Pablo Rochi

La vuelta de Echagüe a la Liga Nacional fue un paso fugaz y tuvo consecuencias mucho más negativas de lo imaginado. La derrota abultada contra Boca en el quinto y último choque por la serie de playoffs por la Permanencia no hizo más que ratificar que el elenco paranaense no tuvo un equipo a la altura de la circunstancia y que la estructura diseñada no fue la indicada como para lograr el objetivo.

La idea de devolver a Echagüe a la máxima divisional después de 23 años de ausencias sonó más a capricho dirigencial que a un proyecto deportivo. Repasar los números de la campaña no hace más que confirmar que el AEC estuvo lejos de lo conveniente y que el nivel del plantel conformado no fue el adecuado para afrontar semejante desafío.

“Nuestro campeonato es terminar en el puesto 19 de los 20 equipos participantes. Si lo logramos vamos a mantener la categoría y vamos a lograr alcanzar nuestras aspiraciones”, se dijo en la conferencia de prensa con la que se presentó al equipo, en septiembre del año pasado.

Por aquel entonces, con la ilusión en su máxima expresión, ya se notó que los fundamentos para sostener esta propuesta tuvieron gusto a poco.

El sábado pasado Echagüe se jugó la última oportunidad de quedar en el lugar 19 del campeonato y así “salvar la ropa”. En sí, el equipo paranaense jugó muy mal y falló en sus pretensiones. Lo volvieron a golear y quedó demostrado que el AEC fue el peor equipo del campeonato, por lo que la coincidencia fue absoluta: Echagüe al Torneo Nacional de Ascenso, como correspondía.

Boca ganó por 98 a 76 y así cerró la llave por la Permanencia 3 a 2 a su favor. El Xeneize se quedó en la máxima divisional y el AEC volvió a caer de categoría. Desde que juega en Liga Nacional fue el tercer descenso que debió padecer, tal cual sucedió en la temporada 90/91 cuando perdió la definición con Ferro Carril Oeste y en la edición 93/94 cuando cayó en el mano a mano ante Gimnasia de Pergamino.

Al igual que en toda la campaña, el conjunto entrerriano mostró sus limitaciones, su falta de jerarquía y hasta su poca actitud para afrontar la serie más difícil del campeonato, que es jugar por no descender.

En los tres partidos que disputó en Buenos Aires, en La Bombonerita, Boca pisoteó a Echagüe. En los tres partidos le sacó enormes diferencias: fue 110 a 84, 90 a 65 y 98 a 76. En Paraná, el equipo de Ignacio Barsanti había ilusionado tras ganar 92 a 66 y 70 a 67.

De visitante este equipo no tuvo personalidad y jugó en forma displicente. Su defensa no tuvo actitud ni agresividad, de hecho le anotaron 110 puntos en el primer duelo, 90 en el segundo choque y 98 en el encuentro decisivo. Defensivamente, muy mal.

“No te digo que podés perder en una serie por el descenso, pero caer derrotado como pasó con este equipo es porque no querían jugar. Donde más hay que poner, los jugadores se quedaron quietos. Los tres partidos de visitante, Echagüe fue goleado”, se quejó un dirigente, echándoles la responsabilidad absoluta a los jugadores.

(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS del miércoles 7 de junio de 2017)