Ezequiel Re

(Especial para ANÁLISIS)

El operativo cerrojo defensivo, la voluntad de Valentín Pereyra y el pie fino en un tiro libro de “Pitu” González, le alcanzaron a Patronato para conseguir una victoria parcial en el primer tiempo en su visita a Ferrocarril Oeste, en Caballito, por la fecha 10 de la Primera Nacional.

Demasiado premio para un equipo que se armó de atrás hacia adelante, con un mejunje de volantes y Coronel corriendo y corriendo en ataque.

Sin posibilidades de tenencia de pelota, por cuestiones tácticas y situaciones técnicas individuales y colectivas, al Rojinegro no le quedó otra que ver como el rival (también de pobre realidad, pero con un poco más de jerarquía y sangre ofensiva) tenía la pelota e intentaba generar situaciones.

Son los partidos en el que este plantel de la ciudad de Paraná (casi sin jugadores locales) se siente más cómodo. Sin la responsabilidad de ser protagonistas y dejando pasar los minutos. Encima González metió un lindo gol de tiro libro que le dio el triunfo hasta los primeros minutos del segundo tiempo. Un gol a favor que en realidad argumentaba de manera parcial que se puede ir ganando por obra de una pelota táctica, la casualidad de pasar al ataque y la indecencia ofensiva. Creer que se puede ganar defendiendo solamente, es un error. Pero parcialmente le daba la venia a Walter Perazzo.

Pero esa casualidad se acabó en el arranque del segundo tiempo con el empate Verdolaga. Después Ferro siempre tuvo la pelota. Y Patronato siguió en la tesitura con los cambios y esa mezcolanza insalubre a los ojos del buen fútbol o al menos de la intención de jugar.

Cuando se anunciaron los tres cambios en el Santo se esperaba que sean para ir a pelear el match un poco más allá que la propia área.

Entró Juan Barinaga, pero se fue Pereyra que estaba jugando bien. Pero se siguió quedando Maciel que juega mal. Y por las dudas a la cancha un volante de contención y otro defensor. Se fue “Pitu” González enojado con el DT y no es un punto menor. El referente del plantel salió molesto de la cancha y con ademanes que hablan que, sin dudas, algo se rompió. González le bajó el pulgar al entrenador. 

Mientras los minutos pasaban, los hinchas se expresaban en redes y realmente daban indicios del enojo.

¿Qué le quedaba al esquema amarrete de los entrerrianos? Un cambio ofensivo pieza por pieza. No vaya a ser que ataque con dos delanteros. Sanguinetti que debía ser titular por rendimiento y calidad, ingresó por Coronel que dejó la cancha sin pena y con olvido.

Ciclo cumplido para el proceso Walter Perazzo. Duele. Pero es así. Diez fechas donde el equipo no es ambicioso y no tiene juego. Con la dirigencia en jaque porque decidieron no invertir en refuerzos de jerarquía, con las inferiores en alerta amarilla porque no se suben jugadores a Primera y siguen con las pocas chances de siempre (algunos emigraron), con un futuro preocupante, este Patronato tendrá que abrir la puerta. Armar la mesa de fútbol prometida en las últimas elecciones y hacer parte a referentes para empezar a sacar este durísimo proceso adelante.

Acaso Perazzo pagará los platos rotos. Pero aceptó las reglas y este plantel todo por dos pesos, hoy tendrá que elevar su nivel. Eso sí, seguramente bajo otra mirada desde el banco de los suplentes. En la noche de Caballito no atacó nunca. Llegó al gol de tiro libre. Y se refugió en su área. Un refugio inseguro (el torneo y los rivales tampoco amerita ser tan tacaños en cancha), porque no alcanza para defender este tibio proceso futbolístico.