Afiches de campaña. (Foto ilustrativa)
Por José Carlos Elinson
(especial para ANALISIS)
Muchachos, hoy les quiero escribir a ustedes que andan recorriendo el país para contarle a la gilada lo clara que la tienen y dilapidando guita, sin ningún lugar a dudas, digna de mejores causas. Ustedes encarnan una falta de respeto al país, a la gente, a la familia, pero no es de ahora, es desde que decidieron que mejor que trabajar era conchabarse en la política vernácula y desde allí “hacer camino al andar”.
Algunos de ustedes ya son terceras generaciones en el metier de no hacer nada sin ponerse colorados. Puedo coincidir en que nadie obliga a la gente a votar por ustedes, pero tampoco la ilustran. No ilustran a nadie, en realidad ni siquiera a ustedes mismos. Claro, en su momento antirosista, Faustino Valentín Quiroga, más conocido como Domingo Faustino Sarmiento, decía que “un pueblo inculto elegirá siempre a Rosas”, y esto no es para que se me vengan los peronistas en bandada con las historias del revisionismo y demás emblemas de lo que también pudo llegar a ser y no fue, es sólo para instruir sobre algunas etapas de la historia que si nos ponemos a pensar para atrás deben tener su cuota de vigencia.
Pero no nos dispersemos, la gente no puede seguir consumiendo sanatas que ya eran viejas hace 30 años.
Con cada elección aparecen sistemáticamente los que dicen tenerla clara en la encrucijada o emergencia o lo que quieras, y si vas a los archivos te das cuenta que sus (ponele) propuestas, no son más que difusas fotocopias de lo ya mentido antes.
Y los ciudadanos no tenemos porqué comernos esos caramelitos. Cuando tenés el agua al cuello, el barro en el dormitorio, la salud con pocas ganas y el trabajo es un albur, no hay caramelito que te satisfaga y la paratropina y el sertal caros, ausentes y sin fecha de regreso.
¿Cuál es el límite para el latrocinio y las bases para la reconstrucción? Pero no con ustedes, ¿no? Digo, pregunto.
Titulé estas líneas “Lo que todos sabemos”. ¿Me explico?
Por eso.