Por Coni Cherep (*)

Desde el momento en el que resultó electo, Maximiliano Pullaro tomó una decisión que puede pasarle una factura indebida : Eligió el camino de no echarle culpas a la herencia que recibía y liquidó buena parte de su capital político inicial, haciéndose cargo de una realidad de la que no era responsable, y que se complicó más de la cuenta.

La falta de un inventario oficial, le impidió señalarle a la sociedad desde donde partía con claridad. A eso se le agregaron los condicionamientos y los recortes brutales de recursos desde el Estado Nacional, y una reacción narco, que frenó un genuino impulso en materia de seguridad pública.

Perotti disfruta de fueros e impunidad. Sonríe por los pasillos de Diputados. Al precio, lo está pagando Pullaro. Y fue un error, que le quita peso a los aciertos.

De hecho, las primeras decisiones que fue tomando, iban en la dirección que la sociedad reclamaba: Hubo acciones concretas para recuperar el control de las cárceles, desde dónde se ordenaban el 85 % de los crímenes en Rosario. peligrosos. Por eso bajaron un 70% el delito de extorsión y más de 60% de los homicidios en Rosario.

Eso, quedó injustamente sepultado por los cuatro crímenes narcos, ocurridos en cinco días. Lo que era una fortaleza se convirtió en un reclamo de los rosarinos. Ahora no hay margen para retroceder. Ni en las decisiones acertadas, ni en el combate a los narcos. Y para eso, depende en gran medida de Nación, de la Justicia y de las fuerzas de seguridad.

Pero hubo más: Se sancionó la postergada ley de juego on line, y los los casinos y los sectores financieros fueron grabados en impuestos que hoy le permiten a Santa Fe estar cerca de la autonomía financiera. Pasó desapercibido, pero fue una clara señal de intenciones: que paguen los que más tienen.

Otro acierto, aunque trajo aparejados daños: por primera vez los docentes tienen que empezar a explicar los inusuales datos de ausentismo que le cuestan a la Provincia , 200 mil millones de pesos al año. Casi el monto de lo que significa la cláusula gatillo.

Y plantaron la bandera de la defensa de la producción santafesina, proyectando en ella las posibilidades de crecimiento. Un discurso que intentó usar Perotti, pero al que le faltaron políticas y defensa de los intereses frente a las decisiones nacionales: En ese sentido el gobernador ha sido claro y ha defendido al agro, al punto de (casi) quebrar sus relaciones con el indómito.

El relanzamiento del Plan Abre, la cancelación de la deuda con las empresas que desarrollan obra pública y la «limpieza» de los nombramientos inadecuados que dejó la familia perottista en el Estado, le agregaron señales positivas al arranque.

Hasta allí, ninguna discusión. Todas luces verdes.

Pero tiene muchas amarillas, y algunas a punto de pasar a rojo.

La base de todos los problemas que afronta Pullaro, son las cuentas públicas. Y esas cuentas públicas están especialmente afectadas por las decisiones irracionales del gobierno de Milei.

La quita de subsidios al Transporte, dejó al sistema público al borde del cierre. La subsistencia es prácticamente imposible, si no aparecen recursos nuevos. Eso, no parece encontrar solución real y promete ser un grave problema para la mayoría de los ciudadanos de las principales ciudades, que ya hacen el esfuerzo de pagar el costo a un 300% de lo que pagaban en diciembre.

Milei, además, quitó el FONID. Un monto que se descuenta directamente del salario de bolsillo docente. Y eso, le produjo un daño inicial muy profundo en la negociación salarial.

A pesar de haber iniciado las negociaciones paritarias en enero, el gobierno se encuentra en pleno marzo con las clases interrumpidas con paros semanales in crescendo. La última propuesta tuvo un rechazo casi unánime.

Tras haber denunciado el acuerdo paritario 2023, a todas luces abusivos para las arcas públicas, mucho más si se recuerda que fue precisamente el gobierno de Perotti el que eliminó la clausula gatillo apenas asumió su gobierno, Pullaro tuvo que pagar un aumento retroactivo a diciembre, que se ubicó por encima de 36%. Lo denunció, pero después se decidió a cumplirlo. Y agregó un malestar que pudo evitarse: A pesar de que con ese 36%, los docentes santafesinos pasaron a ser los mejores pagos del país, los aumentos que se van proponiendo para 2024, son bajos respecto al resto de las jurisdicciones.

Mientras otras provincias- Córdoba o Entre Rios- ajustaron en diciembre muy por debajo de la inflación, Santa Fe lo hizo y los docentes, le reclaman más. Allí no hay tregua alguna: los dirigentes sindicales, lejos de dirigir, habilitan un proceso que no sólo impacta en los niños, sino en sus familias.

Por ahora, no hay salida. Y la discusión se retomará tras las minivacaciones de Semana Santa. Allí, habrá bisagra: o se acuerda, o se profundiza el conflicto. Y eso puede poner al gobernador en un lugar paradójicamente opuesto al de sus reconocidas convicciones de defensor de la educación pública. Hoy, para los docentes, y con una ayuda indecorosa de la cada vez más burocrática dirigencia sindical, Pullaro es lo mismo que Milei. Y eso, es, en principio, un disparate.

Allí, aparece débil la defensa del gobierno. No hubo corriente de opinión que pusiera al conflicto en su verdadero contexto.

Mientras la FISFE, anuncia que el 77 % de las empresas privadas santafesinas están al borde de suspender turnos y echar personal como consecuencia de la crisis económica, prolongar un conflicto salarial público, con un aumento real del 55 % de bolsillo de diciembre a marzo, parece un desatino. Allí la gestión perdió fuerzas. Y no hay demasiados dirigentes que salgan a defenderlo.

Otro tanto ocurre con la salud pública. La eliminación de recursos nacionales «no automáticos» agravó las deficiencias del sistema público, que encima, soporta dos graves asuntos: la epidemia del Dengue y la suma de importantes sectores que ya no pueden afrontar los pagos de una obras social privada o costearse la atención en sanatorios privados.

La paritaria de médicos y enfermeros se encuentra en el mismo estado que la docente. Y el discurso gremial, recuerda las promesas de campaña del gobernador: No esperaban magia después de Perotti, pero empiezan a sentir decepción.

A eso debe agregarse la pendiente paritaria central. Nadie se explica porque no avanzaron en ella antes o de manera paralela a la docente. Ahora, los siempre acomodaticios ATE y UPCN, aprovechan las expectativas de la resolución del conflicto ajeno, mientras amenazan con parar ellos también.

Y finalmente, las dificultades que implica la relación con Milei y los desequilibrios y las incertidumbres que eso produce a la hora de tomar decisiones.

Pullaro levantó el perfil en el inicial debate de la Ley Ómnibus y se «comió» la réplica del presidente. Tuvo que tomar distancia y bajar la exposición pública. Encima, explotó el conflicto narco y lo puso en una situación aún más débil en la correlación de fuerzas.

Las internas del radicalismo no ayudan, y las posiciones de algunos de los referentes de su sector- en clara referencia a Martín Lousteau- lo obligan a hacer movimientos de esgrimista en defensa, para poder mantener la calma con la Rosada.

Lo cierto es que esa relación, tarde o temprano, tendrá que sincerarse, y a juzgar por los comportamientos del presidente, es muy difícil que se sincere «bien».

Pullaro no tuvo mucho margen para hacer mejoras en estos 100 días. Salió a la cancha con una hiperactividad que eclipsó a su antecesor, de manera absoluta.

Pero la realidad era más dura de lo que esperaban, y las soluciones, aún más.

Pasados los 100 días, Maximiliano Pullaro ya no cuenta con el crédito que tuvo al comienzo de la gestión. Tampoco perdió tanto.

Mantiene intacta a la coalición que lo llevó a la gobernación y sus aliados, especialmente los socialistas, no cayeron en la trampa de mezclar posiciones nacionales con las provinciales.

Pero tiene menos margen, menos paciencia social, y un desafío grande.

(*) Publicado en conicherep.com