Como en el lejano oeste: el menor de Los Monos se mueve a caballo con una pistola Glock

A la madrugada no corría un alma por el barrio La Granada de Rosario, aquel 31 de mayo de 2013. El frío calaba los huesos y la zona estaba atestada de policías. Habían llegado refuerzos de otras unidades regionales y, frente a la casa de Celestina Contreras, había más de 100 efectivos. La idea era mostrar el poder del Estado frente al desafío de Los Monos. Dos días antes habían perpetrado un doble asesinato frente a una escuela. La única que estaba en la casa era Celestina y su hijo Dylan Cantero, de 8 años. El chico quedó solo cuando se llevaron a su madre y una vecina lo alojó en su casa. No había quedado nadie. Estaban todos presos o prófugos.

“Te llamaba para decirte que te tomés el palo. Se llevaron en cana a todos. Me parece que hasta a Dylan”, le avisó ese día de mayo de 2013 el policía Juan Maciel a quien le pagaba por esa información, uno de los líderes de Los Monos, Ramón Machuca, que estaba prófugo.

Dylan es el más chico del clan criminal. En ese momento tenía 8 años. Hoy tiene 17 y ya es considerado un peso pesado de la banda. Es el hijo menor de Ariel Máximo Cantero y Celestina Contreras. Fue el único que zafó de ser detenido porque era menor de edad cuando se produjeron los allanamientos masivos contra los miembros de la banda narco, tras la ola de venganzas que se gestó después del asesinato de Claudio “Pájaro” Cantero. El chico quedó al cuidado de una vecina del barrio La Granada. Su padre se fugó y su madre estuvo presa durante unos días.

El domingo pasado, la Policía detuvo a Dylan Cantero luego de una breve persecución. El joven se movía en un caballo junto a otros amigos y, cuando vio que lo seguía la Policía, arrojó una pistola Glock 9 milímetros en el techo de la escuela primaria José Serrano. Es la tercera vez que lo detienen con un arma, pero al ser menor de edad, recupera rápidamente la libertad.


El domingo pasado, la Policía detuvo a Dylan Cantero tras una persecución. Iba a caballo y armado.

Fuentes policiales señalaron que el menor de los Cantero sigue el mismo camino que sus hermanos varones, todos detenidos, como Máximo y Machuca, o como Ariel Claudio Cantero, conocido como Pájaro, ejecutado en 2013. Su actividad criminal pasa por las extorsiones, donde se mezcla el poder de las balas con la historia de la banda. Casi nadie se niega a pagarle a alguien que tiene el apellido Cantero. “Les saca dinero a los comercios de Seguí hasta Circunvalación. También a los remiseros y taxistas que paran en el casino City Center. Él heredó esa zona que históricamente dominaron sus hermanos”, contó una alta fuente policial.

En mayo de 2013 Dylan Cantero quedó con una vecina hasta que su madre recuperó su libertad. El abogado Carlos Varela, quien en ese momento ejercía la defensa técnica de la familia, pidió que liberaran a Celestina Contreras porque debía cuidar al niño de 8 años.

Según consta en el expediente, Contreras fue condenada en 2018 a 10 años de cárcel por narcotráfico, cobraba una serie de planes sociales, como la Asignación Universal por Hijo, el Programa de Seguridad Alimentaria de Santa Fe y la Ayuda Social de Urgencia, por Dylan y por su hermana Mariana. Era el único ingreso formal que tenía. El cobro de los planes sociales va a contramano de los bienes que acumula el clan criminal.

Celestina va a ser juzgada este año por lavado de dinero del narcotráfico en la Justicia federal. En la investigación se detectó que los miembros de esta organización narco adquirieron una mansión en un predio de tres hectáreas en una localidad cercana a Rosario y decenas de propiedades y vehículos de alta gama. Van a ser juzgados ocho miembros de la organización criminal, entre ellos Guille Cantero, quienes en su mayoría nunca estuvieron registrados en la AFIP ni tuvieron trabajos formales, pero acumularon fortunas con el tráfico de drogas.

Dylan, el más joven del clan criminal, se ligó más a su padre, a quien durante su infancia visitó en la cárcel de Piñero, a 20 kilómetros de Rosario. También comulgó con su estilo de ser una especie de criminal del western marginal de Rosario.

El muchacho creció entre el ambiente de las cárceles, pistolas 9 milímetros y narcos. En 2015 Máximo Ariel Cantero, conocido como El Viejo, se entregó a la Policía cuando transitaba en un carro de cirujas con su hijo Dylan, quien lo acompañaba. Los policías que lo detuvieron recuerdan que cuando le cruzaron un patrullero el chico saltó de la caja del sulky y se perdió en un pasillo de la villa Vía Honda.

El Viejo Cantero, quien aprendió a leer y a escribir en la cárcel, está actualmente en libertad, tras cumplir cinco años de condena, maneja la concesión de un bar de pescadores, cerca del arroyo Saladillo, donde en octubre pasado tuvo la visita del trapero L-Gante. Cantero vive en Vía Honda, uno de los barrios más pobres de Rosario, con custodia de su propia gente. Dos autos están siempre estacionados en la puerta, con jóvenes en su interior que vigilan. Lo mismo ocurre en la casa de Celestina Contreras, donde según el prontuario vive Dylan. Un par de autos con gente presuntamente armada hace la custodia de la casa que tiene vidrios blindados y fue allanada a fines de noviembre de 2021 por la Gendarmería.

A fines de marzo de 2021, Dylan Cantero fue detenido por la Policía santafesina en un supuesto operativo de control vehicular en la zona sur de Rosario. Cuando los efectivos revisaron el auto encontraron armas y dinero en el baúl. Oculta entre la ropa, dentro de un bolso, secuestraron una pistola 9 milímetros, 700 dólares, 280 mil pesos y seis celulares.

En ese momento, según se informó, el fiscal Carlos Covani dio intervención al Juzgado de Menores porque Cantero aún es menor, pero como la Policía no fue atendida por ninguna autoridad del Juzgado en turno, el fiscal dispuso que fuese entregado a su madre Celestina, quien cumple detención domiciliaria debido que debe estar al cuidado de su hijo menor.

El 6 de agosto de 2019, Dylan fue detenido por efectivos de la Gendarmería. En ese momento tenía 15 años y el escenario fue el mismo: el barrio La Granada. Según la información que dio en ese momento Gendarmería, el joven fue interceptado cuando iba en un auto Volkswagen Gol color gris con otro adolescente y le adjudicaron la tenencia de una pistola 9 milímetros que fue arrojada desde el auto. La detención de Dylan Cantero generó tensión en el barrio. Gendarmería tuvo que destinar cuatro móviles para frenar los desmanes de los vecinos que reclamaban que el chico fuera liberado.


Como en el viejo oeste, el menor del Clan Cantero se mueve a caballo por las calles de Rosario.

En enero de ese año, el menor de los Cantero fue herido de bala en un episodio donde se produjo un doble crimen. Fueron acribillados, desde una moto, Walter Berlari, de 43 años, y Antonella Albornoz, de 22. Según dijeron entonces las fuentes de la investigación, Dylan resultó levemente herido de bala en una pierna. En ese momento la hipótesis que manejaban en el Ministerio Púbico de la Acusación era que ese doble homicidio se desencadenó por una venganza por el asesinato de Alejandro Barreto, ejecutado un día antes en calles 27 de Febrero y Brasil desde una moto. Barreto era sicario de Máximo Ariel Cantero, conocido como Guille, uno de los hermanos de Dylan.

En febrero de 2021, según publicó el diario La Capital, el nombre del hijo menor del “Viejo” Cantero apareció en el marco de un juicio abreviado por el homicidio de Elías Nahuel Muñoz, ocurrido en agosto de 2017 en la zona ribereña de Villa Gobernador Gálvez. Por el crimen Irineo Domínguez, de 22 años, admitió la autoría no solo del homicidio sino también los cargos de lesiones y amenazas agravadas por violencia de género y recibió una pena de 14 años de cárcel.

Según la acusación, Domínguez llegó al lugar del ataque a bordo de una moto que era conducida por un adolescente. Se sospecha que se trataba de Dylan Cantero. El sicario de Los Monos ejecutó a Elías Muñoz en unos pocos segundos. Pero el conductor de la moto (¿Dylan Cantero?) baleó en las piernas a Jesús Muñoz, un chico de 15 años al que acusaban de haberse robado una gorrita en un partido de fútbol del barrio.

Fuente y fotos: Germán De los Santos para Aire de Santa Fe 

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