Por Ferny Kosiak
Desde hace años Marumbá y Malibú son las dos comparsas clásicas de Hasenkamp, las que compiten por el premio, las que buscan innovar con las estéticas y las historias que contarán los cientos de cuerpos de todas las edades que desfilen por el corsódromo de la ciudad. Detrás de la calle blanca e iluminada, especialmente construida para los carnavales que duran menos de dos meses, están los galpones de cada una de las comparsas en las que trabajan a lo largo de todo el año. Las carrozas se arman con cuidado y paciencia. Cada traje lleva horas desperdigadas a lo largo de los meses que no tienen carnaval. Decenas de frascos guardan mostacillas y lentejuelas que se reciclan y se suman a nuevos materiales para crear los trajes que se completarán con las miles de plumas de los espaldares que cuelgan de los techos. Cada año hay una nueva historia que narrar, cada año se desarma la fantasía de dos meses y las manos artesanas vuelven a crear nuevos brillos.
En Concordia la comparsa Bella Samba contó con la presencia de una Reina poco convencional, disruptiva. Sofía Camará se llama a sí misma “un artista integral”, alcanzó cierta fama en Chile gracias al programa de transformismo The Switch, y actualmente, entre otras actividades, conduce la reconocida fiesta porteña Mostrafest. En los últimos días de carnaval Sofía declaró en las redes sociales acerca del cambio paradigmático que representa su presencia: “esta Reina de Comparsa rompió con todos los moldes preestablecidos por la Sociedad y el Sistema, porque no me considero una Mujer, me considero un ARTISTA INTEGRAL, para eso me he formado, y un Artista no tiene género sexual porque trasciende lo masculino/femenino. Por eso mi propuesta en cuanto a la imagen: deseé interpretar a esa Hembra Amazona Voluptuosa con acento de vedette casanezco, pensé cada detalle y cada cosa tiene su por qué. Este `Firmamento en la Noche´ que representé completamente cubierto, sin mostrar un centímetro de piel, fue porque siempre innové en el Carnaval, nunca me mostré igual, nunca competí dos veces en una misma figura, siempre marqué tendencia y siempre mostré Cuerpo, este año quería algo distinto porque me aburro fácilmente. El tono negro como La Reina de la Noche que soy, saliendo de lo básico y común del tradicional traje de dos piezas blanco, dorado, plateado y faisanes fue mi deseo, y exploto de emoción por haber podido hacerlo. Esta imagen evolucionada fusionó la alta costura, el Teatro y el Carnaval. Fue transgresor y marcó una etapa en mi vida, un ciclo, un cierre y una nueva apertura para próximos proyectos, como cada cosa que hago en mi vida de forma distintiva. He mostrado un trabajo de teatralización y transformismo en caracterización como mi ciudad merece”.
Los carnavales de Gualeguaychú se han posicionado, desde hace años, entre los más importantes del país, quizás por su cercanía a Buenos Aires que permite el acceso inmediato de los porteños pero seguramente por lo espectaculares (en todo el sentido de la palabra) de sus comparsas, batucadas, trajes y demás. A la presentación que se hizo en el microcentro bonaerense asistió Teté Coustarot; semanas después participaron del programa de Mirtha Legrand, llevando los tambores y los cuerpos danzantes por calles grises: el color y el glamour trascendieron los límites de la ciudad en la búsqueda de la visibilización de esta fiesta. En febrero se viralizó un video de una pasista a la que, mínimamente, se catalogaba de efusiva en sus contoneos pero que cuando uno veía ese cuerpo de mujer danzante no lograba sorprender: el carnaval es esa seducción. Bajo la temática de Mascarada, la comparsa Ará Yeví resultó la campeona de 2018, alcanzando otros premios como mejor pasista, batucada y música. Las otras dos compañías que componen “el espectáculo al aire libre más importante de Argentina”, como dice la página web oficial, son O’Bahía y Papelitos. Son sólo tres comparsas que nuclean cientos de personas, doce carrozas imponentes, donde cada detalle está cuidado desde una estética absoluta y sin fisuras pero donde las butacas restringen la libertad del juego, del deambular, que está en los pueblos.
(Más información en la edición gráfica número 1074 de la revista ANALISIS del jueves 15 de marzo de 2018)