En el Día Internacional de la Mujer: quién fue Teresa Ratto

Teresa Ratto, pionera del feminismo entrerriano.

Por María Angélica Pivas (*)
(
especial para ANÁLISIS) 

Conmemorar el día Internacional de la Mujer o el día Internacional de la Mujer Trabajadora hoy y todos los 8 de marzo, lo es para evocar la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. En alguna oportunidad hemos dicho que, el hecho mismo de que se celebre un día especialmente dedicado a las mujeres significa que, en términos generales, continuamos siendo discriminadas y oprimidas de diversas formas, a pesar de lo mucho que se ha avanzado en la aplicación de leyes contra la desigualdad y de los cambios positivos de conducta social e individual.

Se rememora entonces, la lucha de las mujeres por la igualdad. En ese contexto, evocaremos a quien es, sin lugar a dudas pionera del feminismo en Entre Ríos: Teresa Ratto.

Hija de Ángel Ratto y Sabina Rebossio, nació el 13 de febrero de 1877, en Concepción del Uruguay, para entonces capital de la Provincia de Entre Ríos. Una provincia que, a siete años del asesinato del General Justo José de Urquiza, se encontraba inmersa en una cruenta guerra civil y buena parte de la provincia enfrentada al gobierno nacional. Ante tal cuadro situacional, paradojalmente,  tres meses después de su nacimiento, más precisamente el 14 de mayo se fundaba en la ciudad uruguayense la Asociación Educacionista “La Fraternidad”, fruto de una asamblea de estudiantes del Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza”, fue un grito de socorro mutuo de los estudiantes para poder continuar con sus estudios ante la supresión, por decreto, durante el gobierno del presidente Nicolás Avellaneda de los internados de los colegios nacionales de todo el país,  al tiempo que en Entre Ríos,  el gobernador Ramón Febre, suprimía las becas provinciales. Ambas decisiones preocuparon hondamente a los alumnos del Colegio Del Uruguay, quienes junto a la ciudadanía uruguayense resolvieron autoconvocarse en asamblea, la que tuviera lugar en la fecha antes citada y, en aquel tiempo, en el teatro Primero de Mayo, decidiendo formar un internado que protegiese y diese albergue a los estudiantes del Colegio del Uruguay. Fue en esa asamblea que nació, un socorro estudiantil. El Dr.  Héctor César Sauret, señala que el nacimiento de la Sociedad Educacionista La Fraternidad -de la que hoy es su presidente- parafraseando a Francisco Barroetaveña, quien sería su segundo presidente- es una institución protectora de los "indigentes en fortuna y ricos en inteligencia".  Su primer presidente, un joven entrerriano oriundo de Paraná, estudiante aún de la escuela uruguayense de derecho anexa al colegio, quince años después se cruzaría en la vida de Teresa Ratto y juntos darían un gran paso en pos de la inclusión de la mujer para que, en igualdad de condiciones con el hombre,  pudiera acceder a estudios de grado, es decir, universitarios. ¿Una mujer estudiando ciencia? Ambos lo pensaron y en esfuerzo muto, estas mentes pre claras, como veremos más adelante, lo hicieron posible con un sí rotundo a tan osado interrogante.  Nos referimos a José Mariano Benjamín Zubiaur. La fraternidad o “La Frater”, con una visión de educación inclusiva, sería matriz de la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU).

Teresa Ratto, fue dueña de una vida tan breve como intensa, que atravesó dos siglos. Su ausencia física no impidió que, esta pionera del feminismo entrerriano siguiera cautivando con su legado a las futuras generaciones, en la que nos incluimos.  Si queda alguna duda para confirmar tal aserto, bastará para despejarla con repasar, al menos,  una parte de su historia.

A los quince años,  dotada de una inteligencia poco común, egresó como maestra en la Escuela Normal “Mariano Moreno”, pero su sueño no era ejercer la docencia, era otro: continuar una carrera universitaria para ser médica. Pero el título logrado no la validaba para ingresar a la facultad de ciencias médicas, necesitaba contar con el de bachiller. Hete aquí una primera dificultad, una mujer para entonces no podía aspirar ser bachiller. En efecto, el Colegio Del Uruguay “Justo José de Urquiza”, con características propias de un establecimiento educacional pre universitario, sólo estaba reservado para estudiantes varones al que arribaban desde distintos puntos del país y también del Uruguay y Paraguay.

La joven Ratto no se daría por vencida, peticionar su admisión como mujer en un colegio monopolizado por hombres, fue quizá su primer y osado paso en clave feminista contra la discriminación y en procura de igualdad de oportunidades. Allí encontramos, desde nuestro punto de vista, una de las primeras expresiones por la defensa en pos del reconocimiento de los derechos de la mujer, nada más y nada menos que la lucha para ingresar a las universidades en un pie de igualdad, tarea nada sencilla para la época e impensada para una mujer en una sociedad machista y patriarcal. Pero, no estuvo sola, aquel joven entonces presidente de La Fraternidad, era ahora el Rector del Colegio al que aspiraba ingresar. Zubiaur, conocido por su progresismo, prohijaba ideas pedagógicas en pos de ampliar la enseñanza a todas los sectores sociales, a otras modalidades como la escuela nocturna, la escuela rural, la educación física, la práctica del deporte. Y, no menos importante, la educación conjunta de ambos sexos. Consecuente con sus ideales, no sólo auspició la solicitud de ingreso de Ratto, sino que realizó gestiones ministeriales en pos de tal objetivo.

La inclaudicable determinación de Ratto y la proactividad de Zubiaur dieron su fruto en 1893, el primer colegio laico y gratuito del país, le abría sus puertas del que egresaría en 1895. Solo tres años les bastaron para egresar, con dieciocho años, como la primera mujer bachiller Argentina.

Fue el profesor Zubiaur quien le entrega a la reciente bachiller una carta dirigida a Cecilia Grierson para que la acogiera, lo que fue de buen grado, en Buenos aires a la joven aspirante a médica, convirtiéndose no sólo en su mentora sino, sobre todas las cosas, en su amiga.

Una vez en la facultad de medicina, juntas integraron lo que se consagraría como un hito en la historia de la educación argentina, el primer Centro de Estudiantes Universitario de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires creado en el mes de septiembre de 1900.

Un año después, participó de la fundación de una de las primeras organizaciones feministas, tal el Centro de Universitarias Argentinas (1901), de la que fue entusiasta defensora junto a Cecilia Grierson, Petrona Eyle, Ernestina López y Elvira Rawson, entre otras. Si se pudiera trazar un común denominador,  podríamos arriesgarnos y decir sin temor a equivocarnos que todas ellas y cada una en sus objetivos, bregaban por la igualdad civil y política de la mujer.

Teresa Sabina Ratto, apodada “Bety”, quien con inocultable orgullo solía decir: yo también me llamo como ella, realizó una interesante descripción de su sobrina, en una entrevista que se le realizara: “Remontémonos a 1895 si ya no existía con Teresa el verdadero feminismo, afrontar una situación tan tremenda como ir a seguir su carrera de medicina con puros varones. Sin embargo en aquella época, en 1895, fue cuando ella se recibió de bachiller y en 1903 que se recibió de médica. Entonces qué más feminismo que el que fomentó, sembró, experimentó y enseño a vivir la vida de la mujer en sí, ya entonces”

 Y así fue, Teresa Ratto se recibió de médica en 1903, a los 26 años en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). De la simple lectura de su título, queda patente que no era común para la época una mujer médica, el lenguaje no inclusivo lo evidencia: “doctor en medicina”. Fue la segunda médica en el país luego de Cecilia Grierson (aunque podemos encontrar otros nombres que disputan según el historiador que se trate,  el segundo lugar) pero es indiscutible que fue la primera en nuestra provincia.

Encontrándose habilitada para ejercer la medicina, lo hizo atendiendo enfermas y enfermos víctimas de las epidemias que devastaban el país como la difteria y la viruela. Hacia allí orientó su labor, difundiendo los principios de higiene que consideraba fundamentales para el mejoramiento de la sociedad. En tal contexto,  fue designada jefa de vacunación antivariólica de la Asistencia Pública de Buenos Aires, pero su última labor como médica la encontró en Concepción del Uruguay. Ejerció la medicina, por la salud de los más desprotegidos en su casa natal, ubicada en la calle que hoy lleva su nombre. Allí, se formaban largas colas a la espera de ser vacunados por la única médica de la ciudad capacitada para hacerlo. Desde el principio y hasta el final de sus días, en forma inclaudicable orientó su profesión al servicio de la medicina social. 

La muerte, la sorprende muy joven un 2 de abril de 1906, a sus recientes 29 años y a tan solo tres de haberse graduado. A su funeral asistieron todos aquellos que, de un modo u otro, la acompañaron en su lucha, familiares, amigos, ex compañeros y personal docente de la Escuela Normal y del Colegio Del Uruguay, de La Fraternidad, de la Asistencia Pública de su ciudad.

Desde Buenos Aires, sesenta personas, con distintas representatividades pero con el mismo afecto, se organizaron para homenajear en su tierra natal a Teresa el día 13 de mayo.  Interminables horas navegando en un buque a vapor y aun debiendo estar al día siguiente en Buenos Aires, no fueron obstáculos para honrar la memoria de la discípula, amiga, colega, compañera del Centro de Estudiantes de Medicina, del Centro de Universitarias Argentinas, de la Asistencia Pública de Buenos Aires. La lista es larga, podríamos ponerla en algunos nombres propios: José Mariano Benjamín Zubiaur; Cecilia Grierson, Elvira Virginia López, entre tantos otros.

La lluvia torrencial que los recibe a su arribo les impidió llegar hasta su última morada para rendirle homenaje y,  por esas cosas del destino, lo fue en el lugar que le posibilitó, no sin dar batalla a nivel ministerial, habilitar el ingreso de la mujer al bachillerato para luego acceder a los claustros universitarios: el Colegio Del Uruguay “Justo José de Urquiza”. Allí el acto se desarrolló con distintas disertaciones, pero una de ellas, a cargo de la primer filósofa argentina y feminista, la Dra. Elvira Virginia López, fue el que más sobresalió, quizá, por su fuerte contenido feminista. El escritor uruguayense Jorge Héctor Bonvín,  refiere a la Dra. López, como la mujer que viene a concepción del Uruguay para dar el discurso más importante y de un vuelo extraordinario, en el que destaca las dificultades que debe haber tenido que soportar para alcanzar sus objetivos,  en su libro Calles con Historia: Teresa, solo Teresa o la otra despedida. Recreamos aquí parte del discurso: “Si siempre es ardua la situación de la estudiante universitaria, puesto que debe afrontar, no solo las dificultades del estudio sino la rivalidad masculina en un terreno del que el hombre, no sé porque, se juzga dueño absoluto, cuanto más penoso habrá sido para esta pobre amiga que se debatía sola en una ciudad extraña, lejos del calor del propio hogar, reconcentrada en sí misma, sin más apoyo ni más aliento que el de su enérgica voluntad y la conciencia de que no podía ni debía retroceder”. (…) “lejos de la madre, sola en medio de la lucha por su noble ambición y su esperanza” (…)  “Teresa Ratto ha sido en verdad un modelo de mujer fuerte, un ejemplar que el moderno feminismo desearía hallar reproducido en todas las esferas a donde nuestro sexo se dirige en busca de mayores horizontes para su actividad” (…)  “Ahora, antes de alejarme de estos parajes, quizás para siempre, séame permitido repetir las palabras de San Jerónimo: “Si nuestros ojos no pueden verla, sea por lo menos siempre el objeto de nuestro recuerdo, y si no podemos ya hablar con ella, jamás dejemos de hablar de ella”.

Concluimos con lo afirmados al inicio, Teresa Ratto se erige en la historia como inclaudicable luchadora por los derechos de la mujer y pionera del feminismo entrerriano. Así lo afirman sus actos de los que dieran fe sus congéneres.

Reiteramos aquí, que es incuestionable que a lo largo del siglo pasado, a cada tramo de la historia universal, nos encontramos con una enorme riqueza de propuestas femeninas, de agendas reivindicativas, de acciones y transformaciones filosóficas y políticas, donde las mujeres estuvieron y están.

El papel de la mujer en los movimientos sociales, aún emanando de reivindicaciones particulares, ha tomado en el tiempo un sentido más profundo. Esa impronta se la ha dado la mujer. Mujer carente de mezquindades, rica a la hora de pensar y actuar por el otro. Mujer de la talla de Teresa Ratto.

 

(*) Docente. Titular Cátedra Derechos Humanos Universidad C. del Uruguay (UCU).

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