Pablo Rochi
Alberto Pulga Ríos vivió el domingo una jornada llena de sensaciones. Mientras festeja el actual título logrado por Vélez, repasó sus años dentro de la entidad que también lo vio salir campeón del fútbol argentino en el año 1968. En una extensa charla con ANALISIS, una de las máximas glorias de nuestro fútbol contó sus vivencias, sus anécdotas y los sentimientos que aún le despierta la entidad de Liniers. Su relación con el actual presidente Raúl Gámez, el respeto de la institución y su incondicional amistad con Carlos Bianchi fueron algunos de los temas. “Una vez mis hijas tuvieron la oportunidad de dialogar con Bianchi cuando él sacó campeón a Vélez. Y Carlos les confesó que en realidad el técnico de Vélez tendría que haber sido yo y no él. Por supuesto que eso me emocionó muchísimo”, contó Ríos, que además, sin titubear, agregó: “Para mí Vélez es el mejor club del mundo”.
-¿Cómo anda, Alberto?
-Contento, qué te parece. En este torneo Vélez ratificó todo lo bueno que había hecho en el campeonato pasado y lo coronó con un gran título.
-Como parte de la historia grande del club y sabiendo cómo se vive desde adentro, ¿por qué Vélez fue campeón?
-Para mí fue el equipo más regular. Mantuvo un buen nivel durante casi todo el campeonato y ganó siete u ocho juegos seguidos, algo que el resto de los equipos no hicieron.
-¿Tanto cuesta mantener la regularidad en el fútbol argentino?
-Cuesta mucho porque todo está muy parejo. Vélez mantuvo su nivel de juego gracias a que ha modificado muy poco el equipo. Relativamente siempre han jugado los mismos jugadores, sobre todo ha rescatado a Gracián, que para mí fue el gran responsable de este logro. Es un chico que tiene muy buen manejo, buen panorama de cancha y le pega muy bien a la pelota. Fue el jugador que le estaba faltando a Vélez en el anterior torneo.
-¿Cómo vivió el domingo la consagración de Vélez como campeón del fútbol argentino?
-Yo soy un tipo que sufre las derrotas por dentro y a las victorias no las exteriorizo demasiado. Lo viví en forma tranquila, pero muy feliz, muy contento.
-¿Es cierto que llamó al presidente Raúl Gámez para felicitarlo?
-Sí, lo hice el lunes a la tardecita. Lo llamé a Raúl para felicitarlo por el campeonato. El tuvo muchísimo que ver en todo esto. En los últimos años ha sido preponderante la dirigencia que él encabeza porque, en su momento lo buscó a Carlos Bianchi, después fue quien lo llamó a Marcelo Bielsa y ahora fue quien contrató a Miguel Ángel Russo, justamente los técnicos que sacaron campeón al club.
-¿Cómo y cuándo lo conoció al presidente Gámez?
-Cuando yo jugaba en Vélez, Raúl era en ese momento lo que hoy llaman el jefe de la barrabrava. Su apodo era Pistola. Era quien nucleaba un grupo de hinchas que nos acompañaban a todos lados. Justamente yo le decía a Raúl que me puso muy feliz ver que el equipo juntó 40.000 personas en el partido. En nuestra época jugábamos con 2.000 o 3.000 personas cuando estábamos a tiro del campeonato. Me parece que gracias a los triunfos de estos últimos años las nuevas generaciones también simpatizan por Vélez. En el interior no se nota mucho, pero igualmente ha crecido en buena forma la cantidad de sus seguidores.
-¿Mantiene contacto fluido con dirigentes o personas relacionadas al club?
-Ahora no tanto. Hace unos cuantos años que mis suegros están viviendo en Paraná. Antes vivían a cinco cuadras de Vélez, por lo que ir a visitarlos también era una excusa para visitar el club. Por ahí suelo llamarlos y charlar con ellos. Mirá, en septiembre del año pasado yo estaba en Gualeguaychú y me ubicaron para invitarme a los festejos de los diez años de la primera obtención de la Libertadores. Así que con mi señora estuvimos en la fiesta y en los festejos.
-Vélez se ha hecho fama de club serio, de esos que respetan los proyectos deportivos al margen de los resultados. ¿Es tan así? ¿En su época pasaba lo mismo?
-Sí, es así. Esto viene de la época de José Amalfitani (N. de la R.: el presidente más emblemático que tuvo la entidad). El estaba de presidente en la época que yo llegué a Vélez, allá por el principio del año ‘66. Y mirá vos, falleció antes de que nosotros saliéramos campeones del año ‘68. Era un ser excepcional y dejó muchas cosas positivas que por suerte Gámez también las adoptó, tal es así que a Raúl le dicen “Amalfitani”. Ha sido un trabajo dirigencial muy importante que llevó a la entidad a este gran momento. Sin embargo, lo que más rescato de todo esto es que Vélez es un club que tiene memoria…
-¿Cómo es eso?
-Claro, tiene memoria con aquella gente que también le ha dado satisfacciones al club a lo largo de su historia. Y no todos los clubes lo tienen. Vélez siempre se acuerda de su historia, siempre nos llama, nos invita a distintas ceremonias y demás. El otro día hablaba con mi mujer sobre la diferencia que hay en este sentido con la gente de Santa Fe. Yo estuve en el ‘65 cuando a Colón le dimos el primer ascenso a Primera División. Y ahora hace poco festejaron los 100 años y ninguno de los nuevos directivos se acordó de nosotros. Y eso que en Colón en ese año jugué todos los partidos del campeonato, algo que con Vélez cuando salimos campeones no sucedió.
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