Hugo Remedi
El peronismo entrerriano ganó nueve de las 13 elecciones que se llevaron a cabo desde el aquel histórico 30 de octubre de 1983 para elegir diputados nacionales. En las últimas cuatro triunfó con desproporcionada comodidad y desde hace 11 elecciones mantiene un caudal de votantes -gane o pierda-. El radicalismo aparece recuperando aire con la nueva yunta que hizo con la Coalición Cívica de Elisa Carrió y tratando de convertir en adhesión electoral el descontento de la gente. Las encuestadoras juguetean con las circunstancias y ninguna se anima a vaticinar un resultado contundente y ello no es casual. La situación imperante hace difícil prever que se repitan esos resultados contundentes y eso obligará a conseguir explicaciones a tono. Un dato para tener en cuenta: en todas las anteriores elecciones intermedias sus resultados tuvieron correlato en los comicios siguientes. Quien más arriesga en este caso es el oficialismo, que el mismo 28 de junio se dividirá entre kirchneristas y reutemanistas.
Desde aquel histórico reencuentro con la democracia, acontecido el 30 de octubre de 1983, se han sucedido 13 elecciones con una abrumadora supremacía del oficialismo y sus aliados de turno. Por eso, el oficialismo se juega en 10 días mucho más que el resultado de una simple elección intermedia de un mandato ejecutivo.
Nada será lo mismo a partir del próximo 28 de junio si se cumplen los vaticinios –mostrados por ahora sólo como indicios– tanto de los encuestadores como de los propios referentes regionales que hablan, aunque a tono con sus respectivas conveniencias, de resultados contrapuestos.
Lo significativo es que, precisamente, a 10 días de los comicios no haya aún encuestas contundentes a favor de alguno de los candidatos. Elecciones atrás –en la última, sin ir más lejos– las encuestas a esta altura ya eran demoledoras y no abrigaban ningún margen para el perdedor. Hoy están escondidas o se tiran a la calle por retazos. La explicación será casi lógica: nadie tiene la vaca atada. Por el contrario, algunas señales de los propios candidatos indican que la cuesta se empinó demasiado para sus expectativas. Las encuestas que se conocen han trabajado ciudades grandes y no entran en zonas donde se supone el mayor descontento con el oficialismo, como es la zona rural o pueblos que viven de su estrecha relación con el campo.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)