C. C.
La antigua casona ubicada en la esquina de 9 de Julio y Enrique Carbó se levanta como un gigante que desafía con las líneas de su arquitectura a la modernidad que la rodea. Alguna vez señorial y única sobre una lomada, fue referente en una ciudad que comenzaba a dibujar sus propios límites urbanos, a fines del siglo XIX.
En el presente es el ámbito de uno de los organismos que dependen de la Subsecretaría de Cultura provincial. La Casa de la Cultura, dirigida por Eva Vitarelli, brinda un servicio que la distingue: ofrece espacios para el dictado de talleres artísticos.
“Hay que destacar la función tallerista del lugar, creo que en muchos casos son un gran complemento de la educación de niños y adultos. A principio de cada año se reciben las solicitudes de distintos trabajadores de la cultura que quieren dictar sus clases. En nuestro caso, desde hace tres años, desde el comienzo de la gestión, el interés se ha ido incrementando -mucho más de lo que esperábamos- y en el marco de esa convocatoria tratamos de conformar una variedad. Es el único organismo de la Subsecretaría de Cultura que tiene espacios adecuados para la realización de talleres”, comentó Vitarelli. Además, la funcionaria informó en diálogo con este semanario que uno de los criterios unificadores es que los talleres son de bajo costo o gratuitos; de esta manera resulta accesible tanto para el profesor como para el que desea asistir. Son tres salas que van rotando de usuario durante la semana, en una extensa franja horaria matutina y vespertina. A esto hay que sumar que la Casa de la Cultura es, sobre todo los fines de semana, el lugar de actividades de cartelera como recitales, obras teatrales, muestras de distintos rubros y proyección de cine, entre otros espectáculos. Verdaderamente es un espacio de expresión para muchas personas con necesidad de aprender y otras tantas con necesidad de volcar sus conocimientos.
Más allá de este panorama, debe reconocerse que su trastienda es complicada y que, a pesar de todo, hay un gran esfuerzo por hacer las cosas.
“Estamos a punto de perder el personal que atiende a la tarde junto con nosotros, compuesto por beneficiarios del Programa Jefes y Jefas de Hogar, y que se encargan del mantenimiento de las instalaciones. Esto redundará en un deterioro del lugar ya que es el único recurso que recibimos como organismo oficial para manutención. Las personas que son sumamente eficientes pasarán dentro de poco a otro plan social y dejarán de brindar su contraprestación aquí. Personal de mantenimiento y la asistencia de otras áreas oficiales como Arquitectura es algo que en forma permanente estamos reclamando desde aquí, como corresponde siguiendo la línea jerárquica”, agregó la funcionaria. “No nos niegan las cosas, pero tampoco se reciben respuestas. Es cierto, los tiempos de la burocracia son otros y exigen paciencia, pero las necesidades de la casa son urgentes”, indicó preocupada. Las instalaciones muestran a las claras la dedicación tanto del personal de planta como la labor de las personas allí empleadas por el plan social. Pero indudablemente su antigüedad marca que al mínimo descuido, su aspecto y funcionalidad decaen: la casona tiene 100 años.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)
