-Montiel y el Congreso Radical. Ya en tiempo de descuento el oficialismo inició una ofensiva destinada a apurar las definiciones de la oposición parlamentaria que finca en la Cámara de Diputados. El devenir de toqueteos, tomas y dacas derivó naturalmente en la conformación de una informal mesa chica de negociación. Fabián Rogel, Eduardo Solari y Osvaldo Fernández, con matices diferenciados, conformaban la avanzada radical más dialoguista. “Los principales 20 dirigentes radicales (sin nombrar a Sergio Montiel) quieren la reforma”, se entusiasmaba en off el habitante de unos de los principales despachos de la Casa Gris hace solo 10 días atrás. En las sombras se movían otros dirigentes; unos estaban conectados a la mesa y otros no. Sergio Varisco se mantenía en permanente sintonía con Arturo Vera y Rogel siempre tuvo teléfono rojo con Montiel. El Nuevo Espacio fue más cuidadoso, ya que los márgenes de maniobra de Juan Zacarías estaban acotados por la desaprobación pública que había sentenciado Emilio Martínez Garbino a las fórmulas reeleccionistas. Vale aclarar que entre ambos dirigentes hay diferentes valoraciones acerca de la fortaleza con la cual Jorge Busti pueda acometer la búsqueda de un cuarto mandato en el 2007. Martínez Garbino recela fuertemente de las cabeceras de playa que siempre puede instalar un aparato gubernamental en épocas de bonanza fiscal como la actual. Por su parte, Zacarías sostiene que el PJ sería imbatible con un candidato alternativo a Busti, que llegue como expresión nueva y fresca a la política provincial. Lo cierto es que a medida que estos enjuagues trascendían, en el interior del Radicalismo crecía la disconformidad con el manejo cerrado que, además, abría un cauce a través del cual Jorge Busti buscaría prolongar su mandato hasta el año 2011. Mientras, yermo como un cadáver, Montiel prestaba orejas a Rogel y oteaba las catacumbas radicales del interior. El egoísmo y la torpeza conjunta del oficialismo y de la oposición le regalaron otra oportunidad de volver a escena por la puerta grande. Con contundencia definió su posición y en cuestión de horas el acuerdo se derrumbó como un castillo de naipes. La roussoniana expresión de Fermín Garay; “los pedazos de la conciliación espuria yacen esparcidos por el suelo”, no parece exagerada y pinta con realismo los efectos internos de la reaparición de Montiel. El Congreso radical fue un simple trámite que deja triunfadores, derrotados y situaciones embarazosas como las de Fabián Rogel. Que el “Si Sergio” vuelva a estar omnipresente constituye un síntoma preocupante. Que lo que alguna vez fue “la fuerza política reformista” se niegue a debatir de cara a la sociedad una reforma constitucional sabia pero vetusta, es vergonzante para propios y extraños. Quizás por ello lo más (¿único?) razonable hayan sido las palabras del diputado Arturo Vera (UCR-Feliciano) que no dudó en calificar de “fracaso” el no haber encontrado un acuerdo que garantice la convocatoria. “Fracasamos nosotros y fracasó el gobierno”, sentenció.
-Signos de crisis. A partir de la resucitación de Montiel nadie se sorprendió por el resultado del Congreso; Busti tampoco. En reunión con legisladores y funcionarios puso blanco sobre negro y comenzó a desandar un camino sin retorno. Nadie lo dice, pero se trata de disimular la evidencia del fracaso. Por estas horas no son pocos los desbordados temperamentales que le hacen la oreja buscando responsables. Es que el gobierno pierde el partido no porque en frente tenga un equipo mejor. De todas maneras el golpe de la derrota suele no generar reacciones superadoras. El oficialismo blande la Consulta Popular como fórmula de apriete político. La misma es una herramienta importante de participación pero requiere de una condición básica: que despierte expectativa e interés en la sociedad. Pero que se sepa la mayoría de los entrerrianos tienen preocupaciones menos trascendentes que se derivan de la intolerable desigualdad social. Y no decimos que la salud y la educación, por citar solo algunos aspectos, no tengan su peso en una nueva Constitución, pero el propio gobierno se encargó de centralizar en la reelección los deseos reformistas. Quizás ahora se acuerden de buscar doctrinas que expliquen las bondades de la autonomía municipal, la reforma política, la descentralización institucional, los nuevos derechos, etcétera. Solo que probablemente sea tarde. O nadie les crea. Por las dudas Montiel, maligno como siempre, se encargó de que el Congreso en su parte resolutiva cierre los caminos a esta manganeta oficial. Así, el radicalismo no participará ni controlará la eventual Consulta Popular. Nada hace pensar que esta iniciativa vaya a correr mejor suerte que la pretendida Reforma. Sin embargo, constituye un salvavidas para un gobernador que necesita ganar tiempo y reordenar su estrategia en el marco de un justicialismo que, mas temprano que tarde, deberá debatir el post. “La reforma fue muchachos. El 2005 es de Kirchner, pero el 2007 voy a caminar pueblo por pueblo para armar mi lista”, dice Jorge Busti.
-Busti-Montiel. En esta dinámica, toda iniciativa oficial parece condenada al fracaso. La repentina agilización de denuncias de la Oficina Anticorrupción contra tristes personeros del gobierno anterior tienen más cerca el destino de engordar a Montiel, que de hacerlo adelgazar en el lugar donde debería estar, una prisión domiciliaria, por su edad, que le hace evitar una cárcel. Este signo de la política entrerriana hace pensar que uno y otro se retroalimentan para mantener la hegemonía en los respectivos partidos y desde ahí alternarse en el gobierno de la provincia. Pero en principio, la historia está reñida con tramas conspirativas y según como se sigan desplegando corrientes, que todavía no aparecen con contornos definidos, ni Montiel sucederá a Busti, ni Busti se sucederá así mismo. Montiel tiene chances de protagonizar alguna circunstancia puntual de la vida política entrerriana, pero en valores tendenciales pertenece al pasado. Unidamente la mezquindad de Busti en atar y reducir su prestigio político a un círculo demasiado estrecho, donde los impresentables son mayoría, puede generar la alquimia para que los fantasmas cobren vida. En la medida en que la sociedad acentúe su protagonismo los vientos que soplan desde el más alto nivel nacional despejarán los nubarrones que oscurecen la comarca.
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