Satisfacción garantizada

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Quiénes son los que manejan el negocio de la prostitución para la alta sociedad entrerriana

Juan Cruz Varela

El bochornoso episodio protagonizado recientemente por jugadores de rugby de Paraná con meretrices locales, dejó al descubierto una práctica habitual de integrantes de sectores importantes de la sociedad. Dirigentes políticos, funcionarios, legisladores, conocidos profesionales y deportistas requieren regularmente del negocio de la prostitución para satisfacer sus bajos instintos o divertirse grupalmente aunque se obsesionan por vender otra imagen todo el tiempo, según un relevamiento de ANALISIS. Todo ello, en medio de un juego hipócrita y una doble moral que practican los principales consumidores de este negocio, que por otro lado mantienen sus estructuras familiares conservadoras y tradicionales.

Lo conocido la semana pasada, cuando dos jóvenes meretrices denunciaron ante la justicia a integrantes de un equipo de rugby del Club Atlético Estudiantes de Paraná -por una supuesta violación y maltrato, tras contratarlas para sexo grupal y no pagarles lo acordado- dejó al descubierto una práctica habitual de muchos sectores de la alta sociedad, que siempre es preferible esconder bajo la alfombra. Profesionales reconocidos, deportistas, dirigentes, funcionarios o legisladores no dudan en contratar a prostitutas de la calle o acudir al sistema de sexo VIP paranaense para divertimento o satisfacción sexual, ya sea en forma individual o colectiva. Las prácticas sexuales en grupo, fundamentalmente de parte de deportistas de conocidos clubes de esta capital, han pasado a ser moneda corriente y son el comentario en cada entrenamiento posterior, donde cada uno se ufana de sus proezas.

Una sola palabra logra remitirnos a la profesión más antigua del mundo. Y es que para encontrar el origen al ofrecimiento de sexo a cambio de dinero no hay otro remedio que bucear en el origen de la humanidad. La presencia de esclavos y esclavas en los hogares sería uno de los motivos de la libertad sexual con los que se relaciona el mundo, y esta presunta libertad sexual estaría íntimamente relacionada con el amplio desarrollo de la prostitución. En la antigua Roma, las prostitutas tenían que llevar vestimentas diferentes, teñirse el cabello o llevar peluca amarilla e inscribirse en un registro municipal. Ya en esa época, las prostitutas podían dividirse en diversas clases: las llamadas meretrices estaban registradas en las listas públicas mientras que las prostibulae ejercían su profesión donde podían, librándose del impuesto; las delicatae eran las prostitutas de alta categoría, teniendo entre sus clientes a senadores, negociantes o generales; y las famosae tenían la misma categoría pero pertenecían a la clase patricia, dedicándose a este oficio o por necesidades económicas o por placer. También estaban las ambulatarae, que recibían ese nombre por trabajar en la calle o en el circo; mientras que las lupae trabajaban en los bosques cercanos a la ciudad; y las bustuariae en los cementerios. El lugar favorito para las relaciones sexuales eran los baños, aunque ya entonces existían los prostíbulos donde podían hallarse ofreciendo sus servicios tanto hombres como mujeres.

Lejos de todo aquello, el mundo actual ofrece un servicio lejos de los peligros de las calles, la coimas policiales o el apriete de los fiolos. Por teléfono puede contratarse cualquier tipo de servicio libre de todo riesgo con la privacidad, reserva y discreción que la clase alta requiere para mantener bien a resguardo las apariencias y sus falsos principios morales, esos que pregonan domingo a domingo en las misas de la Catedral para que la hipocresía vaya ganando terreno en esa patética realidad. Dirigentes políticos, funcionarios, legisladores, profesionales reconocidos y deportistas son los alegres consumidores y sostenedores de un negocio que crece al fragor de la ley de la oferta y la demanda. Son los mismos personajes públicos que frecuentan estos “servicios” y luego se rasgan las vestiduras por la presencia de travestis en la calle.

En Paraná existen al menos seis agencias que ofrecen servicios VIP, aunque se sabe que otra decena de agencias de Santa Fe tiene influencia en la ciudad. Ubicadas en zonas céntricas, se manejan siempre relacionados con hoteles y moteles a partir de contrataciones telefónicas y aunque algunas no están en regla, un regente, que prefiere no dar a conocer su identidad y bajo esa condición accedió a hablar con ANALISIS, reconoce que “si no hubiera un aval político, judicial y policial este negocio no sería posible y como se trata de un negocio rentable, todos prefieren recibir su parte y mirar para otro lado”.

“En el caso de los políticos, llaman para mantener relaciones ocasionales, ya que muchos de ellos son de otros departamentos y pasan varios días en Paraná, aunque hay algunos que al cabo de un tiempo piden siempre por las mismas chicas”, reconoce el hombre que para la ocasión será Roberto, y agrega que los profesionales prefieren servicios más tradicionales como la contratación de servicios para fiestas privadas. “Obviamente que también atendemos a albañiles, obreros y gente que trabaja en el mercado, porque lo importante es el dinero, de eso vivimos. Pero para evitar tratar con cualquiera, tenemos un precio alto, que es de entre 100 y 120 pesos aunque también hemos llegado a cobrar hasta 280 pesos”, cuenta con cierto tono despectivo.

Una sensual voz femenina de otra agencia cuenta que no se brindan detalles a teléfonos privados. Una vez que se quita el sistema que oculta el número del que proviene la llamada, retoma el contacto, más dispuesta: “Vos me avisás un día antes y me decís cuál es el perfil que vas a necesitar, tenemos chicas rubias, morenas, altas, bajas, lo que quieras. El servicio consta de un show de striper de una hora, a cargo de dos señoritas que realizan un espectáculo de baile y juego con el agasajado e incluye una atención en privado para él. El costo es de 200 pesos, pero si el resto de los invitados quiere mantener algún tipo de contacto rápido las chicas cobran 30 pesos a cada uno, si quieren extenderlo a una hora el precio es de 70 pesos por mantener sexo oral y vaginal y si quieren practicar sexo anal el costo es de 120 pesos. El servicio se paga por adelantado al chofer que lleva a las chicas hasta el lugar convenido y una hora después las pasa a buscar. Si el show se extiende, se deberá avisar a la agencia, y si se contrata algún servicio extra, se le abonará a las chicas”.

Las agencias mantienen además algunas precauciones para resguardar la seguridad de sus empleadas y empleados: no se realizan servicios en quintas ni barrios alejados del centro, tampoco se acude a yates y son siempre trasladados en un auto, generalmente con vidrios polarizados, dispuesto por la agencia que las lleva, cobra el servicio por adelantado y una hora después las recoge en el mismo lugar.

Pero los servicios de las agencias también incluyen, en algunos casos, el de acompañantes. Las damas de compañía están destinadas únicamente para los hoteles más importantes y se brinda a los altos ejecutivos y hombres de negocios que llegan a la ciudad y necesitan de una joven de buena presencia y buenos estudios por unas horas. “Son chicas que tienen un perfil de modelos: son altas, muy delgadas, generalmente piden que sean rubias y solamente los acompañan por una noche, pero no mantienen relaciones sexuales con sus clientes”, aclaran en una de las agencias locales. Sin embargo, este servicio sólo lo prestan algunas. Otras reconocen no tener personal capacitado para ellos, mientras que algunas se escudan en “cuestiones de seguridad”.

El consumo de travestis es otra práctica común entre los hombres que, en una gran mayoría prefieren ser la mujer en la pareja, es decir gustan que el travesti sea activo en la relación; mientras que por el contrario, cuando buscan un hombre, la fantasía pasa por ser ellos los activos.

El staff de las agencias está conformado por chicas y chicos de entre 19 hasta 28 años -aunque también hay mayores de 30 y 40 años-. Principalmente se trata de mujeres que provienen de familias de clase media empobrecida, llegadas desde el interior de la provincia para estudiar en Paraná y que acceden a realizar este tipo de trabajos para costearse sus carreras terciarias o universitarias, aunque también hay madres solteras abandonadas por sus parejas que buscan garantizar el pan y la educación de sus hijos. “Yo trabajo para mantener a mis hijos. En mi caso no dependo de ningún cafiolo, pero reconozco el valor de esas mujeres que se paran todas las noches en una esquina, porque hay que tener ovarios para hacerlo y poder darle un plato de comida y una buena educación a los chicos. Y tené la plena seguridad que si hubiera fuentes de trabajo para todos, no habría tantas trabajadoras sexuales”, enfatiza con una mezcla de bronca y resignación una joven que llamaremos Sandra y trabaja en una de las agencias locales. Enseguida agrega que “en este negocio hay mucha hipocresía, acá vienen personas públicas que piden reserva de su identidad, pero también hay en juego todo un engranaje de complicidades y encubrimientos que involucra a la Justicia, a la Policía y al poder político. Se manejan negocios que mueven bastante dinero y no pueden dejar de funcionar”.

Además, las agencias imponen ciertas condiciones a las mujeres antes de tomarlas para trabajar. “Es obligatorio el examen de HIV cuando entran a trabajar porque es un requerimiento de todos los clientes, también les pido una libreta sanitaria y periódicamente les realizamos controles médicos”, cuenta un regente, mientras otro agrega que “algunas se ríen cuando les pregunto si tienen todos los dientes, pero a este nivel son cuestiones esenciales, por eso a mi me interesa que tengan buena presencia, un buen cuerpo y que sepan hablar. Si en la primera charla me doy cuenta que no saben hablar, directamente les digo que no, para evitar que venga cualquiera y cuidar mi negocio. Yo me fijo mucho en la fisonomía de la persona, su vestimenta, si son personas prolijas. Igualmente importante es que sean limpias y que tengan a mano una fotocopia del documento”. El uso del preservativo es obligatorio para todo tipo de relaciones, inclusive para el sexo oral y está prohibido el uso de la violencia.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)

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