Por Roberto Alonso Romani (*)

Todos sabían en Talitas de la trascendencia que había logrado Emilio Berisso con las obras teatrales representadas por la Compañía de Pablo Podestá, en Buenos Aires; aspectos que se comentaban largamente cuando el reconocido dramaturgo llegaba con su familia a la estancia Mbaracayá.

Nacido en Buenos Aires, el 18 de enero de1878, se asomó de niño a la maravilla de los campos bajos en La Conchera de Flores, establecimiento de su padre que se erige orgulloso en el sur de la provincia de Entre Ríos, lugar donde observó gestos y actitudes de pobladores isleños que luego reflejaría en su dramaturgia.

"Con las alas rotas", drama en tres actos estrenado el 31 de mayo de 1917 por Pablo Podestá y Camila Quiroga en el Teatro Nuevo, lo convirtió en uno de los autores más aplaudidos de su generación, mientras las figuras de Rubén Darío, Leopoldo Lugones, Belisario Roldán y Joaquín Castellanos saludaban entusiasmados su producción poética, reunida en el libro "A la vera de mi senda", en 1915.

Emilio Berisso se quitó la vida el 3 de octubre de 1922, cuando escribía su novela "En los esteros", dedicada a su amigo Cesáreo Bernaldo de Quirós, producción que vio la luz cuatro años más tarde con prólogo de Martiniano Leguizamón.

En 1998 los entrerrianos festejamos en Villaguay los 50 años del Cine Teatro Emilio Berisso, construido e inagurado por su hija, Alba Zulma Berisso de Ronconi. Allí celebramos con emoción y gratitud la sensibilidad del hombre y nos propusimos recuperar sus alas y devolverle a la gente sencilla la ternura blanca de su voz en retirada.

También salvamos en aquel momento su viejo escritorio, una biblioteca con recuerdos y el prolongado llanto de las horas, cuando la primavera de los sueños era apenas, un anuncio en los árboles. Sabiendo que la novela, con los misterios del monte y los zahareños asombros del anegadizo, había quedado inconclusa, como su mirada triste y buena, como sus manos creadoras intentando la rosa y el milagro.

Al final de la lluvia, allá en Talitas, decidí la evocación y las palomas, en los viejos corredores de la estancia "Luján", escondida y frágil; con las guitarras de su hermano Federico, aún encendidas de rumorosas nostalgias.

Al final de la lluvia, con el origen del otoño y el agua definiendo las islas, busqué los rincones del silencio, donde Berisso estrenó el gesto del asombro. Sobre la corteza de un centenario y florecido abuelo vegetal, grabé su nombre, para que permanezca siempre, como en el viejo teatro de provincia, la eterna gloria de su llama azul.

(*) Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social, escritor y cultor entrerriano.