuelven esto, sino que no resuelven nada. Porque a nueve meses de su desaparición no hay respuestas”, expresó refiriéndose al dolor de los padres, de hermanas, de compañeros de escuela, de amigos, haciéndolo extensivo a los paranaenses y entrerrianos. “Un dolor de toda persona bien nacida”, agregó. También se interrogó cómo comenzó esta historia, “porque el 25 de julio por la tarde nadie imaginaba que nos íbamos a afrentar con semejante episodio. La tarea con Daniel se incentivó cuando apareció el nombre de Lencina. Al recordar que en 1995 quien les habla cubrió el juicio que lo llevó a la condena por doble homicidio, nos dimos cuenta de que esta historia no iba a ser una más. Sus correrías no empezaron ese día, ya tenía una violación y muerte de otra pequeña, por 1988, a la que con un tío maltrató y violó durante tres noches y cuatro días para arrojarla viva en un aljibe de 60 metros. Ése era Miguel Lencina”.
Por otro lado, Serroels compartió algunas anécdotas propias de la factura de la investigación, ante un rompecabezas en el cual, consideró, se debían conjugar los verbos indagar, averiguar, obtener, juntar, amalgamar, traducir y, finalmente, escribir. Y con humor expresó: “No es fácil tenerlo aguantando a Daniel. Porque que quiera hacer un libro es auspicioso para la sociedad, pero no tanto para los que estamos alrededor de él, les aclaro. O necesariamente insufrible porque todos aprendemos mucho”, reveló. Y adentrándose en la publicación, dijo que no era una mera descripción ni un cuento policial, “tampoco un oportunismo comercial porque estos libros no se hacen con fines de lucro sino con vocación de pobreza. Si tuviera que definir sus intenciones, diría que ha usado a sus libros como el ejercicio del periodismo por otros medios. No es un compendio de lo que se publicó. Hay una elaboración y materiales no publicados y que él averiguó. Aquí se desnudan las barbaridades, pobrezas, hasta irreverencias de todo el poder”, consideró mencionando muchos hechos graves que han sucedido y que no han sabido esclarecer. “Estamos todavía con un gran nudo en la garganta aguardando el regreso de Fernanda, porque la presunción de vida siempre deberá ser más fuerte que la de muerte. Por eso creo que ella sigue viva”, dijo.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
