Jorge Riani
Una exclusión al invierno. Así de gráficos son los jueces para describir la situación de abandono y deterioro de las cárceles entrerrianas. La falta de espacio hizo que un tercio de los detenidos sin condena deban esperar el pronunciamiento de la Justicia en calabozos de las comisarías. La falta de elementos básicos en las unidades penales y la superpoblación de condenados, convierten al sistema carcelario en “un polvorín que puede estallar en cualquier momento”, según alertó un camarista penal de Paraná.
En Entre Ríos, el 35 por ciento de las personas que están privadas de la libertad no tienen sentencia condenatoria. Esto suma un pesado lastre a las colapsadas cárceles, que ya resultan chicas y viejas para dar lugar a los presos con condena. Además, unas 300 personas están encerradas en las comisarías de toda la provincia a la espera de que la Justicia resuelva su situación a futuro, aunque esto no hace más que llevar cierto alivio insuficiente a las unidades penales, al trasladar parte de la demanda carcelaria a los calabozos de las comisarías.
Quienes conocen por dentro las celdas y espacios carcelarios de la provincia de Entre Ríos no dudan en graficar que una visita a las cárceles se parece a una excursión al mismísimo infierno. Entre Ríos, año 2005. Para el juez penal Felipe Celli, “es un milagro” que la situación carcelaria en Entre Ríos “se mantenga como está, porque es un polvorín que puede estallar en cualquier momento”, según dijo a ANALISIS.
Este lunes, el vocal del Superior Tribunal de Justicia (STJ), Miguel Augusto Carlín, les contó a sus pares, en un encuentro que mantuvo en el salón de acuerdos, los detalles que vio en una reciente recorrida por las cárceles del interior de la provincia. Quienes conocen al magistrado aseguran que se lo vio verdaderamente conmocionado.
Carlín contó que vio gente durmiendo en reducidos espacios que alguna vez fueron pensados como placares. Cuando caminaba mirando las paredes, tropezó con un bulto y vio que era un preso durmiendo en el suelo descubierto, como lo hace todos los días.
Ocurre que cada preso debe procurarse de la forma que sea un colchón, porque el Estado entrerriano no garantiza esa mínima comodidad. “El estado de afectación a la dignidad de las personas encerradas es asombroso e inhumano, algo que cuesta creer que pueda darse en estos tiempos”, describió un juez que participó del encuentro con los altos magistrados.
“Si se analizan los tratados internacionales y el artículo 18 de la Constitución Nacional, vemos que las cárceles están lejos de ser lo que deben ser”, resumió el vocal del STJ, Carlos Chiara Díaz.
“No es la proporción de hacinamiento que se da en Buenos Aires, donde, de 22 mil detenidos, 19 mil están sin condena. Tampoco se da aquí lo que ocurre en Córdoba, donde las sentencias aumentaron en tres años a casi el doble, pero en Entre Ríos la situación es crítica también”, agregó Chiara Díaz en diálogo con este semanario.
Sostuvo que el colapso se sintió aún más a partir de que muchos jueces en Argentina se dejaron presionar “por gente como Blumberg, que incitan a ser más severos, a dejar de lado normas excarcelatorias”. Consideró que el “sistema procesal no responde”, y que eso tiene como consecuencia la superpoblación de las cárceles, a la vez que anticipó que las modificaciones al Código Procesal Penal “agilizarían las investigaciones y todo el sistema, al crearse para algunos casos las penas alternativas, y aplicarse no sólo la privativa de la libertad sino otras, como por ejemplo, prohibir las salidas (de sus casas) el fin de semana”.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
